¡El otro, ese ser «diferente y diverso», también existe!
La economía globalizada ha provocado el desplazamiento de los valores convirtiendo al individualismo en la ideología dominante de la actualidad, y promocionando como único fin: el logro de los objetivos y de los deseos propios; robusteciendo de esta manera el sentido egoísta del individuo.
La tecnología, que inicialmente prometía hacer sociedades igualitarias, lo que ha ocasionado es desapego e indiferencia hacia los demás, y, en muchos casos, complicidad ante sucesos trágicos. En estos no se interviene para detenerlos; en cambio, se filman para ser difundidos como una forma de salir brevemente del anonimato a expensas de una tragedia, y para satisfacer la atracción inhumana hacia la crueldad y lo desagradable que provoca el morbo. La falta de acción colectiva hace que se incrementen los hechos violentos con el consecuente mimetismo en su reproducción.
El individualismo, la indiferencia y la falta de empatía han originado: «la miniaturización de la comunidad»1.
El concepto comunidad se explica como un conjunto de personas en constante transformación y desarrollo que, partiendo de una identidad común, asumen un sentido de pertenencia compartiendo valores, aficiones, costumbres y ubicación geográfica. Están vinculadas por intereses y objetivos mutuos; con una conciencia de colectividad que les hace sentir compromiso y preocupación por los demás miembros del grupo. El sentimiento de formar parte de un todo se desarrolla a partir de una necesidad y de una fe compartida, donde los problemas e intereses se distribuyen para su mejor resolución, logrando de este modo: fortalecer la unidad e interacción social.
La edificación de un cuerpo social debe contar con la conformación de escuelas críticas y transformadoras a fin de formar, en un proceso de construcción permanente, una ciudadanía participativa
La comunidad precisa de elementos necesarios para su existencia; estos son: historia, símbolos; mitos y rituales; derechos y deberes.
La historia, desde y con la comunidad a través de la oralidad como fuente de información de primera línea, es necesaria para la recuperación de la memoria colectiva con la finalidad de revalorar el carácter y el sentido de lo comunitario, de tal forma que de sustento de permanencia en el lugar.
Los símbolos representan emblemas colectivos importantes para establecer la relación de semejanza del grupo.
Los mitos y rituales forman parte de la identificación social; los cuales, debido a una necesidad de auxilio y protección: otorgan consuelo, ilusión, objetivo de vida y cohesión; dando respuesta a las necesidades espirituales de sus miembros.
Se requiere de los derechos como el conjunto de normas y de principios que regulan las relaciones humanas en la sociedad, y de los deberes como las actitudes esperadas de todos los que forman parte de esta. Todo lo anterior para asegurar formas comunitarias equitativas.
La identidad se construye a partir de la otredad, siendo «la madre el primer otro que transmite la información al hijo de la sociedad y su cultura»2. El proceso identitario es una construcción colectiva que se va produciendo en cada individuo partiendo de la afinidad social del grupo de pertenencia: «desde el otro es que el sujeto posee un lenguaje y es desde el otro que el sujeto piensa»3.
Toda similitud cultural implica el reconocimiento y legitimización de la pluralidad. Reconociendo al otro como un ser diferente pero necesario para el fortalecimiento del tejido social: se asume la propia identidad.
Dentro del conglomerado aflorangrupos de personas con un conjunto distintivo de comportamiento y creencias que les diferencian de la cultura dominante de la que forman parte, se definen a menudo por su oposición a los valores establecidos: son las llamadas subculturas y contraculturas. Aparecen como una reacción a la incertidumbre, a la inseguridad y a la soledad, que los impulsan a la búsqueda de semejanza grupal, de sentido de propiedad y de expresión. EL rechazo por parte de la mayoría los motiva a construir sus propios mundos, sus propias culturas: manifestándose las llamadas «tribus urbanas»4 como resultado de un proceso evolutivo que se manifiesta con nuevas identidades y diferencias.
«El fenómeno de las tribus urbanas surge como una de las principales metáforas contrarias al individualismo imperante»5. En ellas está presente, en muchas ocasiones, la pobreza y la violencia en el contexto histórico que les dio origen. Utilizan la música, y sus diferentes formas de vestir y de actuar, como respuesta a sentirse excluidos; de esta forma enfatizan su sentido de posesión. «La música urbana pervive y se reproduce porque se apoya en un tejido social que comparte calamidades sociales, limitaciones materiales, esperanzas frustradas, y una alta concentración poblacional»6.
Una sociedad no puede aislar a los «diferentes y diversos». No pueden ser objeto de represión, de discriminación, de indiferencia, ni de intolerancia. No deben ser estereotipados, ni criminalizados. Ellos también son parte de la comunidad, y necesitan espacios de expresión y de dominio para la construcción de sus propias identidades.
Construir comunidad es actuar con tolerancia, entendida como «armonía en la diferencia»7, respetando los diversos valores y expresiones culturales desde un acercamiento a la cotidianidad del otro. Al reconocer al otro, dándole participación, se refuerza su sentido de pertenencia permitiendo la autorrealización individual, y se incrementa la identidad con su colectividad.
Fortalecer la sociedad es reflexionar ante las actitudes contestatarias , y a veces violentas, que emplean las subculturas y contraculturas como un llamado de atención sobre el curso de un acontecimiento.
La edificación de un cuerpo social debe contar con la conformación de escuelas críticas y transformadoras a fin de formar, en un proceso de construcción permanente, una ciudadanía participativa.
Se consolida un colectivo cuando se abandona la pasividad e indiferencia ante los conflictos, y se interviene de manera dinámica en la gestión para la solución de estos.
Finalmente, se construye comunidad cuando se trabaja de manera solidaria hacia objetivos comunes, en un mismo entorno, con el objetivo de reforzar los vínculos y los compromisos.
Referencias:
1 Francis Fukuyama.
2 Sigmund Freud.
3 Jacques Lacan.
4 Michel Maffesoli.
5 Marcelo Gamero Aliaga.
6 Carlos Andújar Persinal.
7 UNESCO.