Recientemente, el Profesor Emérito de la Universidad Autónoma de Barcelona, Víctor Gómez Pin, ha llamado la atención sobre lo que podría llamarse “una nueva vocación utilitaria de la filósofos”. Según la misma, la filosofía profesional debe ser “aplicada” o “útil” desde el punto de vista de los intereses del mercado.

Al asumir esta postura, se rechaza el supuesto aristótelico según el cual la filosofía constituye un amor desinteresado por el saber. Por tanto, libre de los intereses inmediatistas.

Constituye parte de una peligrosa tendencia que desnaturaliza un saber cuya razón de ser es la “inutilidad”, es decir, no ser instrumentalizado por el mercado, ni por los poderes fácticos de una sociedad.

¿Significa que debemos abandonar las líneas de investigación aplicadas? No. Pero los filósofos profesionales pueden ser víctimas de la alienación general de nuestro tiempo, que asume como bueno y válido el supuesto de la utilidad, sin asumir el compromiso politico de intentar transformar una sociedad que repudia el pensar por el pensar.

Gómez Pin afirma que una exigencia filosófica es la lucha política para hacer que dentro de la sociedad todo ciudadano pueda filosofar, es decir, ejercer la actitud crítica.

Comparto su opinión. Esta actitud implica no dar por supuesto las ideologías imperantes en una sociedad, los principios “sacrosantos” en que se sustenta. Si la filosofía reniega de buscar el saber y de cuestionar los supuestos básicos que imperan en una comunidad para “adaptarse” a las modas de un determinado momento, se convierte en una forma ideológica más del orden politico imperante y pierde su razón de ser.

Es cierto que los tiempos cambian y el ejercicio del pensamiento filosófico es hijo de su época. Pero, al mismo tiempo, toda auténtica filosofía es “intempestiva”, no se subordina a las líneas de pensamiento que se establecen en un momento histórico desde los centros del poder económico y politico.

Hoy, igual que hace veinticuatro siglos, cuando Aristóteles escribió sobre la naturaleza de los saberes, la filosofía constituye un esfuerzo por comprender la realidad y el sentido de la experiencia humana. Esta es su utilidad.