En momentos en que la imagen del Gobierno de Israel se perjudicaba por el cuadro de hechos que empezó cuando la policía israelí colocó vallas para impedir el acceso a las escalinatas de la Puerta de Damasco, la principal vía de acceso a Jerusalén Oriental, para tratar de evitar las reuniones de palestinos israelíes para que no protestaran ante las tensiones que venía provocando el inminente pronunciamiento de los jueces del supremo israelí, respecto al desalojo de familias palestinas del barrio de Sheij Jarrah, entró en escena la Organización Islámica Hamás lanzando cohetes desde la Franja de Gaza hacia Israel, cambiando completamente el escenario.

 

La mejora y perfeccionamiento operada en sus cohetes, en esta ocasión, sorprendieron a los propios israelíes. Porque unos años atrás los cohetes Qassam de fabricación rudimentaria, sin sistema de guía, solo podían alcanzar las ciudades del sur de Israel, como Sederot y Ascalón ubicadas cerca de la Franja de Gaza. Pero ahora, estaban llegando a Jerusalén y a Tel Aviv.

 

Israel no se hizo esperar y respondió con una represalia descomunal enviando una lluvia de misiles sobre la Franja de Gaza, de acción demoledora. La mayor parte de los misiles lanzados desde la Franja de Gaza fueron interceptados por el «Iron Dome» o Cúpula de Hierro, el sistema de defensa aérea israelí. Pero por la gran cantidad de cohetes lanzados (más de 4 mil) desde la Franja de Gaza, algunos no pudieron ser neutralizados e impactaron, incluso en ciudades tan lejanas de Gaza como las que ya mencionamos: Jerusalén y Tel Aviv.

 

El pasado jueves, a las 8:00 de la noche hora de República Dominicana, 2:00 de la madrugada del viernes, hora de Israel, entro en vigor, una tregua entre Israel y Hamás. Poniendo fin a once días de escalada bélica que dejaron más de 200 muertos en Gaza y 12 en Israel. Ambos bandos se han adjudicado la victoria, tras esta tregua negociada por Egipto.

 

Estos enfrentamientos entre el Ejército Israelí por un lado y Hamas y la Yihad Islámica en Gaza han sido los más graves desde el conflicto del 2014. Estos han tenido como detonante Jerusalén Oriental y se extendieron a Cisjordania y a ciudades mixtas de Israel. Si bien, la escalada militar ha terminado, la violencia propagada durante estos días y los enfrentamientos entre civiles palestinos e israelíes parecen ser la gestación de un futuro conflicto que podría ser mucho más demoledor y al cual nos referiremos en otra entrega.

 

Pero ¿quién se beneficia de esta última escalada en este histórico conflicto?

 

Antes de que esta nueva escalada empezara, todos daban por contado que Benjamín Netanyahu, primer ministro de Israel en funciones, por fin iba a ser sacado del cargo en que ha permanecido por más de 12 años. Luego de 4 elecciones en los últimos 2 años, ha fracasado en cada intento de formar un nuevo gobierno. Tras los fallidos intentos, algo sin precedentes estaba ocurriendo, una coalición política se estaba gestando en la Knéset, el Parlamento de Israel, para la creación de un gobierno que, por primera vez, en la historia de Israel incluiría a un partido árabe, junto a otras facciones de centro, derecha y ultranacionalistas. Un grupo tan disímil que solo los unía su oposición a Benjamín Netanyahu.

El presidente del Estado de Israel, Reuven Rivlin le dio mandato de formar gobierno al líder de la oposición Yair Lapid, un laicista de centro. Sin embargo, cuando se daban los últimos pasos para conformar el gobierno, estalló la violencia en Jerusalén Oriental y se extendió rápidamente a todo Israel y la Franja de Gaza, generando la peor escalada de violencia desde el 2014. Poniendo en evidencia a quienes nosotros consideramos, los tres principales actores que se han beneficiado políticamente de la pasada escalada y los presentamos a continuación.

 

En primer lugar, tenemos a Benjamín Netanyahu, quien antes de la crisis se daba por descontado que sería sacado del gobierno, porque 3 días después de empezar los enfrentamientos en Jerusalén Oriental (esto es el 9 de mayo) las negociaciones en la Knéset para crear un nuevo gobierno marchaban muy bien. Para logar una mayoría, a la alianza de Yair Lapid, solo le faltaba conseguir el apoyo de Mansour Abbas, líder del partido árabe israelí Raam (esto es la Lista Árabe Unida), algo impensable en la Knéset, hace tan solo dos años, negociar con un político árabe. Pero sus 4 escaños, son necesarios para que cualquier coalición pueda acariciar la mayoría.

 

En este nuevo proyecto que estaba a punto de romper el estancamiento político en Israel y poner fin al reinado de Netanyahu, participaba Neftalí Bennett, líder de un pequeño partido de derecha y viejo rival de Netanyahu, pero como el 10 de mayo entró Hamas en escena lanzando cohetes sobre Israel, esa misma semana colapsaron las negociaciones para lograr el “gobierno del cambio”. Netanyahu convenció a su viejo rival Neftalí Bennett de abandonar la coalición de Yair Lapid.

 

No obstante, Yair Lapid, tiene de plazo hasta el 2 de junio cuando se cumplirán los 28 días dados para formar un nuevo gobierno. De no lograrlo, es muy probable que una quinta elección sea convocada. Sin embargo, eso tomaría varios meses y Netanyahu seguiría siendo primer ministro. Quien enfrenta acusaciones en tres casos de corrupción, fraude y abuso de confianza. Él lo niega, pero en abril pasado se inició un juicio en su contra en Jerusalén. Por lo que podría recibir hasta 10 años de prisión, si es condenado y es por esto, principalmente, que se aferra al poder, para no terminar en prisión.

 

En segundo lugar, tenemos a la organización Hamás, porque esta escalada también ha mostrado la gran crisis en el liderazgo palestino, que está dividido desde el 2007 cuando Hamas expulsó a Al Fatah la organización política de Mahmud Abbas de la Franja de Gaza. Entonces tenemos de un lado a la Autoridad Palestina que dirige Al Fatah gobernando en Cisjordania desde hace 16 años y del otro esta Hamás que gobierna de facto, en la Franja de Gaza desde el 2007.

 

La estrategia de Hamás es posicionarse como los lideres reales de los palestinos para reemplazar a Al Fatah, construyendo el relato de que son la resistencia y los únicos que pueden dañar a Israel con sus cohetes y en su prestigio internacional. De esto último, ya no creo que haya dudas. Como si fuera poco, en abril pasado Mahmud Abbas aplazo indefinidamente las elecciones palestinas. Citando como causa, las restricciones al voto que Israel había impuesto a los residentes de Jerusalén. Sin embargo, muchos piensan que, más bien, se debe a la baja popularidad que, muestra en las encuestas.

 

El conflicto con Israel le permite a Hamás presentarse como defensor de los palestinos y posicionarse favorablemente frente un envejecido y debilitado Mahmud Abbas. La presente escalada mostró a una Organización Hamás liderando la lucha para defender Jerusalén y el honor de los palestinos. Lo que contrasta, para los palestinos, con la actuación de la Autoridad Palestina que no ha respondido de manera directa a las tensiones en Jerusalén. A pesar de la mucha desconfianza hay gente que prefiere a Hamás. De manera que Hamás no necesita ganar en este conflicto con Israel. Ya que la estrategia de resistir una y otra vez le permitirá salir victorioso.

 

En tercer lugar, tenemos, la República Islámica de Irán, que, con la administración de Donald Trump, perdió influencia diplomática en la región cuando, Emiratos Árabes Unidos y Bahréin, sus rivales en el Golfo Pérsico firmaron los “Acuerdos de Abraham” que los llevó a normalizar sus relaciones con Israel. Ahora, la escalada del conflicto causó gran vergüenza a los Estados que firmaron aquellos acuerdos y ya no saben qué hacer con los mismos.

 

Astutamente, el régimen de los ayatolas está esperando que colapsen esos acuerdos a medida que la ira e indignación árabe contra Israel se acrecienta. Pues piensa que puede haber oportunidades al debilitarse sus enemigos y no tener opciones en las negociaciones con Israel. De ahí que muchos analistas sienten las manos de Irán, detrás del poder de fuego con la que Hamás atacó a Israel el 11 de mayo, algo sin precedentes. Y la Yihad Islámica, todo sabemos que tiene en Irán su principal valedor.

 

De manera que, Irán mantiene su interés de largo plazo en recuperar terreno dentro del mundo árabe y ven en los palestinos una causa con la que podrán volverse muy relevantes y competir de tú a tú, con Arabia Saudita, su principal rival en la región.

 

Por todo esto, muy a pesar del alto el fuego, hay pocas posibilidades de una solución perdurable en el conflicto palestino-israelí y es muy probable que ya el reloj haya empezado a correr el tiempo de la próxima escalada.