Parte I

(Ilustraciones del Dr. Odalís G. Pérez)

Con la llegada del coronavirus, la realidad tangible ha cambiado. El mundo virtual también ha cambiado. Nuestra vida ha cambiado. El mundo ha cambiado y los conceptos de vivir y morir, también han cambiado.

Hasta los entierros o mortuorios, las fiestas, "los bonches", los matrimonios y hasta los compromisos religiosos, han cambiado. Siempre hemos estado en constantes cambios, visto esto desde una mirada dialéctica, filosófica, apoyado en la hermenéutica, hasta el cambio ha cambiado.

El conocimiento y las manera de producirlo, ya no son las mismas. El saber ha modificado su estado de cognición en el sujeto. Los concepto de educación, educar, transformar, participar y de ser competente, también han cambiado. Lo mismo ha ocurrido con el "proceso enseñanza-aprendizaje, se ha modificado y obliga a nuevos cambios, en lo que en el ayer inmediato llamábamos "alfabetizar".

El hoy está repleto de analfabetos potenciales con títulos de licenciados y hasta de doctores que necesitan ser alfabetizados, para que puedan actuar de manera eficaz ante las exigencias que demanda este aquí y ahora dominado por la virtualidad.

 

A esa falta de alfabetización (virtual y de lecturas de simbologías propias del mundo globalizado), se le agrega la falta de desarrollo de competencias argumentativas, potenciadora del pensar, para despertar la percepción crítica, creativa e imaginativa de sujetos dormidos.

No he dicho de "sujetos que duermen", he dicho, repito, de "sujetos dormidos", y que no están en capacidad racional de determinar, señalar o acusar qué o quiénes "los duermen", ya sea por intereses personales, empresariales o por razones de Estado, para que permanezcan sin ver, con ojos cerrados, aunque miren, y se mantengan anesteciados, sin pensar, sin razonar, con la mente ahuecada, llena de tiniebla y de silencios.

En este país mucho se ha hablado de desarrollar competencias, y cuánto más se habla de "competencias", manifestamos, en los hechos, actuar con manifiesta incompetencia.

En el Ministerio de Educación de nuestro país, se habla de tener un "currículum por competencias", sin embargo, cabe preguntarles y preguntarnos, si los que van a aplicar o están aplicando el "currículum por competencias", son "competentes" (¿?).

Estamos realmente formando hoy "sujetos competentes". El concepto de ayer de " "sujetos competentes", será verdad que se corresponde a este "aquí y ahora", dónde la ciencia misma ha tenido que llenarse de vacilaciones, por falta de certeza, ante este tiempo enfermizo que ha puesto al desnudo nuestras falencias humanas?

Aquella vieja visión de tener una escuela que contribuya a romper paradigmas, se nos diluye de manera acelerada, cuando vemos que hay que asumir un nuevo concepto de aula, de espacio áulico, de estudiantes o discentes, un nuevo concepto de "proceso aprendizaje que implica la virtualidad y sus articulaciones técnicas y formales, para poder irnos acomodando a la nueva cotidianidad que nos domina, como sujetos actuantes.

En mi caso, que soy migrante digital, que vengo del convivir análogo, de una sociedad circundada por la brecha digital, por la brecha económica, educativa y cultural que nos segmenta de manera injusta, he tenido que disponerme a aceptarme o dejarme aplastar por esta rápida y cambiante realidad del conocimiento que es indetenible, ahora más que nunca.

Ahora…es el momento de cuestionar todo y de asumir lo existente de manera provisional, hasta que aparezca el nuevo microchip que permita verificar y/o comprobar la cientificidad de los hechos.

Ya no es suficiente decir que "tenemos un currículum por competencia" y ufanarnos de haber certificado o calificado a más de sesenta (60) universidades e institutos de educación superior, cuando mostramos al mundo sujetos que carecen de nuevos fundamentos humanísticos y que suelen mostrar su incompetencia cognitiva, al momento de argumentar y pretender organizar un juicio, con cierta lógica en su discursividad, al momento de pensar y expresar lo pensado, desde la lengua.