I.- Aquellos que están en política y procuran confundir

1.- En un ambiente como en el que hoy está  viviendo el pueblo dominicano, dominado por toda una serie de taras sociales resultantes de la degradación, y fruto del agrietamiento del ordenamiento establecido, no resulta fácil saber a qué se debe la forma de proceder de determinados grupos sociales que unas veces se comportan con absoluta candidez, y en otras con la mayor malicia. No es nada  fácil saber cuándo nos tratamos con un ingenuo, o un preñado de astucia.

2.- En el medio social dominicano es posible compartir con personas generosas, llenas de nobleza, como también con  las inclinadas a hacer el mal, y son de una naturaleza tal que tienen condiciones para destacarse como benévolas, así como llenas de perversidad. El entorno que compartimos es sumamente ambiguo y puede llevar a la confusión al más lúcido y también hacerle actuar como el más torpe.

3.-  Muchos de los individuos que intervienen en las actividades políticas en nuestro país, aunque están conscientes de la causa generadora de los fenómenos sociales que nos afectan,  hacen el papel de enredadores a los fines de que las masas populares se confundan y acepten como confusos asuntos que son fácil de comprender.

4.- En ocasiones escuchamos planteamientos de contenido político formulados por personas que por la forma de desarrollar sus ideas nos llevan a pensar que estamos en presencia de un carajo de poco juicio, pero luego nos damos cuenta que no, que es un tremendo camaján, cuerdo por completo, que lo que busca es, como buen simulador, engañar fingiendo ignorancia.

5.- El enredista que tanto abunda en el quehacer político nacional dominicano, en su misión de controlar ideológicamente la voluntad de aquellos a quienes dirige sus mensajes, se interesa en machacar las mismas ideas con el objetivo de que sean aceptadas como ciertas, cuando en verdad han sido elaboradas para crear turbación de ánimo, sembrar desorientación e inducir a error.

6.- Aquellos que bien manejan las trapisondas, buscan crear una especie de enredo mental con el tema migratorio haitiano, y aunque saben que es un fenómeno  resultante del desarrollo desigual de Haití y de la República Dominicana, lo quieren presentar como el deseo de los inmigrantes haitianos de dejar su lar nativo para venir aquí a vender su fuerza de trabajo y ser tratados con desprecio.

7.- A lo mejor para causar fastidio y a la vez confundir, a diario escuchamos a los defensores del estatu quo decir que el país está mal por la corrupción, aunque saben que este fenómeno es inherente al sistema bajo el cual estamos viviendo, y que la degeneración de la moral y las costumbres no es nada personal, sino sistémico.

8.- Los politiqueros que hacen escrúpulo de todo, como buenos santurrones permanentemente están lamentándose de que la violencia y la criminalidad nos están arropando, pretendiendo hacer creer que esas lacras llegan desde el cielo y no que tienen su caldo de cultivo en el vigente ordenamiento económico y social que es el que hace posible las acciones antisociales, destacándose los delitos muy graves.

9.- Están en política para hacer labor de enmarañadores, aquellos que hablan de democracia como si ella encerrara un concepto general, libre de los intereses que le sirven de sustentación. En lugar de concretizar el sistema social que le da base a la democracia, el embrollador lo que busca es pluralizar el término, y hacer creer que la democracia en el capitalismo es la misma que en el socialismo real.

10.- Resulta algo dudoso que la generalidad de los que están en política y se identifican con el sistema que descansa en la opresión social y la desigualdad de oportunidades, echan maldiciones contra la pobreza, pero ensalzan hasta lo último el orden opresor. Es una actitud fuera de lógica oponerse a una parte  y santificar el todo.

11.- Es un político travieso aquel que se quiere hacer el corto de vista para no ver lo que realmente ocurre en Venezuela y se contenta con decir que la crisis económica que afecta a ese país es culpa del chavismo, y no causada por la desestabilización puesta en ejecución por la administración norteamericana interesada en hacer desaparecer el proceso iniciado por el finado Hugo Chávez. De igual manera,  busca presentarse como cegato quien cree que en Nicaragua el problema es Daniel Ortega, y no la posición que mantiene el Movimiento Sandinista en defensa de la soberanía nacional nicaragüense.

12.- Dirigentes políticos amantes de la falsía, haciendo el papel de aquellos que son poseedores de la virtud que inclina a compadecerse de las miserias ajenas, proclaman la necesidad de la igualdad de los hombres y de las mujeres, pese a que saben que el grado de emancipación de la mujer en una sociedad es el barómetro natural por el que se mide la emancipación general, y que la igualdad entre los hombres y las mujeres solo puede establecerse cuando se acabe con la explotación de unas y de otros.

13.- En nuestro país, aunque muchos toman la política en serio, algunos la practican como una chercha; ellos son los que accionan en los procesos electorales con la creencia de que es un pasatiempo, un asunto para divertir a electores y a electoras. El comediante político tradicional vende la idea de que cumplirá con lo que promete en compaña, pero una vez resulta ganador vuelve a ser el que es en sí, es decir que solo sirve para aparentar lo que no siente.

14.- La coincidencia de muchos sucesos que producen aturdimiento en los incondicionales defensores del orden social vigente, les lleva a desesperarse al ser testigos de la degradación ética y moral; y reaccionan sobresaltados haciendo creer que no saben  que el medio donde vivimos está contaminado por entero y no tiene salvación alguna, sin importar las medidas que se tomen para querer salvarlo. Los curanderos sociales, aquellos que elaboran recetas reformistas para calmar enfermos moribundos, solo les resta desahuciar el modelo actual ya agonizante.

15.- Aquellos que no creen en lo que dicen, pero con argumentos de apariencia racional pretenden defender sus falsedades, como buenos manipuladores continuamente hablan de que hay que  luchar para cambiar el estado de miseria y degradación que existe en el país, pero al hacer su pronunciamiento desde el seno de su partido tradicional lo que quieren en el fondo no es invertir el actual estado de cosas, sino mantenerlo tal como está, sin modificación alguna. Al hacer que perdure lo mismo, se congela lo que existe.

16.- La duplicidad de conducta impulsa a los farsantes de la política a hacerse los fingidos portadores de una moral intachable, aunque a cada momento dejan ver su disimulo, como cuando censuran los actos de corrupción en el sector público, pero los llevan a cabo en sus negocios privados; además de demostrar en su proceder total individualismo, egoísmo y desprecio hacia aquellos que sinceramente luchan para que las relaciones humanas descansen en normas, principios y valores practicados con franqueza y libre de hipocresía.

17.- Aquí abundan turpenes políticos claramente hipócritas,  que aparentan ser exagerados devotos, que dicen amar a Dios a quien no ven, pero desprecian a los hombres y mujeres del pueblo a quienes si ven. Son muchos los farisaicos que maliciosamente ocultan su pensamiento y levantan su voz condenando el  sistema, pero imploran en voz baja para que se mantenga.

18.- Es normal en el medio político dominicano encontrar  negociantes de la politiquería, que por su indigencia ideológica recurren al discurso agresivo e injurioso contra sus adversarios, con lo que logran reducir el debate sobre temas de trascendencia al simple chismorreo. El aficionado al chisme no es dado a confrontar sus ideas, sino a herir con términos agraviantes.

19.- Están presentes en la controversia política del país los sentimientos de aversión, inquina, rencores y tirria, porque los mediocres que llegan a la política con fines de lucro la han convertido en una actividad para personas de baja estofa, convencidos de que solamente así pueden ganar espacio. Tener odio, desamor y cultivar enconos está fijo en los resentidos y tarados sociales.

20.- Los activistas políticos que con su necio proceder permanecen obsesionados con ideas fijas para lanzarlas con extravagancia, y así conseguir la discordia contra aquel a quien quieren hacer sentir mal, han logrado imponerse porque cada día más la política requiere menos de las actuaciones ajustadas a la decencia.

Reflexiones finales

21.- Aquel que se manifiesta inseguro no es un individuo de fiar; motiva sospecha y, por vía de consecuencias, impulsa a la incertidumbre. Necesitamos formar a la niñez dominicana para que en el mañana sean ciudadanos y ciudadanas buenos  a toda prueba, nada de maleables, problemáticos, cuestionables e enigmáticos.

22.- Ante la presencia en nuestro medio del ser humano de comportamiento doble, disimulado, se impone educar en el hogar y en la escuela  en la firmeza, en la resistencia de conducta; al hombre y la mujer, que merezcan ser creídos; que lo que expresen sea admisible, fuera de toda duda; de actuaciones sin titubeos, vacilaciones ni irresolución.

23.- La sociedad dominicana necesita contar con personas de sentimientos que generen fidelidad. Hay que hacer todo lo posible para no continuar compartiendo con los picaros, arteros, pérfidos y taimados. Debemos sentirnos libres de rufianes, perversos y los bribones que tanto daño han causado, haciendo imposible la sana convivencia. La entereza que caracteriza a la generalidad de los nuestros hay que extenderla para que sea vista como la forma normal  de actuar, el distintivo de cada uno de los integrantes de la comunidad dominicana. La hipocresía no debe acompañar a los que pretenden dirigir al país; precisamos  de mujeres y hombres de valía, sinceros y rectos, probos, con  una vida pública y privada ajustada a la honorabilidad.

24.- El pueblo dominicano, por la lucha social y política librada por sus hijos más decididos y consecuentes, merece contar en su seno con mujeres y hombres  de una sola pieza;  con las condiciones éticas y morales que les identifiquen como modelo de buen  vivir con calidad para convertirse en pauta a seguir por todos los ciudadanos y ciudadanas llenos de autenticidad. La  incertidumbre, lo dudoso no debe seguir siendo la forma normal de actuar de amplios sectores del país que han hecho de lo incierto, indeciso y sospechoso una forma común de portarse. Manejarse con espontaneidad hace posible dejarse conocer ante aquellos con quienes compartimos y dice la buena pasta de que está hecha la persona con la cual nos relacionamos.  Es de desear que más temprano que tarde nos libremos de estar compartiendo con los sinuosos y los rectos.