Un spot de televisión que trata de promover la candidatura de Danilo Medina, puede dar un resultado opuesto al objetivo que se busca. En esa promoción se hacen exposiciones comparativas de situaciones en el gobierno de Hipólito Mejía y lo que ahora sucede con el actual gobierno. Al final, queda sugerido que el candidato por el PLD,  reconoce las ejecutorias del gobierno peledeísta y con ellas, trata de validar la necesidad de continuar con "el progreso" que ha significado Leonel Fernández. Sin embargo, detrás de esa promoción existe una burda manipulación de la realidad que no pasa desapercibida para la gente. Veamos por qué.

ANTES, hubo un Presidente que tuvo el coraje de someter a la justicia al más poderoso banquero del país (Ramoncito Báez Figueroa), por haber sustraído más de 55,000 millones de pesos de los ahorrantes en su banco. Hipólito Mejía, el mandatario de ese tiempo, no tuvo temor ni a ser derrocado ni al  costo político de esa acción que más tarde le ocasionó perder la reelección presidencial. Fue un Presidente responsable que sacrificó su gobierno y popularidad por cumplir con su deber.

DESPUÉS, vivimos en un tiempo, cuando el Presidente de la República permitía que un miembro de su gobierno (Vincho Castillo) defendiera en los tribunales a ese banquero acusado por fraude. Es un Presidente que también teme tomar medidas enérgicas cuando está en juego su popularidad, para no perder unas elecciones y hasta por temor a que atenten contra su vida.

ANTES, hubo un gobierno muy honesto, pero al final de su período y por una persecución política perversa, casi todos sus funcionarios fueron sometidos a los tribunales acusados de corrupción, sin embargo, fueron descargados en todas las instancias judiciales, demostrando que los sometimientos se hicieron con expedientes preparados para perseguir políticamente a gente que no cometió los hechos atribuidos. Cuando a Hipólito Mejía, quien presidía ese gobierno,  se le acusó de tener vínculos con el narcotráfico, el Embajador norteamericano en el país, salió en su defensa, afirmando que desde el gobierno había colaborado muy bien en la lucha contra ese flagelo.

DESPUÉS, hubo un gobierno donde nunca se llevó a los tribunales a ningún funcionario de los tantos que se han denunciado implicados en corrupción, y donde existe tal nivel de ese mal, que Transparencia Internacional lo colocó en los últimos lugares entre los gobiernos más corruptos de todo el mundo. En este tiempo, la Embajada Norteamericana informó al Departamento de Estado (WikiLeaks) que, "en el gobierno dominicano hay gente que recibe dinero del narcotráfico" y que, el Presidente "reparte el Estado como botín y malgasta recursos".

ANTES, hubo un Presidente, cuyos adversarios trataban de ridiculizar diciendo que era "una vergüenza", porque tenía un lenguaje coloquial y sencillo con el cual expresaba la verdad con toda sinceridad aquí o en el extranjero.

DESPUÉS, tenemos un gobierno encabezado por un hombre con perfil de intelectual, que domina el discurso y de quien dicen sus seguidores que es un "orgullo" nacional porque habla "muy bonito", sin embargo, utiliza sus capacidades oratorias para hacer promesas que no cumple. Esto es, utiliza su léxico para hacer demagogia.

ANTES, cuando Hipólito Mejía, hubo un Presidente humano, que reconoció equivocaciones, rectificó y logró credibilidad despejando dudas malsanas que sus enemigos crearon sobre su pasado gobierno, esta actitud lo ha convertido en la esperanza para retomar el buen camino en un nuevo gobierno.

DESPUÉS, tenemos un Presidente etéreo, que nunca ha reconocido errores porque se entiende infalible. Hace creer al pueblo que todo lo malo que aquí sucede, tiene origen internacional y no en sus propias incapacidades, que le preocupa más atender a los problemas del Medio Oriente o de otros países que los problemas de su propio país. Por esto es considerado como una decepción para su pueblo.

ANTES, hubo un Presidente que iba a los barrios dominicanos, hablaba con los dominicanos, escuchaba y luego, cumplía sus promesas. En lugar de dispendio, Invertía los recursos del Estado en carreteras, escuelas, hospitales, invernaderos, proyectos agrícolas, etc.

DESPUÉS, tenemos un Presidente derrochador, que hace giras improductivas por ricos países con una comitiva exclusiva que se aloja en los mejores hoteles pagados por el Estado. Luego regresa con las manos vacías, con propuestas irrealizables y una millonada en gastos de viaje. Las inversiones del Estado solo tienen carácter electorero, ya que se hacen de acuerdo al capital político que aportan y a los grandes porcentajes que se pueden desviar en corrupción, no por necesidad social.

ANTES, hubo un Presidente  sensible a los reclamos de su propio pueblo. Hipólito Mejía escuchaba, prometía y resolvía.

DESPUÉS, tenemos un Presidente indolente y preocupado solamente por la problemática del mundo exterior. Hace propuestas de cómo resolver el problema de la especulación internacional en los precios del petróleo y de los alimentos, pero aquí propicia que se viole la Ley de Hidrocarburos  y que el Estado especule con el precio de los combustibles, mientras su gobierno tampoco hace nada para evitar la especulación con el precio de los alimentos. El gobernante del PLD, cuando suele escuchar, promete, pero nunca resuelve.

AHORA, hay un candidato presidencial que se llama Danilo Medina. Él reivindica el gobierno que vino DESPUÉS con todos sus errores y corruptelas. Dice que utilizará un látigo contra los corruptos, pero tiene a todos los del actual gobierno promoviendo  su candidatura.  Dice que él significa la continuidad del progreso cuando ese "progreso" es todo lo anterior.

Por suerte, AHORA, también tenemos un candidato presidencial que se llama Hipólito Mejía. Sus adversarios dicen que un nuevo gobierno suyo significará el retroceso,  pero el pueblo entiende que prefiere retroceder a lo que hubo ANTES, en lugar de seguir AHORA, con lo que vino DESPÚES de su primer gobierno. O sea, enriquecimiento y corrupción de funcionarios, derroche de recursos públicos,  intranquilidad ciudadana, criminalidad, impunidad, descuido a la educación, etc.