El título que queríamos utilizar para el artículo de hoy era algo así como “El confort térmico en la edificación, pero nos hemos envalentonado y hemos preferido acudir a un término en castellano que fuera equivalente o por lo menos lo más próximo posible al de confort. Otra razón ha sido que nos hemos encontrado con un portal bastante interesante y muy didáctico que no solo tiene un artículo con el título que queríamos poner para hoy, sino que también se llama igual que, esta, nuestra columna, Arquitectura y Energía, de casi 9 años de publicación semanal por este prestigioso medio. Luego de esta parrafada de introducción, vamos a lo nuestro para hoy.

El confort térmico

Para hablar de confort térmico, o de comodidad térmica en los espacios arquitectónicos, tendríamos que hablar más bien de confort higrotérmico o sensación de bienestar higrotérmico, para ser más precisos. En palabras de uno de los autores de referencia en la materia, Francisco Javier Neila González, “…el bienestar higrotérmico se establece cuando el cuerpo pierde calor a la velocidad adecuada; una mayor velocidad implica sensación de frío y una menor, sensación de calor. A esa velocidad se equilibran todos los intercambios energéticos que se originan en el hombre …” El referido autor finaliza la exposición del concepto aclarando que a la velocidad o ritmo al que el cuerpo pierde el calor se le llama actividad o velocidad metabólica. Es bueno señalar en este punto,  que dentro de un espacio arquitectónico (interior o exterior) y al utilizar el concepto higrotérmico nos referimos, a su vez, a dos conceptos: humedad y temperatura. También es bueno señalar que los fenómenos higrotérmicos, es decir la relación humedad/temperatura afecta, influye y/o interactúa con todos los cuerpos de nuestro entorno.

Un espacio confortable, en nuestro caso, con comodidad térmica para los seres humanos, es aquel en el que el cuerpo, puede perder calor a una velocidad que coincida con su metabolismo; esto generalmente y partiendo de un estado saludable del individuo, se produce cuando la temperatura ambiente está comprendida entre los 21 y 32ºC. Obviamente, no todos los seres humanos son iguales en cuanto a metabolismo se refiere, y obviamente para estas temperaturas cada ser humano tendrá la necesidad de llevar más o menos capas de protección en su cuerpo. Dicho esto mantenemos estos datos como genéricos pero muy válidos; sabiendo además cuanto más próximo se esté de estas temperaturas, más rápido perderá o ganará calor  el cuerpo según sea el caso.

Para un espacio arquitectónico, y más concretamente para el ser humano que lo utilizará, se plantean unos parámetros que condicionarán el confort deseado. Aunque seguiremos con el tema en próximos artículos queremos dejarlos al menos esbozados aquí y ahora. Estos datos o factores que debemos tomar como necesarios para valorar el tema del confort o bienestar higrotérmico son geográficos, climáticos, del propio espacio y de la propia persona. Lo dejamos aquí por esta vez, pero seguiremos con el tema para ampliar conceptos.

Hasta la próxima.