El tema era el de siempre sobre la Ciudad o Zona Colonial.
El empresario se quejó de que no hemos sabido venderla, por supuesto que incluyéndose.
El arquitecto reconoció haber fallado como "autoridad" en el momento en que lo fue, y que sin quizás, lo es todavía, aunque lo sea solo en sus conocimientos. La comunitaria saludó y agradeció emocionada su inclusión en el acto, sin un solo reparo, y bendiciendo a los que habían propiciado el encuentro.
El turistólogo, asombrado de que se le llamara a opinar "sin ser arquitecto" rememoró los esfuerzos de hace 30 años y se le recordó (a sottovoce) que desde antes, otros planes de otros tiempos habían gravitado infructuosamente sobre el tema, como por ejemplo los de 1967 y el Proyecto Esso Standar Colonial elaborado por Pérez Montas, Gautier, Cott y Santoni Robles (+).
El otro arquitecto llamado a opinar al final de la jornada, y uno de los muy pocos realmente doctores de los del ramo -de la arquitectura-, criticó el desarticulado y excluyente Plan Lombardi por descontextualizado y dio en la diana (que si se escribiera con mayúscula saludaría la presencia de la arquitecta encargada por años del plan).
Los más jóvenes, seis en escenario, no fueron llamados a opinar y de seguro tenían cosas que decir. Habían elaborado unas ideas gráficas válidas, apoyadas en informaciones fugaces obtenidas vía las dos academias participantes del ensayo que presentó, para el proyecto ALIARSE, renovadas propuestas para la revitalización del alicaído centro histórico de la ciudad primada.
El espectacular aforo (me enteré que diseñado en su conjunto por Guaroa Noboa) y la compleja tecnología de luces y sonidos casi en fase experimental (fallando éste último como es ya habitual) enmarcó la actividad que ya venía incubándose desde marzo cuando una avanzada a cargo del arquitecto puertorriqueño Manuel Bermúdez, y once de sus estudiantes, llegaron a Santo Domingo para auscultar las estrujantes realidades del contexto local y, con algo de abstraccionismo, adentrarse en la búsqueda de soluciones a lo evidentemente abandonado y muy mal manejado por muchos años.
La Escuela de graduados de la Universidad de Puerto Rico (recinto de Río Piedras) y la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UNPHU, fusionaban así esfuerzos que culminaron en la fecha previa a la presentación del martes 30 de agosto, con un taller de diseño en las aulas de la universidad privada local.
Al final, un colofón de análisis comparativo entre las ciudades antillanas (o caribeñas) fundadas por los españoles, dieron el puntillazo crítico pero silenciosamente.
Allí quedó evidenciado que lo que siempre le ha faltado a Santo Domingo es un promotor permanente y aunque lo tuvo, pero excepcionalmente, quedó demostrado también que lo que en realidad ha fallado es la persistencia de esa promoción de altura como por ejemplo, la que le diera el desaparecido Joaquín Balaguer en su condición de presidente del país (lo que le pone los pelos de punta todavía a muchos y muchas, pero es la verdad).
Mientras La Habana tiene todavía a un Eusebio Leal Spengler como su propulsor- y con 69 años-, en su condición de historiador de la ciudad, y San Juan tuvo a Ricardo Alegría (fallecido en julio del presente año con 90 años), aquí quedamos huérfanos porque "con la cultura no come nadie".
Otra cosa, persistentemente traída a colación es una incierta similitud entre las tres ciudades. De dispersión policéntrica en su configuración urbana en donde los 3 poderes (militar, religioso y civil) actúan físicamente aislados generando centros de fuerza para un desarrollo que en muchos casos nunca llegó.
San Juan (Bautista) de Puerto Rico está de frente al Atlántico, abiertamente retadora, oteando las posibilidades de desembarcos enemigos en los tiempos del fraccionamiento insular, y por supuesto, defiende una profunda bahía de amplia superficie que ahora es enclave seguro de cruceros de lujo. Era el primer puerto de arribo o llegada de las flotas recaudadoras que venían de la península ibérica.
Santo Domingo (que ni es del Puerto ni es de Guzmán, aunque así aparezca en la Constitución) era un punto de cabotaje, una parada técnica, más que nada un cumplido de viaje. Fluvial y despreocupadamente huida del mar, es la realmente caribeña, aunque no ribereña (luego lo fue, con el mucho tiempo). Negrera y empobrecida, Santo Domingo por poco desaparece, de no haber sido por la tozudez de los ingleses, que nos regresaron al mapa con los fallidos intentos corsarios de Penn y Vanables, disminuidos por la fiebre tropical y la emboscada salvadora de San Gerónimo.
(San Cristóbal de) La Habana también es Atlántica, aunque en escorzo, porque realmente defiende otra bahía, tanto o más profunda que la de San Juan, pero en este caso no daba bienvenidas, si no que despedía las flotas cargadas de insumos y tesoros robados en el continente. Había destronado a Santiago (de Cuba) como capital insular, puesto que a partir de 1561 la hicieron receptora de almacenaje para su remisión a la corona. Era, por ende, un enclave casi inexpugnable, como fortificación, aunque no por ello los ingleses no la hicieran rendir con un sitio espectacular de dos meses, en junio 1762, la que por gestiones diplomáticas y tras once meses de ocupación, fue devuelta a España a cambio de la peninsular Florida, que así pasa a manos británicas.
En consecuencia, las comparaciones entre las ciudades españolas que son capitales por herencia, solo es posible hacerlas solo que sea por la lengua, por el idioma, pero ni por el desarrollo económico ni por el espacial urbano, ni por el contingencial histórico ni por las características de sus asentamientos forzados por la topografía, ni por lo circunstancial de sus propios derroteros se puede decir que son iguales.
Pero aún hay más; como "referentes" se suele traer a colación experiencias cuasi similares de ciudades muy distantes y así al problema antillano se les abren las puertas de Buenos Aires, Barcelona, New York, Helsinki y hasta a Dubai (que no fue el caso). Pero resulta que esas ciudades están habitadas por gentes con otras culturas, otras educaciones, otras costumbres, otras normas y leyes… y las cumplen!!!
En la presentación del martes 30 salió a relucir el tema del cableado soterrado y mientras nos recomiendan subirlo aquí a los techos, que no son uniformes ni son parejos ni tienen las mismas alturas, y basados en la exitosa experiencia boricua (que desde 1952 trabajan el tema incluso rebajando alturas), aquí por piedad nos dicen que soterrarlos "es muy caro" (obviamente no conocen la disposición al gasto y al derroche de que hacen galas nuestros gobiernos y funcionarios). Como dato, en La Habana, en los años 50 del siglo pasado habían soterrado todo el cableado electrico, años en que por demás (1957/58) hicieron los túneles bajo el río Almendares (2) y bajo la Bahía (1).
Otro tema fue el de la situación de la calle Del Conde, pero ahí la errada percepción paisajística podría atentar contra la movilidad de los carros de bomberos y las ambulancias, si es que se colocan asientos con maceteros en su centro y en sus laterales. Los aspectos sanitarios no quedaron frontalmente enfocados, pero ya sería demasiado pedir. Al final, un video intentó, sin éxito, presentar un puente sobre el Ozama, para bicicletas, peatones y autos, y hasta con el mecanismo de recogerse para permitir el paso de los veleros y barcos de mediana altura. Pero cosa extraña, el ruido, supuestamente musical, por estrambótico e insoportable, no lo dejó ver bien…