Si se revisan los textos publicados en las páginas de Acento, se pensaría que los títulos de los libros se escriben en letras redondas y entre comillas. Así nos enteramos, por ejemplo, que José C. Novas, historiador dominicano residente en Estados Unidos, presentó recientemente su último libro, “El presidente Cáceres: Fábula del progreso, el orden y la paz”; que la distinguida socióloga Rosario Espinal es autora de dos obras: “Autoritarismo y Democracia en la Política Dominicana” y “Democracia Epiléptica en la Sociedad del Clic”…
La norma en español, sin embargo, es que los títulos de los libros van en letras cursivas, de modo que las obras citadas debieron escribirse como sigue: El presidente Cáceres: Fábula de progreso, el orden y la paz; Autoritarismo y democracia en la política dominicana; Democracia epiléptica en la sociedad del clic.
Este precepto es de viejísima data. Si acaso no se observaba en tiempos muy pasados –por carecer de letras cursivas las máquinas de escribir de antes– hoy en día, en plena época de las computadoras y de los programas sofisticados de diseño gráfico, no hay justificación alguna para quebrantarlo.
Como de seguro se habrá notado, únicamente la primera palabra del título comienza con mayúscula en español; el resto debe ir en minúsculas, salvo los nombres propios o las expresiones que, por su naturaleza, exijan la mayúscula: El sueño era Cipango, Diccionario de la lengua española, Composición social dominicana, Tres tristes tigres.
Vale señalar, por último, que las letras cursivas tienen muchos otros usos en español, que explicaremos en futuras entregas de esta columna.
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