Las personas que no entienden que es muy natural que el sistema escolar dominicano quede en el último lugar en las pruebas internacionales, se  estresan pensando en los pobres resultados que de seguro tendrán nuestros alumnos de 15 años.  Otros quizás son menos fatalistas y se dedican a tramar cómo ayudar a los estudiantes a meter chivo para compensar por la gran desventaja que tienen como resultado del largo  abandono de nuestras escuelas, procurando que no “pasemos vergüenza”.  No creo que nuestros estudiantes necesiten ayuda en esta materia, pues pueden competir con los mejores en esas artimañas.

Solo falta una semana  para que la República Dominicana participe por primera vez  en las pruebas PISA (Programme for International Student Assesment, o en castellano, Programa para la evaluación internacional  de alumnos) 2015. Los estudiantes de los estados miembros de la OCDE que participarán en esta nueva edición nacieron justamente cuando se hizo la primera evaluación. Por tanto ellos son beneficiarios de las mejoras que esos sistemas escolares han realizado basándose en gran medida en el tesoro de información que aportan las cinco evaluaciones anteriores. En buen dominicano, los alumnos de las naciones pertenecientes a la OCDE nos llevan gabela. Participar en esta sexta edición de las pruebas PISA es una valiente decisión del Ministerio de Educación que debemos celebrar, pues simboliza el compromiso del sistema educativo dominicano por la calidad, y una correcta visión a largo plazo, poniendo la mira en las pruebas del 2030, cuando los niños nacidos hoy serán los alumnos evaluados.

Estas evaluaciones diagnósticas trienales vienen realizándose desde el año 2000, y en esta edición participarán sistemas escolares representando más de 70 estados, incluyendo todos los integrantes de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), entidad que reúne a las principales economías mundiales. Los países miembros de la OCDE toman muy en serio estas evaluaciones, utilizando los diagnósticos como elemento esencial para ajustar periódicamente sus políticas y estrategias educativas, aprendiendo no solo de las propias, sino también de las mejores prácticas (y los errores) de los vecinos, y hasta de los que están en las antípodas.

De hecho meter chivo es inútil en estas evaluaciones, porque las pruebas no miden el aprendizaje del contenido del programa curricular de cada uno de los sistemas escolares participantes. Cada sistema escolar define su currículo como guía y práctica para que el estudiante con la asistencia de sus maestros logre el dominio  de las herramientas esenciales para seguir aprendiendo durante toda la vida y pueda hacer vida productiva en la sociedad.  Las Pruebas Nacionales tienen como propósito determinar el grado de dominio del contenido del programa curricular del nivel terminado. El alumno puede sobresalir en el aprendizaje de los contenidos curriculares del sistema, pero si el diseño curricular es deficiente, probablemente no domine las herramientas esenciales requeridas para ser exitoso en la vida. Las pruebas PISA incluso evalúan si el contenido curricular es propicio para lograr el dominio de las herramientas esenciales para resolver problemas en el trabajo, participar activamente en sociedad, seguir aprendiendo, y  creando conocimiento e innovando. O sea, que ni hablar de meter chivo.

Pero tampoco hay motivo para estresarse (todavía). Quizás en el 2030 cuando ya no nos lucirá quedar en el último puesto entre todos los sistemas escolares participantes, sobre todo si mantenemos una creciente inversión de recursos en la educación y aprovechamos toda la información arrojada en cinco evaluaciones internacionales consecutivas de este respetado  programa de la OCDE, podría resultar frustrante y vergonzoso obtener muy pobres resultados.  Por ahora podemos estar calmados y confiados en que la línea base que estableceremos en esta ocasión nos permitirá mucho margen para mejorar en los próximos certámenes. Solo tenemos que entrenar y jugar durante los próximos 15 años en el mismo espíritu que las naciones que descollan en PISA, para mejorar nuestro desempeño educativo.

Por último, los que pregonan que no necesitamos participar en las pruebas PISA, que es un gasto innecesario porque ya tenemos suficientes diagnósticos, deben analizar por qué los países más desarrollados en materia educativa han repetido la experiencia 6 veces, a pesar de que ellos también cuentan con múltiples diagnósticos. La calidad educativa no se construye solo con aulas, ni se logra en el tiempo que se levantan los muros de una escuela. La inversión en sistemas de evaluación diagnóstica de calidad-incluyendo pruebas internacionales como PISA-puede ser altamente beneficiosa y costo-eficiente si la información generada sobre el aprendizaje de los alumnos es utilizada inteligentemente.

Nuestros atletas no se conforman con participar en los Juegos Centroamericanos y del Caribe, también quieren la experiencia de competir en los Panamericanos, y los más destacados de todos, se esfuerzan por ir a los Olímpicos.  No consideramos el gasto en participar en esa alta competencia mundial un inútil dispendio de recursos, aun si nuestros atletas no regresan cargados de medallas olímpicas.

¡Participemos en las pruebas PISA imbuidos del auténtico espíritu olímpico- sin meter chivo y sin estrés- con miras a ganar medallas en el 2030!