Cualquier propuesta para después de la cuarentena no está dirigida al presente gobierno -tampoco esta- ya que va de salida en medio de muchos cuestionamientos y arrastrando problemas graves, además de los casos de corrupción que estallan a cada rato. El nuevo gobierno tiene por delante la transición de la actual cuarentena hacia la nueva normalidad que iniciaremos en los próximos meses y años. Y enfatizo lo de “nueva normalidad” porque es insensato pensar que volveremos a un estadio anterior. Vamos camino de una nueva realidad frente a la cual tenemos dos opciones: o dejar que “ocurra” fruto de las acciones individuales e internacionales, o planificarla para que logremos una vida social más equitativa, productiva y decente. Lo correcto es que quienes tienen oportunidades reales de ser gobierno a partir del 16 de agosto preparen planes específicos para rearticular la sociedad dominicana bajo criterios más racionales y justos, incluido el hecho de que volveremos a vivir cuarentenas semejantes o peores.
El primer criterio de organización de la sociedad dominicana para el futuro es determinar una unidad poblacional básica para que el Estado se haga presente con sus servicios de manera constante. La división que a nivel municipal se ha establecido es corrupta en esencia porque lo que busca es repartir salarios y no brindar servicios. A nivel congresual el despreciable barrilito es una ofensa contra la pobreza de nuestro pueblo. En sectores como el de Salud, Educación, Procuraduría, Tribunales, Oficialías del Estado Civil, Agricultura, Medio Ambiente, Policía, entre otros, los criterios de división territorial y poblacional son insensatos porque responden a intereses particulares o la falta de planificación hacia el futuro inmediato. Mientras más nos alejamos de los grandes centros urbanos el acceso a muchos servicios públicos es una tarea que demanda días de esfuerzo de una población que por su ubicación sabemos que no tiene recursos para financiar viajes distantes para solucionar sus problemas.
La corrupción y la impunidad agravan el problema porque restan cuantiosos recursos que deberían dedicarse al servicio de la sociedad. La vulgar política clientelar desde el gobierno dedica recursos a promover un candidato que quiere ser vendido como un “salvador” de los problemas que vivimos, pero de hecho nos hunde más en la miseria porque los fondos que se usan en dicha campaña deberían emplearse en mejorar las condiciones de vida de los dominicanos y dominicanas. Una cuestión tan grave como Duquesa o los apagones que siguen ocurriendo con Catalina y su pago a Odebrecht, muestran una gestión ajena a los intereses del pueblo dominicano y ocupada en ganar dinero para sus socios políticos. La inmensa cantidad de gente en la nómina de la Cancillería sin brindar ningún servicio apreciable, el caudal de fondos para mantener bocinas e influencers que mientan a favor del gobierno, la nómina supernumeraria en todos los Ministerios y Direcciones del gobierno, además de los robos descarados en compras para el Estado, asfaltados de campaña electoral, y el negocio de las exoneraciones de vehículos de lujo, muestran como se despilfarra el trabajo de los dominicanos expresado en sus impuestos que pagamos y la forma criminal en que se está comprometiendo el futuro de nuestros hijos y nietos en una deuda generada para robar y no para producir.
Detener la perdida de nuestros recursos presentes y futuros es una tarea imperiosa, sin ello no podremos sobrevivir. Cortar el despilfarro que genera la corrupción le ofrecerán al gobierno recursos cuantiosos para planes para el desarrollo y frenar el escalamiento de la deuda pública, para garantizar el valor de nuestros ahorros, ya que una devaluación de la moneda sería criminal porque afectaría a los que padecemos el saqueo, no a los saqueadores.
¿Cómo organizarnos? Mi propuesta es que la unidad básica sea la salud y la educación. Debemos organizar a toda la sociedad en funciones territoriales y poblacionales en torno a una escuela y un centro primario de salud. ¿Cuántos habitantes por esas unidades? 5 mil personas, unas mil familias. En torno a esa escuela y centro de salud se necesitaría unos tres a cinco trabajadores sociales que llevarían un récord de cada persona y familia bajo su responsabilidad: seguimiento a temas de salud, la escolaridad de los niños y jóvenes, formación en temas de salubridad, disuasión sobre violencia de género e infantil, apoyo en temas de alimentación suministrada por el Estado, reconstrucción de viviendas, gestionar acceso al agua potable, informar a la Policía sobre actividad delictivas detectadas en la comunidad, y todo servicio que demanden esas mil familias. Estos trabajadores sociales deben ser profesionales en su área y contratados mediante concursos donde participe el Estado, la comunidad donde va a servir y la sociedad civil, para evitar convertirlo en una fuente corrupta de militancia partidaria.
Si hubiésemos tenido una estructura semejante en esta cuarentena el tema de repartir ayudas sería sencillo y no se prestaría a toda la fetidez de robo y desviación de recursos. Esta forma de organizarnos rompería paulatinamente las redes de sobornos en función del acceso a los bienes públicos, la acción política en base a limosnas y por supuesto aminoraría el caciquismo territorial de algunos bandidos que se erigen en capos secuestradores de comunidades.
No basta por supuesto que los trabajadores sociales sean escogidos por sus talentos profesionales y remunerados de acuerdo con ello, es fundamental que mejoren la calidad profesional de los profesores, médicos, enfermeras y policías que atiendan a los ciudadanos y ciudadanas desde esas unidades y que sus salarios sean justos en base a su trabajo y su calidad como servidor público. En zonas donde el riesgo medioambiental está presente o que el tráfico de drogas es evidente, se deben tener oficiales del ministerio público y policial con capacidad de enfrentar esos problemas. Se debe mejorar la calidad y ancho de banda del Internet en todo el país, medido por cada comunidad, porque es en torno a la gestión de la información que es posible enfrentar a todos los problemas que pueden ocurrir en nuestra sociedad. Debemos poder tener una actualización por hora de todos los temas de salud que llegan a centros públicos y privados, la calidad de aprendizaje de todo estudiante en el sistema de enseñanza, las denuncias puestas por ciudadanos en las fiscalías, por mencionar tres temas cruciales, pero se necesita organizar la sociedad y establecer los mecanismos de información y respuesta a los problemas.