La lengua es un sistema, –nomenclatura de palabras-, compuesta por signos tal como lo había indicado Saussure en su Curso de Lingüística General. El lenguaje, visto desde un enfoque pragmático, da cuenta del uso de lengua, más allá de decir palabras con sentido, sino aprender a utilizarla según un interés particular. El ser humano nace con la facultad cerebral para hablar y se desarrolla en los contextos comunicativos que le toca vivir.
Utilizar el signo lingüístico tiene una connotación arbitraria de acuerdo Saussure. Es decir, que no hay un vínculo natural entre significado y significante (imagen mental e imagen acústica de la palabra). Benveniste desafió la visión saussuriana desde la lingüística de la enunciación en su obra: Problemas de Lingüística General. Indicó que en esa relación (significado-significante) sí hay un lazo natural que los une, pues de lo contrario no habría comunicación entre las personas. No sabríamos lo que se está diciendo. Los dos lingüistas se complementan en cuanto al uso del signo lingüístico. Hay un contexto de referencia que es el que establece la arbitrariedad o no del sentido del signo lingüístico.
Refiriéndonos a los políticos, estos no dejan la lengua en paz, más aún si están en campaña electoral. La utilizan con distintas motivaciones, aunque una es la final: persuadir al electorado para llegar al poder y evitar que otros lo alcancen. Vamos a tomar algunos de los usos de los signos de la lengua de los políticos, preferiblemente los aspirantes a candidatos/as desde la perspectiva de juegos de palabras
Fue Wittgenstein, quien se dio cuenta de que los niños jugaban con los signos de la lengua y que los significados de sus palabras eran diferentes a lo que estaba establecido en el uso formal. Quebró los muros del estructuralismo lingüístico del siglo XX que no daba cabida a la subjetividad de los hablantes y penetró en el mundo de la vida de las palabras.
En la campaña electoral del 2016, los políticos dominicanos juegan con lengua como lo hacen los niños y de forma cruda como la gente de la calle, directa e hiperbólica. Presento 10 formas de juego linguístico, siguiendo una cuenta regresiva.
10. El presidente del PRD, Miguel Vargas Maldonado. Expresó en un cartel publicitario: DÍMELO. Es un verbo, una oración con el sustantivo implícito que juega de forma coloquial popular y que interpela a interlocutor para que le diga lo que quiera de forma libre. Pregunté a algunos jóvenes sobre lo que le responderían a él. Uno de ellos me dijo: Dímelo tú, ¿qué fue lo que hiciste…?
9. Quique Antún: Llegó la hora. ¡Empecemos ya! Juega con la variable tiempo de forma profética. El país está al borde del abismo y este es el único momento. Urge iniciar el trabajo de reconstrucción.
- Los juegos de dos mujeres candidatas. Estas mujeres juegan con la lengua al Yo autoritario en sus eslogan de campaña: Yo arreglo esto(diputada). Yo hablaré por ti en el Congreso(diputada). El uso del signo lingüístico en las dos conecta con la cultura autoritaria que acentúa el uso unilateral del poder, si logran obtenerlo en las elecciones, claramente expresado con el pronombre Yo. Juegan al Yo personalista y excluyente. El uso es arbitrario, debido a que no guarda una relación significado-significante con la realidad a la que se refiere.
- Una senadora para todos. Juega al todo y no a la parte: una premisa general. No utiliza el Yo de forma explícita como las anteriores, pero manifiesta un uso arbitrario del signo, pues pretende abarcar la generalidad y obvia lo concreto de sus electores.
6. Los juegos del Querido(diputado). Su publicación en su cuenta en las redes sociales corrió como pólvora hasta llamar la atención del Secretario del PLD y de Mons. Núñez Collado. Mi novia es mi “segunda base”; mi esposa es “la primera almohadilla” que piso primero. Citó a los casos de políticos prominentes que juegan como él: mal de tontos, consuelo de muchos. Se posiciona en la mente de los electores como el típico hombre macho dominicano.
5. Danilo Medina. Los juegos de la lengua del Presidente son a golpe de sentencia, como un juez inquebrantable que da su veredicto final, después de una larga meditación en silencio. Su rostro se transforma y tartamudea, el cuerpo se balancea, pero es efectivo y contundente. A veces se parece al martillo de Nietzsche.
4. Peregrín Castillo. Los juegos lingüísticos suelen ser de boxeador de peso pesado con una argumentación con ribetes de ad populum. Maneja una retórica dura, cerrada y directa, acompañado de una expresión facial adusta y los puños firmes dispuesto a la pelea a favor del muro en la frontera con Haití. El pueblo, de la soberanía dice! El muro va! y cambiará la historia
3. Amable Aristy. Sus juegos lingüísticos son piadosos y chabacanos con tintes simbólicos, donde cohabitan para él La Virgen de la Altagracia y Joaquín Balaguer. Son sus armas de combate. Estas son manejadas como deidades que le dan sustento a su argumentación de defensa ante los ataques de los opositores.
2. Leonel Fernández. Ha sabido jugar con la lengua en un sentido amplio, tanto saussuriano como benvenistiano. Diestro en la retórica locuaz modera y formal tuvo un desplazamiento hacia el sociolecto popular, gracias al empuje del habla de Joaquín Balaguer e Hipólito Mejía. Ep fueran que van fue su eslogan de campaña de más repercusión electoral(2002-04).
En su reciente respuesta a las referencias de su colega de partido El Querido, Fernández respondió, con un tono jocoso y media sonrisa. Por suerte no lo escuché para no quillarme. No he sido infiel a Margarita.
1. Hipólito Mejía, el último de la cuenta regresiva, el papa upa: el más carismático en el uso popular de la lengua. Es el que más ha jugado con la lengua. Su uso informal es eminentemente popular. El sociolecto popular es sello de identidad cultural e identificación de la gente común; el más rico y vivo en comparación con el formal. Expresiones figuradas, humorísticas, insultantes, emotivas y afectivas son parte del ajuar peculiar de comunicar su idiolecto conforme al estudio sociolingüístico descriptivo que realizó Matos Moquete. La fuerza ilocutiva de sus palabras hace reír. Brotan con tal hilaridad, que no queda de otra que morirse de risa. Tenía razón el lingüista dominicano Arturo Jiménez Sabater cuando describió la fuerza expresiva del uso popular del léxico en la Guía para la Redacción Popular para la Comunicación.