El pasado 15 de diciembre, el Partido de la Liberación Dominicana (P.L.D.) cumplió 46 años de haber sido fundado en 1973 por el insigne político, escritor, ensayista, historiador, cuentista e internacionalista, el profesor Juan Bosch, luego de haber renunciado del Partido Revolucionario Dominicano (P.R.D.), el cual había fundado en Cuba en el año 1939.
Al arribar a este aniversario y escuchando una canción que se titula igual que este artículo, he reflexionado sobre mis orígenes y de mi formación política y moral. Fui reclutado por el profesor Aulio Ortiz, en mi época de estudiante del liceo secundario Onésimo Jiménez de Santiago de Los Caballeros siendo todavía un imberbe, para ingresar a uno de los primeros Círculos de Estudios, en enero de 1974, los cuales estaban constituidos apenas por 5 personas. En esos años resultaba muy difícil mantener la estabilidad de estos.
Luego que completábamos los niveles educativos y las tareas políticas obteníamos la membresía de este partido, ya que había que cumplir con una férrea disciplina, con una serie de responsabilidades y obligaciones, que no todos estábamos en capacidad y condiciones de cumplir.
Lamentablemente en su aniversario encuentra a este partido afectado por grandes dificultades políticas, debido a que dejó de aplicarse la disciplina interna, que tantos buenos resultados le generó.
Ser honesto, disciplinado y respetuoso de las leyes, de las buenas costumbres, de los principios éticos y morales; solidario y con vocación de servir a los demás, sobre todo, a los más necesitados, eran las virtudes que don Juan más nos exigía y que siempre nos las inculcaba. Hoy recordamos aquella frase lapidaria que siempre nos repetía: “A la política se va a Servir, no a servirse de ella”.
Una persona con malos hábitos, mentirosa, que maltratara físicamente o le fuera infiel a su pareja; que se apoderara de lo ajeno, asesina, indisciplinada, violenta, deshonesta, del bajo mundo, etc., era expulsada, suspendida de inmediato, o en el menor de los casos, era objeto de una sanción o de una crítica pública.
Reconozco que mi formación profesional, política y moral, al igual que la de una inmensa cantidad de compañeros, aunque muchos hoy se han desviados de esas fructíferas enseñanzas, se la debemos al PLD, al cumplimiento de las fuertes tareas asignadas, a la educación, a la fuerte disciplina a que fuimos sometidos; a la crítica y autocrítica, pues en dicho partido aprendimos a ser respetuosos, disciplinados, responsables, solidarios, humildes y ciudadanos correctos. Ojalá que la disciplina, los principios y valores morales puedan ser recuperados para bien del partido y de la sociedad.
Considero que la mejor manera de recordar y mantener viva la figura y el nombre de Juan Bosch, monumento de la honestidad, de la ética y la moral; de patriotismo, de entrega y sacrificios por los demás, sin esperar nada a cambio, es actuando correcta y coherentemente con sus nobles ideales, con sus principios y enseñanzas, predicando siempre con el ejemplo en cada uno de nuestros actos públicos y privados y no utilizar su nombre en vano como muchos lo hacen. ¡Loor y gloria eterna para Juan Bosch!