La frase que sirve de epígrafe en este artículo, ha sido atribuida a Fray Luis de León (Siglo XVI), al retomar su cátedra en la Universidad de Salamanca, después de 5 años de ausencia por prisión, enjuiciado por la Inquisición. Fue utilizada a su vez por Miguel de Unamuno, en la misma universidad (1930), cuatro siglos después, al retornar a su condición de docente y Rector, luego de más de 6 años de prisión y exilio por escribir críticas a la dictadura de Primo de Ribera. El sacerdote agustino fue finalmente declarado inocente y el conocido filósofo bilbaíno fue liberado luego de la muerte del dictador. En ambos casos, con esta expresión denotaban la continuidad de sus pensamientos, no obstante las calamidades sufridas y el tiempo transcurrido; pero también expresaban una cierta constatación, ante una realidad que parecía haberse detenido, congelada en el tiempo, mientras estuvieron ausentes. Los hechos son tercos y se mantienen, más allá de que sean ignorados o negados, la tierra se mueve alrededor del sol, “e pur si muove” diría Galileo.
Ahora no se trata de situaciones tan trágicas contra la libertad de pensar, expresarse e impartir cátedra, que enfrentaron en sus momentos Galileo, Fray Luis de León y Unamuno. Algo ha avanzado la humanidad, y mucho hemos logrado en nuestra democracia imperfecta, en estos escabrosos terrenos de emitir opiniones no siempre bien recibidas, sobre el respeto a los derechos ciudadanos. Nos ha parecido adecuada la frase cuando, 9 años después de nuestro más reciente artículo publicado en este mismo medio, intentamos retomar algunos temas sobre las políticas públicas sociales; es decir sobre la calidad de la vida y los Derechos Sociales Fundamentales a la salud, seguridad social, educación y otros consagrados en el texto constitucional vigente y considerados Derechos Humanos a nivel internacional; porque, al pasar revista a los debates actuales a nivel de la sociedad y el estado, incluido el parlamento, sobre estos temas claves, algunos resuenan como ecos del pasado que “vuelven y vuelven” (frase relacionada ya sabemos con quién), o como dice un canción popular: “como el mar, que viene y se va”. Temas recurrentes que parecen nuevos. A veces con diferentes personas protagonistas y formas de designarlos, pero más o menos los mismos actores sociales y los mismos intereses particulares en juego en las mesas donde el gran ausente, a ratos, parecería ser el interés público.
Más allá de la tragedia de la COVID 19, la República Dominicana es considerada un país lleno de posibilidades; y la esperanza y promesa de una sociedad próspera y con equidad social, democrática, respetuosa del medio ambiente y de los derechos ciudadanos, suele plasmarse reiteradamente en los Programas de Gobierno, generalmente formulados por técnicos calificados, que los candidatos presidenciales presentan ante los electores, pero que no siempre alcanzan a ser realidad. Al dejar el guitarra y tomar el violín, los sueños y buenas intenciones parecen naufragar por los limitantes que hacen presencia cuando de decisiones y ejecuciones se trata. Entonces reaparecen periódicamente las justas demandas sociales y retornan los afanes de ocultar refajos que porfiadamente se asoman.
Estamos convencidos que el futuro del país, incluido el futuro de nuestra economía, está estrechamente vinculado a los éxitos que podamos alcanzar como sociedad en mejorar la calidad de la vida y reducir las inequidades sociales en la calidad de la vida, además de la protección de nuestras riquezas naturales y ambientales. En este espacio aportaremos reflexiones y propuestas, comentarios e ideas para ser debatidas que, aspiramos, puedan contribuir a los procesos de reforma que han sido planteados una vez más. Invitamos a los amables lectores a seguir estos temas, a reflexionar, opinar y promover espacios de debate serio. ¿Cuáles son los aspectos claves que merecen ser acometidos en las reformas? ¿Por qué estos temas vuelven y vuelven como girando en una noria sin fin, sin resolverse? Quien así lo desee, por supuesto, puede buscar culpables y algo encontrará. En este espacio, que gentilmente nos concede ACENTO y que hemos decidido llamar ORFEO, trataremos de contribuir a buscar y encontrar soluciones.