Siempre afirmé, era necesario crear un nuevo escenario que nos permitiera avanzar. Para eso, había que derrotar a Danilo Medina y al PLD. Desplazarlo del poder y, con el cuidado debido, ayudar a otras fuerzas políticas, económicas y sociales a sustituirlos; adecentar la institucionalidad democrática, enfrentar la corrupción e impunidad, y concebir una nueva forma de hacer política.

Desde ya, logramos derribar un obstáculo, se respira aire fresco aunque sea momentáneo, que nos permite avanzar hacia un episodio favorable.

Nadie puede negar que hay un nuevo escenario; aprovecharlo, depende de la visión, conciencia política y organización de las fuerzas políticas, económicas y sociales de la sociedad. De sus objetivos inmediatos, a corto y largo plazo. Si vienen con el mismo accionar de siempre, se quedarán como el pasa cantando de nuestros campos y ciudades. Perdiendo el tiempo y con los mismos lamentos.

El que se sienta en su casa, a criticándolo todo, esperando algo positivo del nuevo gobierno de Luis Abinader, el PRM y fueras aliadas, es un problema de apreciación del momento, por cierto endémico. ¡Nada se conseguirá sin unidad y lucha!

La ingenuidad política no debe ser el norte que guíe la práctica y el pensamiento de los revolucionarios. Los que ascienden al poder en ningún momento se ha vendido, electoralmente, como la fuerza que revolucionará de raíz con las barreras que impiden tener una sociedad más justa y equilibrada. Sí, podemos conseguir una oxigenación del ambiente, dependiendo de la buena voluntad política de los nuevos gobernantes, y del accionar de la gente y sus organizaciones.

Los nuevos decretos presidenciales servirán para descifrar, decíamos, las condiciones del lanzador. Los mismos van en la dirección del dominio social, político y económico de un sector de la burguesía de corte liberal. Aunque, tiene la esencia del neoliberalismo, la oxigenación ambiental va a permitir grandes confrontación, en el nuevo escenario, con la población organizada y en todas las circunstancias.

Hasta ahora, los anuncios de eliminar los beneficios y privilegios irritantes en el Congreso de la República y la disposición del gobierno central de revocar los gastos superfluos, son síntomas que enfrentan con el accionar gubernamental al sector oligárquico que ha dilapidado, sin piedad, con los bienes del Estado. Ahí no debe quedarse, la presión organizada de la población es el factor clave para garantizar la implementación y profundización de las medidas anunciadas.

El Congreso tiene nuevos integrantes comprometido con la nueva política, y, hay algunos, de los recientes funcionarios anunciado por el presidente electo que, con la presión organizada de la población, pueden crear un escenario favorable para beneficiar al proceso democrático burgués, en un tránsito histórico esperado de la sociedad.

La introducción de proyectos de ley al Congreso, la formulación de políticas públicas; y las denuncias ciudadanas, la lucha organizada de la población, son las más diversas formas de aprovechar el momento, que cambia constantemente, para hacer avanzar la revolución. Empezar a tener vocación de poder presentando soluciones posibles a los graves problemas nacionales, y dejar de criticarlo todo sin presentar salidas.

Por último, el problema fundamental de los revolucionarios es vencer la dispersión y el aislamiento, para aprovechar satisfactoriamente el nuevo escenario, y solo se logra con la unidad de acción de sus fuerzas políticas y sociales. Sin unir las energías principales de la revolución, no se puede avanzar. Por el momento, si se flaquea ante las tentaciones del capital, se cae, como una guayaba podrida, rendidos a sus pies.