Se ha hecho costumbre cada año que la promoción graduanda de la escuela de turismo y gastronomía de la Puca, como coloquialmente se le llama a la Pucamayma (o sea, la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra), tanto en su campus de Santiago como el de Santo Domingo (Recinto Santo Tomás de Aquino), ejecuta el proyecto de montar, durante algunas semanas, un restaurante en que los estudiantes ponen en práctica los conocimientos adquiridos y se desempeñan como cocineros, camareros, bartenders y gerentes, desarrollando su creatividad, tanto en la elaboración de platos y tragos que resaltan la gastronomía dominicana, como en la ambientación y decoración del espacio.
Mi mujer y yo, que solemos almorzar en dicho restaurante tres o cuatro veces cada año, se lo hemos recomendado a nuestros amigos y familiares, recomendación que aprovecho para transmitir a todos ustedes, amables lectores. El de este año en Santo Domingo (RSTA), llamado Avant, arrancó el 18 de octubre y estará abierto hasta el 23 de noviembre, los jueves y viernes de 12:00 m. a 3:00 p.m. y de 6:00 a 9:30 p.m. (y también los miércoles de 6:00 a 9:30 p.m.). Dejo el tema gastronómico y paso a otros asuntos.
Manifestaciones musicales folclóricas serán presentadas los dos próximos fines de semana en el Centro Cultural de España (en el marco del programa “Sonidos del Centro”): Viernes 9 a las 9:00 p.m. el concierto de Xiomara Fortuna, “Son Verdad. Tributo al Folclore Dominicano”; y sábado 17 a las 9:00 p.m. “Entre fuentes y puentes”, concierto donde se juntan las tradiciones de La Sarandunga de Baní, Congo del Espíritu Santo de Villa Mella, Cañutos, Priprí y las Carisalves, con el sonido de Toné Vicioso y Aumbata.
PHOTOIMAGEN, el festival de fotografía organizado por la Fundación Imagen 83, está celebrando su 8va. edición, durante todo este mes, con numerosas exposiciones y actividades en diversos espacios, entre ellos el Museo Memorial de la Resistencia Dominicana con una sorprendente exposición de Manuel Prandy, titulada “Otro Abril”, con imágenes inéditas de la Revolución Constitucionalista de 1965 (¡un hallazgo sensacional!); y el Museo Bellapart, donde mañana jueves 8 a las 7:30 de la noche se inaugura la exposición “Belkiss Adrover de Cibrán: Archivos Fotográficos Inéditos 1948-1973” (¡otro hallazgo sensacional!), en torno a la cual, el sábado 17 a las 10:00 de la mañana, Ylonka Nacidit-Perdomo, Carlos Acero Ruiz y Myrna Guerrero Villalona ofrecerán el conversatorio “Vida y Obra de Belkiss Adrover de Cibrán: 1918-1995”. Una semana antes, o sea el sábado 10 a la misma hora, Vitico Cabrera, Carlos Acero Ruiz y Myrna Guerrero Villalona ofrecerán el conversatorio “Jueves 68. 50 Aniversario”.
A propósito del 68, quienes son de mi generación y amantes del rock, tal vez recuerden que, entre los grupos que hace casi medio siglo tocaron en el festival de Woodstock (agosto de 1969), había uno llamado Ten Years After, es decir, Diez Años Después. Precisamente, diez años después de publicados en la revista Vetas (número 88, noviembre de 2008), quiero recordar dos artículos que escribí entonces, el primero de los cuales se tituló Frida, Cine Club, Premio Nobel y turismo de cementerios, y decía así:
“Administrado por Arturo Rodríguez Fernández, el Cinema Lumiere nos brindó lo mejor del séptimo arte durante dos décadas (desde diciembre de 1981 hasta diciembre de 2001), el primer año y pico en el cine antes llamado Élite, de la Pasteur, y los últimos dieciocho años y pico en el cine antes llamado Avenida, de la Independencia. En este último local disfrutábamos, cada sábado en la mañana, el Cine Club Lumiere, dirigido por el mismo Arturo, en una de cuyas sesiones se estrenó Frida: naturaleza viva (1984), de Paul Leduc (*), con Ofelia Medina en el rol de Frida Kahlo (**), película que me despertó el interés en la pintora mexicana.
Un tiempo después de haber visto dicha película, la empresa en que entonces trabajaba me envió a un curso de cuatro semanas en Ciudad de México, en 1988, viaje que aproveché, entre otras cosas, para visitar el Museo Frida Kahlo (su famosa casa azul en Coyoacán) y para comprar muchos libros, entre ellos cuatro acerca de la pintora que le traje de regalo a mi esposa, Maritza Álvarez (que también es pintora y admiradora de Frida): Frida Kahlo, una vida abierta, por Raquel Tibol (Editorial Oasis, México, 1983); Frida. Una biografía de Frida Kahlo, por Hayden Herrera (Editorial Diana, México, 1983); Frida Kahlo, por Randa Jamis (Edivisión, México, 1987); Frida Kahlo. Fantasía de un cuerpo herido, por Araceli Rico (Plaza y Janés, México, 1987).
Años más tarde, en 1995, un amigo norteamericano le envió a Maritza, desde Estados Unidos, un libro que acababa de ser publicado: The Diary of Frida Kahlo. An Intimate Self-Portrait, con una introducción de Carlos Fuentes y un ensayo y notas de Sarah M. Lowe (Harry N. Abrams, New York, in association with La Vaca Independiente, Mexico, 1995).
A finales de ese mismo año 1995, en la librería Cuesta (que entonces se llamaba Cuesta Centro del Libro y no era tan grande como ahora), le compré a Maritza otro libro sobre Frida, titulado Diego y Frida, por J. M. G. Le Clézio (Ediciones Temas de Hoy, Madrid, 1994), autor cuyo nombre completo es Jean Marie Gustave Le Clézio, el francés que el 9 de octubre pasado saltó a la fama mundial al ser proclamado ganador del Premio Nobel de Literatura 2008.
No sé si es así o no, pero pienso que posiblemente, si no hubiera visto en el Cine Club Lumiere la película de Paul Leduc, tal vez no me habría interesado en Frida Kahlo ni en los libros sobre ella, ni siquiera en el que compré en Cuesta en 1995 del escritor francés que, trece años después, sería galardonado con el Premio Nobel de Literatura.
Permítanme pasar a otro tema, a propósito de que he mencionado a Maritza, quien es autora de un libro fotográfico titulado Jardines de luz / Cementerios dominicanos (Editora Cole, Santo Domingo, 1999), con prólogos de Plinio Chahín y Carlos Andújar Persinal, que contiene más de doscientas fotografías de las casi dos mil que ella ha tomado en los cementerios de nuestro país. Hace algunos años, aprovechando un viaje a Nueva York, combinamos su afición a fotografiar tumbas y la mía por el jazz para visitar dos cementerios newyorkinos donde están sepultados algunos de los músicos que admiro, tal como relaté en un artículo titulado Desde el más a-jazz (Vetas 59, febrero de 2002), del cual cito a continuación un párrafo:
“Una preciosa mañana, a fines de septiembre, tomamos el tren 4 desde Manhattan hacia Bronx hasta su última estación (Woodlawn), once paradas después del Yankee Stadium. Frente a dicha estación se encuentra el hermosísimo cementerio Woodlawn, considerado uno de los más bellos del mundo, donde están sepultados Duke Ellington, Miles Davis, Coleman Hawkins, King Oliver y otros pilares del jazz. Me engranujé al ver las tumbas de mis ídolos Duke Ellington y Miles Davis, una casi al lado de la otra, y recordé emocionado lo dicho por Miles: “I think all the musicians in jazz should get together on one certain day and get down on their knees to thank Duke” (“Pienso que todos los músicos de jazz deben reunirse un día y ponerse de rodillas para dar gracias a Duke”)”. (***)
He recordado aquella visita de 2001 al leer una crónica de Miguel Cruz Tejada acerca de dicho cementerio (El Nuevo Diario Digital, 21 de octubre de 2008), de la cual cito a continuación cinco párrafos:
“El sistema capitalista no duerme y hasta a los muertos de sus grandes cementerios se les saca provecho financiero. La semana pasada, la administración de Woodlawn comenzó a ofrecer al público giras turísticas para que los interesados conozcan no sólo sus estructuras impresionantes, sino que escuchen a cargo de guías que los orientan e informan sobre las historias de las grandes personalidades sepultadas en sus verdes acres.
La iniciativa es del historiador Joseph J. Edgette ante la curiosidad de miles de personas por conocer más cerca las historias de figuras como el general Slocum enterrado también allí y otras sobre víctimas de diferentes tragedias oceánicas. El historiador dijo que la gente siempre queda fascinada con las historias sobre esas tragedias.
La historiadora Susan Olsen dijo que las giras en el cementerio son como “un museo al aire libre”. La semana pasada y como parte del Mes de la Herencia Hispana se llevaron a cabo varias visitas a la tumba de Celia Cruz. Cada viaje dura unos 90 minutos y cubre aproximadamente una milla y media de distancia. Las giras están atrayendo a personas de todas las edades: desde ancianos hasta jóvenes que acaban de dar a luz y llegan empujando los cochecitos de sus bebés a través del cementerio.
“Perdidos en el Mar” e “Historia y Misterio” son dos de los tours que se han organizado en este mes de octubre y noviembre y el segundo tiene vinculación con el día de Halloween (brujas) en Estados Unidos. Otro es “Concierto de Vacaciones” que se realiza en diciembre atrayendo multitudes. La idea de abordar historias sobre tragedias oceánicas se originó porque los historiadores del cementerio descubrieron que docenas de tumbas hay inscripciones con la palabra “perdidos en el mar”.
Olsen explicó que el cementerio tiene un tesoro de historias fascinantes. “Todo el mundo, incluso los muertos, tienen algo que contar”, agregó. Cuando el cementerio comenzó sus servicios, las celebridades se obsesionaron por ser enterradas allí y se despertó una fiebre que con el correr de los años perdura entre los neoyorquinos de hoy. Y es que probablemente, todos quieren ver las espectaculares estructuras que guardan cadáveres y cenizas en un cementerio donde la opulencia está más allá de la muerte”.
Luego de haber citado esos cinco párrafos de la crónica de Miguel Cruz Tejada, y para que ustedes vean que el sistema capitalista no es el único en el que “hasta a los muertos de sus grandes cementerios se les saca provecho financiero”, lean lo que hace varios años escribió Jordina Costa (Hoy, 5 de septiembre de 2002):
“El turismo de cementerios está siendo desarrollado en Cuba, por lógica en un país orgulloso de sus tradiciones, que presume de ser primer destino del Caribe. Se estima que el cementerio Colón de La Habana recibe cada año más de 70,000 visitantes extranjeros. En el mismo hay desde 1991 una oficina de turismo que ofrece la posibilidad de contratar guías sobre la marcha. El precio de la visita de dos horas a pie puede oscilar entre ocho a diez dólares por persona. Incluye un recorrido por la avenida principal desde la portada de acceso, con relieves y esculturas en mármol del escultor José Vilalta, hasta la capilla central. Se ofrece información sobre los personajes más renombrados allí enterrados: desde guerrilleros hasta gente de letras como Dulce María Loynaz y Alejo Carpentier y las populares cantantes Merceditas Valdés y Rita Montaner.”
Luego de haber citado a Jordina Costa, concluyo planteando que si las autoridades dominicanas se ocuparan de darle a nuestros cementerios el cuidado y la limpieza que ameritan, podríamos también desarrollar el turismo de cementerios.
(*) No confundirla con la película de 2002 dirigida por Julie Taymor y protagonizada por Salma Hayek.
(**) Ofelia Medina es autora, directora y actriz de Cada quien su Frida, obra teatral que ha presentado en varias ciudades de México, Estados Unidos, Cuba, España, Francia, Dinamarca y otros países, entre los cuales ojalá pueda incluirse pronto a Dominicana. Dicha obra está basada en el diario y las cartas de Frida Kahlo y en el libro Memoria y razón de Diego Rivera, por Loló de la Torriente.
(***) Al citado párrafo, le seguía este otro: “Otra preciosa mañana, a principios de octubre, tomamos el tren 7 desde Manhattan hacia Queens hasta su última estación (Main Street, Flushing), una parada después del Shea Stadium. Al salir de la estación, tomamos una guagua que nos dejó a pocos pasos de la entrada del cementerio Flushing donde están sepultados Dizzy Gillespie, Johnny Hodges y el “enormísimo cronopio” tan admirado por Cortázar, el gran Louis “Satchmo” Armstrong, cuya tumba tiene esculpida, encima de la lápida, una trompeta en la que vimos piedrecitas y monedas que suponemos son colocadas allí por sus admiradores. Maritza y yo también pusimos un par de centavos, evocando lo dicho por Mugssy Spanier: “¿Cómo se puede evitar amar a alguien que vuelve el mundo un lugar feliz para vivir como hace Louis?”.”
Hasta ahí el primero de los dos referidos artículos de hace diez años. El otro lo veremos el próximo miércoles. Mientras tanto, les dejo enlaces referentes al turismo de cementerios:
https://elpais.com/cultura/2018/08/04/actualidad/1533406800_324737.html