1. Esbozo general

Este libro de Collado, que mereció el Premio Nacional de Ensayo 2017, es un recorrido largo, integral, fluido y sobre todo, crítico de la trayectoria de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) desde su fundación hasta la actualidad, pasando por sus momentos más álgidos, como la lucha por la autonomía, todavía en las postrimerías de la era trujillista, el Movimiento Renovador y la lucha contra el régimen represivo de Joaquín Balaguer, entre otros momentos relevantes. Pero, sobre todo, el libro, dividido en cinco partes, que a su vez se subdividen en períodos, se detiene a analizar sin prisa todas y cada una de las incidencias de dichos períodos y de manera particular, de las gestiones rectorales que las motorizan y caracterizan, tanto en sus aspectos positivos como en sus debilidades, vicios y desviaciones.

El libro contextualiza en lo nacional e internacional el proceso evolutivo de la UASD, introduciendo un excelente análisis de la dinámica de estos contextos y su influencia en la Institución. En este sentido, estamos frente a una obra no solo de carácter académico, sino también sociocultural y político. De ahí su gran relevancia y trascendencia.

No obstante esta riqueza de la obra, que el público podrá disfrutar adquiriéndola y leyéndola, para los fines de estos comentarios y dada la coyuntura de campaña electoral para elegir nuevas autoridades que vive en estos momentos la UASD, yo he elegido focalizarme en un único aspecto, pero que, sin dudas, permea todos los procesos y el quehacer total de la Institución. Se trata de la calidad docente y académica en general de la UASD y cómo esta es afectada por el clientelismo, la politiquería partidarista, los inversionistas y la hipertrofia administrativa.

  1. Calidad Académica y Calidad Institucional en General

Luego de un relativamente breve recorrido por la historia, primero, de la Universidad Santo Tomás de Aquino y, segundo, de la Universidad de Santo Domingo, incluyendo el período trujillista, el libro se centra en lo que es propiamente la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), comenzando por la etapa que siguió al derrocamiento de la dictadura trujillista, que comprende la lucha por la autonomía y democratización de la Academia (1962-1965) y continuando con el llamado Movimiento Renovador, iniciado en 1966.

Luego de destacar las fortalezas y los insoslayables méritos de dicho Movimiento Renovador, Collado expone sus grandes debilidades e incapacidades, una de las cuales fue no dar una respuesta adecuada a la doble masificación de la UASD: estudiantil y profesoral (pág. 45).

Según Collado, “La convicción filosófica y política de que la Universidad debía tener las puertas abiertas para todo el mundo, no se aseguró de la calidad de los profesores” (pág. 45.). Según él, ”…la afectación de la calidad docente empezó dentro del mismo Movimiento Renovador. Y ese fue un inicio de la decadencia de la UASD, porque sin calidad profesoral no hay calidad de la educación” (Collado, pág. 45).

Lo que siguió a esta deficiencia fundamental desde el inicio de los 70, de acuerdo con Collado, fue el agotamiento y degradación vertiginosa del Movimiento Renovador.

Según se expone en la obra, esta degradación del Movimiento Renovador se expresó claramente en la subordinación de lo académico a lo político. La preocupación frente a este deterioro se manifestó en su etapa temprana, según apunta el autor, en dos acontecimientos muy relevantes para la vida de la UASD. El primero fue la contratación en 1975 del técnico chileno Felipe Richardson, quien elaboró aquel famoso documento denominado “Informe Richardson”, y, el segundo, en la propuesta programática del doctor Guarocuya Batista del Villar denominada “Universidad Crítica y Patria Soberana”.

Tanto lo expuesto en el Informe Richardson como en la propuesta programática de Batista del Villar, dejaban ver claramente el estancamiento y gradual deterioro de la Institución, lo que planteaba la necesidad de una nueva reforma universitaria. De acuerdo con Collado,

Recitar textos, echar manos al “folletismo”, conocer otras realidades más que la nuestra, fue algo que se practicó en la academia en esos años y así se fue disminuyendo la calidad y minando las iniciativas innovadoras.

Pero paradójicamente, argumenta Collado, el triunfo de la propuesta programática del doctor Batista del Villar y las fuerzas que lo llevaron a la dirección de la UASD, no devino en una moderación de la intervención política ni en la producción de reformas académicas profundas, como proponía el Informe Richardson, sino que, por el contrario, en la gestión que triunfó en febrero de 1976 se profundizaron en la UASD tanto el discurso político, como el protagonismo político.

Es importante dejar claro, no obstante, que con sus argumentaciones a favor de priorizar lo académico y científico frente a lo político, Collado no está invalidando la pertinencia del discurso y la lucha política en la Universidad. Por el contrario, justifica que ante regímenes despóticos y particularmente, frente a un régimen como el de Balaguer que mataba y reprimía a los jóvenes y ahogaba económicamente a la UASD, la comunidad académica no tenía otro camino que expresarse políticamente. Según Collado,

Lo que debe objetarse, antes como ahora, es que la política partidaria dirija la academia y la use como instrumento de su estrategia política externa. Lo que debe criticarse es que la academia no use sus propios métodos y su propia fuerza para apoyar el avance político de los pueblos, que no es otra cosa que la fuerza intelectual y moral, a través, por ejemplo, de la investigación científica y su divulgación, la formación docente de calidad, la concientización desde la reflexión epistemológica y el estudio de la realidad, así como ser un ejemplo de transparencia y eficiencia en la administración de los fondos públicos que recibe.

  1. Calidad Académica y Clientelismo

Según afirma Collado, el clientelismo es la segunda fuente de la decadencia de la UASD (Collado, p. 53) y de su pérdida de calidad. De acuerdo con el autor, la irrupción y auge del clientelismo en la práctica y procesos institucionales vino a sumarse al deterioro de la calidad académica de la UASD. Con argumentos y datos contundentes, Collado muestra cómo se fue hipertrofiando la nómina de empleados administrativos para favorecer a individuos y parcelas políticas y sindicales que ayudaban a encumbrar a las distintas gestiones del gobierno universitario, algo a lo que no escapó la propia gestión del doctor Batista del Villar, en la cual, según Collado se ubica el despegue del clientelismo en la UASD. Dice Collado,

Cuando el doctor Batista del Villar y sus aliados llegaron a dirigir la UASD en febrero de 1976, esta tenía poco más de 500 empleados administrativos, y al término de su mandato, en febrero de 1978, ya había 805 empleados (pág. 53).

Obviamente, es claro que una parte de estos nombramientos, como sucede en la gestión de cualquier rector, es justificada, porque la Institución no permanece estática, eso todos lo sabemos. Sabemos también, que la política de puertas abiertas obliga a emplear permanentemente más personal, académico y administrativo. Del mismo modo, su ampliación física y territorial. Pero, como explica Collado a lo largo de todo el texto, una gran parte de los nombramientos que se han hecho desde esa época respondía claramente, y responde hoy más que nunca, a compromisos y presiones clientelistas, nepotistas y políticas, al margen totalmente de consideraciones académicas, de eficiencia y de calidad de la institución.

Según expuso el profesor Jacobo Moquete en su libro “El Movimiento Renovador Universitario, publicado en el 2004 y citado por Collado,

Esta pugna por el empleo sin una visión de perspectivas institucionales positivas, contradecía diametralmente la forma de entrega desinteresada que caracterizó a los grupos que en los primeros años del Movimiento Renovador Universitario se caracterizaron por lo que se llamó la “mística universitaria”.

De acuerdo al planteamiento de Collado, desde mayo de 1980, fecha en que se celebró el Claustro revocatorio del mandato del rector Antonio Rosario,

…todas las gestiones y todos los rectores se han acomodado a las circunstancias, y el modelo del Movimiento Renovador, como proyecto crítico y de servicio pasó a ser una sombra, extinguiéndose cada vez más. El clientelismo había triunfado. Lo académico pasó a ser lo circunstancial.

A la fecha, la práctica clientelista se ha entronizado tanto en el quehacer de la UASD, que ya ha conseguido institucionalizarse y posesionarse en el imaginario de mucha gente como algo normal y legítimo. Hasta tal punto, que hay quienes no conciben otra forma de arreglos y de promoción para ganar una posición electiva o no electiva que no sea dentro del perverso contexto del clientelismo. En este tenor, viene a colación la emblemática expresión de un candidato a rector que luego llegó a la rectoría, quién frente a una crítica hecha por un profesor a las prácticas clientelistas imperantes, respondió con absoluta convicción, ”en la UASD todos somos clientelistas”.

Como repartición de favores, prebendas y beneficios al margen de la capacidad, competencias y méritos profesionales, el clientelismo requiere de la concentración de poder por parte del patrón, en el caso de la UASD, del Rector, los decanos y otras autoridades elegidas, para conseguir hacer uso, lo más irrestricto posible, de los recursos de la organización. Esto significa que las primeras bajas en esta práctica son la democracia, la transparencia, la equidad y la legalidad institucional, lo que implica violar sistemáticamente no solo los valores que sustentan la Misión de la UASD, sino también, otros aspectos importantes del Estatuto Orgánico y de otras reglamentaciones institucionales, como son los Concurso de Oposición para la designación de funcionarios a posiciones calificadas. Asimismo, el clientelismo, como muestra Collado en su obra, lleva a anular o subordinar todos los mecanismos de ejercicio democrático en la institución expresados en los organismos de cogobierno (Claustro, Consejo Universitario, Asambleas de Facultades, Consejos Directivos, entre otros).

Como es fácil entender, al cercenar la potestad de los mecanismos del cogobierno y al dejarse de lado los concursos de oposición que, estatutaria y reglamentariamente deben llevarse a cabo para designar a los incumbentes de una gran parte de las instancias de gestión académica y administrativa, se le da un golpe demoledor no solo a la legalidad institucional, sino también, a la calidad de la gestión de procesos y servicios a la comunidad universitaria y al país. Pero más que todo, a la calidad de los productos que la Universidad está obligada a producir, que son, egresados de calidad, conocimientos científicos, innovación tecnológica, competencias culturales, entre otros.

El clientelismo significa también el bloqueo total para llegar a ocupar una posición de dirección de todos aquellos académicos y académicas serios y meritorios, que no estén dispuestos a subirse al oprobioso tren del clientelismo.

  1. Calidad Académica y La Danza de los Millones

Pero si el clientelismo, iniciado según se expuso, a mediados de los años setenta, degradó la calidad académica, por decirlo de una manera elegante y figurada, a nivel de internamiento clínico, la irrupción y profundización a partir del 2005, de lo que Collado llama en su libro “la danza de los millones en las campañas electorales”, la ha confinado a una sala de cuidados intensivos, o sea, a un estado crítico.

La danza de los millones en las campañas electorales significa, según Collado, el empleo de decenas de millones de pesos que salen de las arcas de inversionistas internos y externos, que financian a los candidatos con más posibilidades de llegar a dirigir la Universidad, para luego recuperar con creces su inversión por medio de puestos de dirección administrativa y contratos de servicios y de suplidores (Collado, pág. 74).

Estos acuerdos con inversionistas implican, de acuerdo con Collado, que el candidato ganador queda atado a estos compromisos, pues ha recibido dinero líquido bajo firma privada, y se ve compelido a cumplir, usando una institución y dinero públicos. Esta práctica ha terminado dando el golpe definitivo tanto a la eficiencia como a la calidad de los procesos administrativos y académicos ya diezmados por el clientelismo, sepultando todo concurso para seleccionar a las personas más idóneas y meritorias profesional y éticamente (Collado, pág. 74).

  1. Calidad Académica e Hipertrofia Administrativa

Al clientelismo, la politiquería partidarista, y la danza de los millones en las campañas electorales, Collado integra la hipertrofia administrativa, que se expresa en la excesiva existencia y creación de estructuras burocráticas administrativas, muchas veces innecesarias y duplicadoras de funciones con otros organismos. El desbordamiento irracional de esta hipertrofia en los últimos 10 años, según apunta Collado, al tiempo que afecta la eficiencia y eficacia de los procesos de gestión, representa un alto costo para la institución, redundando, de nuevo, en un factor más de degradación de la calidad académica e institucional.

Es claro que tanto la hipertrofia de la burocracia administrativa, vinculada obviamente al clientelismo y a la politiquería partidarista como las distorsiones de las normativas institucionales provocadas por los inversionistas, constituyen desviaciones que juntas se convierten en fuentes fundamentales del deterioro de la calidad y de las bases éticas de la UASD, dos elementos del capital intelectual institucional de primer orden.

  1. Al Final del Túnel, Collado nos Indica la Salida

Los argumentos de Collado son directos, incisivos y por momentos, ríspidos, pero en todos los casos respetuosos, si bien podrían resentir la delicada susceptibilidad de algunas de las personalidades que han dirigido y dirigen la UASD a distintos niveles de su estructura organizacional. Pero lo importante a reconocer es que, a pesar de esta envoltura crítica, la obra de Collado tiene un contenido definidamente propositivo y de compromiso con el presente y futuro de la Institución. Y así es, a mi modo de ver, cómo deber leerse y asimilarse.

Al final del túnel de la crisis que vive la Institución, Collado nos señala, en forma de prosa cuasi poética, una luz que tililla en lontananza, y que debe ser motivo de reflexión para todos los que colocamos a la UASD por encima de nuestros estrechos intereses, aspiraciones y egos particulares. Dice Collado:

No hay dudas de que la UASD ha ido cayendo en la decadencia académica e institucional. La opacidad administrativa y las sombras de la rutina nublan su historia y su imagen. Pero, la oscuridad y las tinieblas albergan la intermitente luz de los cocuyos, y las noches se vuelven menos tenebrosas, dando un halo de esperanza a los testarudos y a los utópicos.

Y para concretizar esta esperanza, nos ofrece como banquete de despedida, un interesantísimo pliego de iniciativas y conclusiones, que, tomadas sin apasionamientos, bien pueden servir para estructurar una propuesta unificada de gestión por parte de lo más sano de todos los sectores de la comunidad universitaria, para superar los males señalados y enrumbar la Institución por nuevos caminos de decencia, prestigio, calidad, ética y pertinencia social.