Una definición comparativa de la “tragedia” y la “comedia” es la siguiente: «La comedia se basa en hacer reír, lo cotidiano y hasta lo ridículo, mientras que la tragedia busca lo moral y la fatalidad, incluyendo suspenso y emociones fuertes….»
Nuestro referente cultural es el mundo griego, nos legó esta visión dicotómica de la vida. La coyuntura dominicana post-elecciones y pre-cambio de gobierno (es decir, entre el 5 de julio y el 16 de agosto) retrata estos extremos existenciales de cada dominicano.
Por eso, la representación del teatro en Grecia antigua se hacía con las dos máscaras representativas de la “risa” y el “llanto”. En Dominicana las hemos fusionado ya que nuestra tradición musical prevaleciente es la “canción de amargue”: cantamos nuestras penas y lloramos nuestras alegrías.
En este interregno de las angustias de los que salen y las esperanzas de los que anhelan sorber las mieles del poder, tenemos grandes cuestiones y pocas respuestas. El cambio ¿es el cambio de nombres en la jerarquía o el cambio de políticas? La realidad se impone. ¿Hay que seguir combatiendo al Covid-19 o seguir abriendo la economía a pesar del riesgo de haber testificado un manejo de “imprevisiones, negligencias y opacidad” de parte de las autoridades sanitarias que saldrán el 16 de agosto? Además, ¿podrá imponerse el deseo de la “casta” empresarial por salvar a la principal autoridad monetaria dominicana y confirmarle en el cargo?
Por ello insisto, estamos entre la risa y el lloro, vivimos una tragicomedia cotidiana en el patio criollo. Los dominicanos tenemos atisbos de las respuestas a las preguntas que he adelantado, con los nombramientos del Gabinete del Presidente Electo, Luis Abinader Corona: gente profesional, competente, no contaminado con la vieja política y promesas de la nueva generación que señalé en mi artículo anterior, «La Teoría de las Generaciones».
Es una apuesta al futuro para construirlo desde el presente.
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La otra cara de la moneda, los que lloran estos días, piensen cómo van a hacer oposición, luego de que reflexionen, que esta democracia nos pertenece a todos, incluyéndoles, por lo que reflexionar en su “renovación” partidaria deben iniciarla recuperando la confianza en la muy desafiada y siempre construyéndose sociedad democrática y se convierta en una organización política que destierre la vocación autoritaria y la acaparación de todos los órganos del Estado a imitación del “socialismo del siglo XXI”.
Ojalá que se queden el purgatorio para hacer un examen de conciencia, sin que lleguen al infierno que, al decir de Dante Alighieri en su «Divina Comedia», dice que está lleno de políticos y fariseos, aparte de apóstatas e idólatras. Ya que hasta las iglesias llegó la tentación de dividir a la sociedad entre “santos” y “pecadores”, un poder que tendrá el Señor Supremo el día del «Juicio Final» en los tiempos apocalípticos.