In memoriam a Arturo Jiménez Sabater
Este fragmento forma parte de la conferencia: Lengua, cultura e identidad dominicana, presentada en la apertura del diplomado que se realiza en el Instituto Superior Bonó: Lengua Española y Literatura.
Cada lengua contiene la cultura y la historia de su gente, sus angustias, sus ritmos de vida, sus colores y sus sentimientos. Dime cuál es tu cultura y sabremos en cuál variante de la lengua te expresas. Por lo que usted escribe y habla conocemos su cultura y su vida por más que queramos ocultarlo. Con razón hay un dicho popular que dice: Por la boca muere el pez.
El habla popular es una variación sociodialectal de la lengua. Como tal lleva consigo lo que expresó Pedro H. Ureña: un repertorio de tradiciones, de creencias, de actitudes ante la vida,… (Raza y Cultura, 1934). Esta habla se distancia de los actos comunicativos “cultos” y formales, pues en ella se recrea la historia oral y lo que acontece de forma espectacular. Arturo Jiménez Saber, uno de nuestros más profundos lingüistas dominicanos estudió y describió las características léxicas y sintácticas de este uso popular de la lengua como identidad de un conglomerado social rural y urbano (Más datos sobre el español en Santo Domingo,1999, y Guía de Redacción para comunicación popular,1999. Además, hay también un uso pragmático en la comunicación popular en lo que se calla y en lo que se dice, en la lucha por la sobrevivencia, en el engaño, en la envidia y la intriga.
El historiador, Frank Moya Pons, advierte este lenguaje, entrecruzado con la vida cotidiana, en su libro La Otra Historia ( 2009). Pero esta historia que no se dice, que no se escribe o que se teme decir, que parece no tener credibilidad según la historia oficial, es real y veraz, a veces mucha más que la que nos ha enseñado en los libros.
Desde un enfoque sociolingüístico, el habla popular dominicana está conformada por una diversidad de usos que se van sedimentando en la cultura con los cambios sociales y políticos. Una etnografía lingüística nos describe la diversidad en el pasado y el presente, pero no puede predecir la magnitud de sus usos en el futuro, pues estamos hablando de cambios culturales. Imagínese usted, los impactos comunicativos provocados por la revolución tecnológica en la estructura sintáctica y semántica de los usuarios de las redes sociales.
Por eso no me atrevería a firmar una única identidad lingüística cultural dominicana como han expresado algunos eruditos, sino más bien de una diversidad en entornos geográficos y culturales, que va cambiando a galope con los avances de los cambios de una sociedad globalizada. Postular una identidad lingüística única llevaría a transitar por los senderos de los yerros de la dictadura lingüística y cultural: una variante de la lengua única y una sola cultura nacional iría en detrimento de la diversidad. Tal determinación contribuiría a ahogar la vida y la comunicación que brota del sentir de nuestra gente. Orlando Alba, en el ensayo, La identidad lingüística de los dominicanos (2009), expresó: La imposición de una norma supone un total desconocimiento de la esencia social de la lengua que adquiere en cada país su color peculiar.
No significa en lo absoluto, que deseamos que se imponga un habla popular como política lingüística. Sino al contrario: el Estado dominicano debe empeñarse a fondo para que los que ingresen al sistema educativo amplíen su cultura lingüística y puedan acceder a las variantes de la lengua más estandarizados, formales y literarios, que les permitan interactuar con otras culturas y saberes acumulados, sin despreciar las formas comunicativas que traen los alumnos/as a la escuela. En ese sentido, necesitamos realizar un trabajo en la cultura, empezando con el ejemplo desde arriba, desde el trabajo familiar, desde las religiones, desde los medios de comunicación y desde las organizaciones civiles. Enseñar la lengua es valorizar la cultura. Si desprecia la lengua, también perderá valor la cultura. Es una relación de valor, como lo es el peso dominicano frente al dólar.
En esta habla popular fue que Juan Antonio Alix, tomando distancia del elitismo criollista de las últimas décadas el siglo XIX, expresó la vida y el sentir de la cultura de la época. Escribió Cogiendo lo mangos bajitos, para denunciar aquellos que no trabajan y viven de los demás sin dar un golpe. Y en su crítica a las ideas del progreso, escribió una décima dirigida a conocidos comerciantes de Santiago, en un tono irónico:
Dizque estamos progresando/Dizque así dice la gente/Dizque dijo un imprudente/Dizque dijo: ¡ello, cuándo!
También Josefa, una mujer con una sabiduría singular, residente en Guachupita, Santo Domingo, expresó al cura que tenía un rostro de suspicacia en una misa de resurrección: Padre: bendiga toda esa agua, que hay una cosa regá en el mundo para acabar con la juventud y los hogares.
Desde el arte, Frank Reyes, uno de los grandes intérprete de la bachata popular dominicana, se enunció como un hombre sentimentalmente atrapado entre su esposa y la amante, la cual intentó quitárselo a su mujer; le reclama que la deje, pero él saliendo de la trampa, le argumenta y le canta así: No me pidas que deje su amor, olvidarte es lo mejor…
El compositor santiaguero de música popular dominicana, Ramón Alberto Díaz, conocido como Ramoncito, gravó para Rasputín el merengue, La mentira, en la cual describe, con certeza, parte del comportamiento lingüístico popular del campesino en la década de los ochenta:
Este es el mejor país del mundo. Anjá, unjú. El hombre tiene principio y el político no roba. Aquí la luz no se va, aunque la mande a ir, ni hay en la calle una basurita. Nadie se va de aquí, aunque dicen de fuera que la gente se quiere ir. Aquí cuando usted va buscar la visa, además de la visa le regalan el pasaje.
Vakero tiñó de gris las letras de un ritmo urbano de protesta social, titulado el Hombre Gris, que se hizo viral en las redes sociales(2016): Ahí viene el hombre gris/dime muchacho que hay para mi! Y por último, Fania, una mujer desesperada, también ha expresado sus deseos en el habla popular en las redes sociales en la búsqueda de una pareja: soy santiaguera de pura cepa y busco un hombre de buen corazón y con buen sentido del humor! Tengo 38 años, no doy problema, soy una mujer tranquila, no bebo, no fumo y mi signo zodiacal es libra.