Mi primera visita a esta pequeña y primigenia ciudad uruguaya, situada del lado oriental del Río de la Plata, frente a Buenos Aires, fue la escala obligada, por la vía acuática, a Montevideo, separadas por unos 170 kms. El cruce, en embarcaciones especiales, que conectan la capital argentina con el Uruguay, se hace, entre otras maneras, haciendo escala en la ciudad de Colonia del Sacramento, o simplemente Colonia, fundada en 1680.

Mi primera impresión fue tan favorable, que al regreso de Montevideo a  Buenos Aires, decidimos pernoctar una noche en ella. Tanto su configuración de villa marinera, como sus casas y su gente, al igual que sus azados, y puestas de sol, me fascinaron, pusieron a pensar en mi Santo Domingo colonial. Antes de esa transitoria visita no sabía de su existencia, ni de que seis años después sería declarada por la UNESCO patrimonio cultural de la humanidad.

Aunque ya no estaba metido de lleno en el programa de rescate de nuestra Ciudad Colonial, todo lo que se me pareciera a esta me llamaba la atención, y me retrotraía a las obras que había hecho durante los doce años que me tocó dirigir ese programa. De ahí, más que otra cosa, mi fascinación por lo que encontré.

Las casas de Colonia, en su mayoría de un solo nivel, están hechas casi de manera igual que las dominicanas. El conjunto arquitectónico se me pareció a sectores de nuestra Ciudad Colonial, de los compuestos por casas, o hileras de estas, pertenecientes al siglo XVIII. Y una buena parte de estas, habían sido construidas a base de una abundante piedra, característica del lugar. Como ya se había iniciado, aunque tímidamente, la restauración de algunas casas particulares, siguiendo las pautas de un programa similar al nuestro, iniciado un año después (1968), me llamó poderosamente la atención la manera como lo hacían.

A las casas, relativamente pequeñas, se les empezaba a desprender el pañete que habían recibido cual camuflaje a partir de finales del siglo XVIII, dejando la piedra y otros elementos a la vista. En una próxima visita, que habré de girarle próximamente, tendré la oportunidad de volver a ver cómo van los trabajos de su rescate, y que han hecho para sacarle provecho turísticamente.

Del 12 al 14 de abril de 1967 el Presidente Joaquín Balaguer asistió a una Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno, que la OEA organizó en Punta del Este, Uruguay. Pasados dos meses el Jefe de Estado creó la Oficina de Patrimonio Cultural (OPC), y ocho meses después fueron redactadas las Normas de Quito, en reunión que tuvo efecto en Quito, Ecuador, a la que tuve el honor de asistir en representación de mi país.

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