Washington.-El presidente de EE.UU., Barack Obama, indicó ayer que, pese a que Rusia se infiltró en las comunicaciones del Partido Demócrata para afectar el resultado de las elecciones de noviembre, no manipuló las máquinas de votación y es válido el recuento final, que dio el triunfo al republicano Donald Trump. “Puedo asegurar al pueblo estadounidense que no hubo manipulación de los sistemas de votación que temíamos. Los votos se contaron de manera apropiada y las máquinas de votación no fueron afectadas”, señaló Obama en su última rueda de prensa del año. Cable de Efe, 17 de diciembre de 2016

Pero…

Repentinamente, lo que debería ser la clave de su triunfo en la contienda por la presidencia de los Estados Unidos, se ha convertido para Donald Trump en un posible valladar. Tras las elecciones que perdió Al Gore frente a George W. H. Bush en condiciones inauditas e insólitas (nunca antes vistas ni oídas) en el año 2000 se habló más del escandaloso fraude electoral en Florida que del hecho de que Gore perdiera la presidencia pese a ganar mayoría del voto popular, y ¡por un solo voto electoral! En esta ocasión el Colegio Electoral ha devenido en un posible campo de batalla escogido por los sectores que perdieron las elecciones. A medida que se acerca la reunión del colegio, en realidad 50 reuniones, una reunión simultánea de los “grandes electores” en cada estado, se habla más y más del tema de una posible revuelta de estos en contra de Donald Trump. Aunque lo consideran “extremadamente improbable” no paran de hablar de ello, de lanzar teorías y “posibles escenarios”, todo derivado de la supuesta injerencia de Rusia en las elecciones del pasado noviembre.

El empresario, político, personalidad televisiva y escritor Donald John Trump (nacido el 14 de junio de 1946 en Queens, Nueva York) deberá ser escogido Presidente de los Estados Unidos por el Colegio Electoral, pese a haber obtenido menos votos que su más cercana rival, la exsecretaria de Estado y exsenadora Hillary Clinton. Los cómputos finales indican que Clinton logró ganar el voto popular con 48.03% (62,523,126) de los sufragios, contra 47.01% (61,201,031) de Trump. Los demás candidatos sumaron el restante 4%. Pero, la señora Clinton perdió en el sistema del colegio electoral: 290 contra 232 ya que se necesitan 270 votos para ganar allí. Para entender la peculiar forma que tiene EEUU de escoger su presidente hay que revisar una vez más en qué consiste el Colegio Electoral.

El Colegio Electoral

El Colegio Electoral es el cuerpo de compromisarios electos encargado de elegir al presidente y al vicepresidente de los Estados Unidos. Se compone de 538 electores. 

En lugar de votar directamente al presidente y vicepresidente, los ciudadanos  votan por los electores que los representarán a ellos. Por eso, las campañas presidenciales en aquel pais se concentran en ganar el voto popular en una combinación de los estados que opten por una mayoría de los electores, en lugar de hacer campaña para ganar el mayor número de votos a nivel nacional. Cada estado tiene un número de electores equivalente al número de sus senadores y representantes (diputados) en el Congreso.  Los estados menos poblados, como Alaska, Montana, Delaware, Dakota del Sur, Vermont, Wyoming, Dakota del Norte y la capital Washington D. C., tienen tres votos; o cuatro votos, como Nuevo Hampshire, Hawái, Rhode Island, Idaho. Los estados más poblados tienen más votos: Minnesota,  Misuri, Wisconsin, Maryland, (10 cada uno); Arizona, Tennessee, Massachusetts e Indiana (11 cada uno); Washington (12), Virginia (13), Nueva Jersey (14), Carolina del Norte (15), Georgia y Míchigan (16 cada uno), Ohio (18), Illinois y  Pensilvania (20 cada uno), Nueva York y Florida (29 cada uno), Texas (38) y California (55). Basta con un número de estados clave y, con excepción de California, Illinois  y Nueva York, Trump los ganó todos, acumulando los 270 votos necesarios.

El “extremadamente improbable escenario”

La cadena CNN mantuvo ayer en su portada internacional un extenso artículo de fondo preparado por los periodistas investigadores Gregory Krieg, Marshall Cohen y Robert Yoon, bajo el sugestivo título de What happens in the extremely unlikely scenario the Electoral College goes rogue? (¿Qué sucedería en el extremadamente improbable escenario de que el Colegio Electoral se vuelva pícaro?). Después de unas 10 horas la noticia se mantenía como principal, pero el título fue cambiado a subtitulo y reemplazado por Could electors stop Trump?) ¿Podrían los electores detener a Trump?).  Si esto no forma parte de una campaña que venga Dios y lo vea.

Dicen ellos: Donald Trump está ocupado armando su gabinete y planificando su agenda, pero él no es realmente, oficialmente no es Presidente todavía. Una de las peculiaridades de la democracia estadounidense es que en realidad es un grupo de 538 "electores" – miembros del Colegio Electoral – en esta nación de 318 millones quienes realmente eligen al presidente.
Lo harán, reunidos en sus respectivos estados, el 19 de diciembre. El resultado es una conclusión inevitable, pero hay espacio, por pequeño que sea, para una sorpresa: un levantamiento, tal como lo exigen algunos demócratas e incluso algunos republicanos, de "electores sin fe".
Ninguno de los electores está constitucionalmente obligado a seguir la voluntad de las personas que representan, por lo que en esta bizarra temporada electoral (y posterior a las elecciones), un sistema arcano que fue establecido en la Convención Constitucional de 1787 podría – y esto es muy poco probable, pero podría legalmente – volverse pícaro y potencialmente negarle a Trump la presidencia.
Más de 136 millones de estadounidenses votaron por el Presidente el día de las elecciones en noviembre. Mientras que Clinton superó a Trump por casi tres millones de votos, las estrechas victorias del republicano en una serie de estados clave le aseguraron una clara victoria en el Colegio Electoral.
Basado en la votación del 8 de noviembre, se prevé que Trump tendrá 306 votos en el Colegio Electoral – necesitará que al menos 270 de ellos lo elijan formalmente durante las reuniones del 19 de diciembre. Estos resultados serán contados y certificados por una Sesión Conjunta del Congreso el 3 de enero. Cualquier otro resultado arrojaría a la república en una especie de caos no visto en al menos 140 años. (traducción libre, RAG)

Tres escenarios

Los periodistas investigadores de CNN plantean tres escenarios para los resultados del Colegio Electoral:

Escenario 1: El sistema funciona y Trump gana
Escenario 2: "Los electores sin fe" se hacen los pícaros y hacen girar las elecciones a favor de Hillary Clinton
Escenario 3: Electores del campo de Trump lo abandonan, pero ninguno de los candidatos recibe los 270 votos

Lo feo que se pondría el asunto

Si se da el escenario 3 de ahí en adelante EEUU entraría en terreno peligroso para su estabilidad, pese a que los creadores de la Constitución previeron esa posibilidad, lo que no previeron fue esta época. En su afán por no permitir que alguna vez la elección recayera directamente en la población, abrieron posibilidades insospechadas. No pensaron en que en 2016 la gente se preguntaría por qué elegir directamente a los gobernadores, alcaldes, legisladores y miles de otros funcionarios, pero no al Presidente. Algo escondían.

Cómo lograr el desempate. Una buena explicación la da la BBC:

En este complejo sistema matemático, se puede dar el caso de que cada uno de los dos candidatos principales obtenga 269 votos electorales. O que ninguno de los dos tenga 270 votos electorales, aunque no estén empatados. Eso sería en el caso de que un tercer candidato logre arañar los votos electorales de algún estado, como puede ocurrir con el independiente Ewan McMullin en Utah.

En cualquiera de esos dos supuestos, la elección del presidente recaerá entonces en la Cámara de Representantes, que tomará su decisión entre los tres candidatos con más votos electorales.

A diferencia del Colegio Electoral, en esta instancia legislativa cada delegación estatal tiene un solo voto. Para ser elegido presidente, un candidato necesita obtener 26 votos (la mitad del número de estados más uno, sin contar con el Distrito de Columbia, que queda fuera).

Los analistas consideran que, si llegamos a este escenario, es probable que el vencedor sea Donald Trump, puesto que el Partido Republicano cuenta con una amplia mayoría en la Cámara de Representantes.

Aun así, es importante señalar que el voto lo realizaría la Cámara resultante de las elecciones, en la que el equilibrio de poderes puede ser distinto al actual.

La elección del vicepresidente tiene lugar en la otra cámara legislativa, el Senado.

Compuesto por 100 senadores, se requiere el apoyo de al menos 51 para decidir quién ocupará el cargo.

La Cámara de Representantes tiene como fecha límite el 4 de marzo de 2017 para elegir presidente. En caso de que no llegue a un acuerdo para entonces, la presidencia quedará a cargo del vicepresidente.

Si tampoco hubiera vicepresidente electo para esa fecha, el presidente de la Cámara de Representantes sería el nuevo presidente de EE.UU.

¿Qué tal un Trump vengativo?

En casi todos los escenarios que se analizan Trump resultaría triunfante. Trump alabó públicamente a Hillary Clinton a cambio de su decisión inicial de no enfrentarse a su victoria y “transición” electoral. Sin embargo, al utilizar a la candidata del Partido Verde Jill Stein para oponerse al conteo electoral y las acusaciones de la CIA y el Partido Demócrata de la conspiración Rusia-Trump-FBI para influir en la campaña, Hillary podría verse enfrentada a un Trump victorioso y vengativo.

La advertencia de Paul Craig Roberts

Paul Craig Roberts ha desarrollado carreras en investigación y academia, servicio público y periodismo. Desde 1971 hasta 2004 perteneció a la Institución Hoover, la Universidad de Stanford como becario nacional, investigador e investigador. Ex  editor y columnista de The Wall Street Journal y columnista de Business Week y el Scripps Howard News Service, es columnista sindicado a nivel nacional para Creators Syndicate en Los Ángeles. En 1992 recibió el Premio Warren Brookes a la Excelencia en Periodismo. En 1993, el Forbes Media Guide lo clasificó como uno de los siete mejores periodistas en los Estados Unidos.

Esta fue la sombria advertencia, reciente, de Paul Craig Roberts “Si los oligarcas neoconservadores o de seguridad militar están dispuestos a actuar tan públicamente en violación de la ley contra un presidente entrante que podría acusarlos y someterlos a juicio por alta traición, ¿no estarían dispuestos a asesinar el presidente electo?”.

Incierto apoyo legislativo
Como sea que Trump lleque a Presidente, uno de los aspectos preocupantes de su gestión provendrá de la rama legislativa. Para agregar mayor incertidumbre, el resultado de las urnas le ha otorgado al Partido Republicano la mayoría en el Senado y la Cámara de Diputados. Como los republicanos no lo acompañaron mayoritariamente, sino que muchos candidatos locales le eran adversos, no hay manera de definir con antelación el real apoyo legislativo que obtendrá Trump. En un país donde las grandes decisiones requieren de la aprobación del Congreso, incluso los nombramientos de decenas de funcionarios de alto rango de la rama ejecutiva. Por lo tanto, cuál será el apoyo de su base legislativa es una gran incógnita.

Además, es común que en EEUU la mayoría legislativa en muchos temas no se alcance siguiendo líneas partidarias sino inclinaciones políticas (conservadores vs liberales) o particulares intereses regionales o económicos.