Algunos que se consideran religiosos rasgan sus vestiduras y pegan el grito al cielo cuando ven a dos personas de la comunidad LGBTI expresándose afecto públicamente o defendiendo sus derechos. A estas personas les molesta el amor y se irritan atrincherándose contra todos los que son diferentes a ellos, en religión, preferencia sexual, ideas y gustos.

La mayoría de estos individuos que rechazan al prójimo por su orientación sexual, se consideran defensores de la moral y cristianos (entiéndase católicos, evangélicos, Testigos de Jehová y todos los que quepan en este conglomerado). Incluso quienes no pertenecen a  ninguna denominación dicen creer en Dios. Pero estos que dicen creer, aunque no pertenezcan directamente a ninguna iglesia, han sido influenciados por la predicación de católicos y pentecostales pocos ilustrados, que le han hablado de un Dios homófobo y misógino, fascinante y terrible, amado y temido, ternura y fuego consumidor que amenaza con un aterrador día del juicio. Incluso lo presentan como un dios que se opone a la felicidad humana.

Esta doble y contradictoria personalidad de Dios es pregonada por creyentes, que por tener la “fe del carbonero” están confundidos y se hacen una idea de Dios a imagen y semejanza de las mediocridades humanas, pero que no tiene nada que ver con el Dios que aparece en los evangelios.

Ya en tiempos de Jesús existía ese tipo de persona religiosa a quien el Señor enfrentó duramente llamándola hipócrita por haber descuidado lo más importante: la justicia, la misericordia y la fe! (Mt. 24. 23-26). Son los que se apegan a supuestos principios religiosos basados en la ley, en las normativas, en lo que dicen sus autoridades  eclesiásticas; pero no se dejan interpelar por la persona del Señor Jesús, no han tenido un encuentro personal con Cristo, no escuchan su mensaje y por lo tanto, no son capaces de pensar por sí mismas porque prefieren que el pastor piense por ellos y les revele la voluntad de Dios y sus misteriosos caminos.

Viven un cristianismo sin Cristo. Por eso cuando a Mahatma Gandhi le preguntaron que opinaba del cristianismo y los cristianos, contestó que el mundo sería maravilloso si hubieran verdaderos cristianos en el. Este argumento es tan contundente que no necesita explicación.

Muchos cristianos han reducido el cristianismo a una moral sexual y viven obsesionados en ver pecado en todo lo que tiene que ver con el sexo y su preferencia. Son hipersensibles con el tema de la política de género; en cambio se muestran insensibles y silenciosos con los temas sociales. Miran a otro lado o cierran los ojos cuando hay que atacar la corrupción, la violencia intrafamiliar, los feminicidios, la explotación infantil, el maltrato animal, el racismo, el odio, etc. Dan un rodeo y pasan de largo, como el sacerdote y al levita de la parábola del Buen Samaritano. (Lc. 10, 29)

Esa moral puritana va encalleciendo el alma y aleja de lo central y verdadero del mensaje de Jesús que se mostró compasivo y cercano a todas las minorías rechazadas en su tiempo, siendo Él mismo rechazado y marginado por el poder político y religioso.

Hemos visto a las iglesias cristianas organizar campañas en contra de la política de género: “con mis hijos no te metas” y “un paso por mi familia”. Está bien, creo que debemos fortalecer la familia, pero todas las familias, no sólo la tradicional compuesta por el hombre, la mujer y los hijos. Hay otras formadas por personas LGBTI que también son familias. Los derechos de un grupo no deben estar contra los derechos de otros.

¿Cuándo fue la última vez que las iglesias organizaron alguna marcha en contra de los feminicidios? ¿Cuándo se han referido a los atropellos contra las personas LGBTI?

El sábado 31 del pasado mes nos despertamos con la terrible noticia del feminicidio contra Anibel González, la joven abogada y madre de tres niñas, asesinada por su exesposo. El conocido pastor evangélico Ezequiel Molina Jr. Acusó en su cuenta de Twitter a los promotores de la “ideología de género por promover la guerra entre los sexos”. Esa fue la única opinión que le mereció la espantosa noticia a este líder religioso, guerrero de la batalla de la fe. ¡Nada insulta más nuestra inteligencia que semejante rebuzno!

No podemos esperar otra cosa de una iglesia machista y fundamentalista que manipula la Biblia en contra de la mujer y los derechos humanos; y que ha torcido el mensaje fundamental del Evangelio.

A ellos se refiere Jesús cuando dice que cuelan el mosquito y se tragan el camello, descuidando el derecho, la justicia, la igualdad y el respeto por sus semejantes.