“En una tribu beduina no se recuerdan asesinatos desde hace años. Para conseguir que no los hubiera, se estableció un protocolo para la resolución de disputas, donde los contendientes discutían durante unos minutos la solución del problema. Si pasado ese tiempo no llegaban a ningún acuerdo, un consejo de sabios decidía por ellos”.
La cita sacada del libro “Neuromarketing. Cuando el Dr. Jekill descubrió a Mr. Hyde” (páginta 172), aplica a la situación actual de Pedernales, no tanto para apelar a un Consejo de Sabios, sino para que el presidente Danilo Medina y sus ministros se muden durante al menos una semana a aquella provincia en el extremo más meridional de la República Dominicana, a 307 kilómetros de la capital por la carretera 44. Allá, la crisis económica tocó fondo y los cuentos locales se acabaron.
El grito ¡Abran el mercado binacional! es el resultado de una sinrazón de la coyuntura. Pero no es la primera vez, ni será la última. Los despropósitos también vienen del oeste de la frontera.
El cierre en esta ocasión de la puerta simbólica, y con ella, la susodicha plaza que funciona lunes y viernes, ha sido provocado por un exabrupto (ultimátum del dirigente perremeísta Chichí Aquiles), inducido por discursos locales sobre una “invasión haitiana en Pedernales”, y, como chispazo para prender el fogón, la muerte de la pareja Neida Urbáez-Julio Reyes Pérez, 55 y 66 años, por parte de dos haitianos. https://www.diariolibre.com/noticias/sucesos/video-dan-plazo-de-24-horas-a-haitianos-para-salir-de-pedernales-MM9394284.
Agravada la vieja crisis, se necesitaba un mesías. Y aparecieron dos: el primero, alcalde Luis Manuel Féliz Matos, quien no ha logrado persuadir a su par de Anse –a- Pitre, Harry Bruno. Y ahora el cónsul en Belladere (hasta febrero cónsul en Anse –a- Pitre), Martín Féliz Terrero, quien ha llevado la “varita mágica” para la solución del conflicto. Casi seguro que él “quitará el candado” de los portones de la frontera, si no aparecen otros escollos incontrolables en el camino.
Abierto o cerrado el mercado binacional, con todo y mesías, Pedernales seguirá en las mismas: presa de la miseria porque así se justifican los “salvadores”.
A un menesteroso apenas le alcanza el tiempo para sobrevivir cada día; se levanta sin saber qué comerán sus hijos. Y, en esa incertidumbre maldita, aparecen dioses que le tienden la mano simulando que el dinero sale de sus bolsillos y no del Estado.
Pedernales seguirá en las mismas porque no se trata de un lío de gente haciendo transacciones informales bajo unas carpas edificadas en el lado oriental de la frontera, al lado del cauce polvoriento del “río” Pedernales. Nada más impredescible y riesgoso que aquel jolgorio. Es un negocio oscilante que también depende del capricho de alguna autoridad haitiana más interesada en sus negocios particulares que en el colectivo. Y peligroso en términos epidemiológicos porque Haití es una fuente permanente de enfermedades infecto-contagiosas, en tanto los únicos haitianos humanos son los que viven encopetados en las colinas de Petion Ville, en los residenciales de Santo Domingo, Paris y La Florida. Los demás, nueve o diez millones, son solo habitantes, muertos civiles.
La solución tampoco es una zona franca de poca monta, con 602 “empleos” de menos de cinco mil pesos por quincena. Ni una empresa pagando igual de malo para sacar de las entrañas del parque nacional Baoruco hasta la última onza de bauxita. Ni otra empresa arrasando todo el entorno de Cabo Rojo para producir agregados y cemento, o extraer minerales no declarados.
Pero nada ofende más a un desempleado sin esperanzas que informarle sobre su existencia azarosa. Ni se imagina él que, así, su indigencia avanzará y terminará solo cuando muera.
Pedernales urge una intervención estatal, en lo que llega el turismo frenado por el robo de todas las tierras con vocación para el desarrollo de tal actividad. Porque, entre promesa y promesa, el pueblo desaparece. La dádiva para saciar el hambre de un día es la peor humillación.
Se sabe de las ataduras del Presidente para disponer de recursos sin consignarlos en el Presupuesto. Sin embargo, alguna salida hay que buscar ahora, en que ochenta de cada cien pedernalenses sufren en la línea de pobreza y el resto se encamina rápido hacia allá. Y si esa salida es la declaratoria de emergencia para acceder sin tantos protocolos a dinero del erario, pues, que apele a ella. Esta provincia de unos 30 mil habitantes está al filo de la ingobernabilidad, porque “tanto va el cántaro a la fuente, hasta que se rompe”. Y ya ha ido muchas veces.