"Los poderes ocultos del mal se buscan peligrosamente"

Publilio Siro

Año 1229, monasterio de Podlažice en Bohemia Oriental.

El monje apresuraba sus pasos por el angosto patio de adoquines, donde convergía un laberinto de callejuelas que se abrían hacia la abadía. Los arrastres de las hebillas de sus alpargatas de polaina tañían el empedrado pavimento mojado por el rocío del atardecer. Desde la torre gótica del templo cisterciano de los benedictinos, los badajos del campanario doblaban a unísono compás el silencio del pueblo de Podlažice, al este de Praga. El monje Herman (inclusus Hermanus monachus) había conjurado contra Dios y su penitencia acuciaba el castigo en esa noche. 

Codex Giga

El cisterciense atravesaba la pasarela de la bóveda de cañón de la abadía abriéndose paso con la luz de la vela. La soledad era absoluta en el monasterio, sólo la omnipresencia y la sombra de su túnica le perseguían. Su precipitada silueta se reflejaba en las columnas adosadas y en los arcos de fajones. De un súbito, en la sala de profundis una corriente de aire inducia la luz de la candela escaparse con el humo, desprendiendo un olor pestilente y una imagen casi divina se bifurcaba ante los timoratos ojos del ermitaño.

  • ¡Señor, detrás del campo está bajando el crepúsculo! ¡Por favor, concédame una sola y única noche! A cambio, antes de que el gallo cante, escribiré un libro que ojos humanos que antes hayan visto. ¡De eso modo le devolveré al monasterio su gloria y podré salvar mi alma  El monje se arrodillaba implorando clemencia. 
  • ¿Me ofreces un pacto? ¿La gloria eterna para mi monasterio y tu salvación a cambio de un libro que escribirás hasta el amanecer?  Nunca ningún pecador había pedido un perdón así. Al amanecer me entregarás en alabanza a Dios el libro más grande del mundo.  Le ordenaba al monje con omnipotencia la imagen divina del abad.

Herman emprendía la labor más ardua e imposible de realizar. Escribir el libro más voluminoso que existiera en la faz de la tierra, en solo una noche, era un esfuerzo sobrehumano. – Pero los pecados hay que pagarlos – El monje buscaba la fuerza y suplicaba a Dios, pero éste no apareció. Entretanto, caminaba de allí para acá y un singular ímpetu se apoderaba del monje y sin cesar escribía. La obra del cisterciense, escrita en latín con letras glagolíticas y en alfabeto cirílico, cuyas dimensiones de 92 × 50,5 × 22 cm, 624 páginas y de 75 kilogramos; se convertiría en el libro más grande jamás escrito, cuyo contenido está toda la biblia y toda la sabiduría humana hasta entonces conocida. EL libro llamado CODEX GIGAS o la biblia del Diablo como lo estigmatizó la Santa Inquisición.

Al llegar el Alba el monje Herman concluía la gran obra. Mientras, el sol invadía el monasterio desde el cimborrio con su luz, mechas de centellas se esparcían lentamente por las vidrieras de rosetón iluminando el claustro de la abadía. El cenobita Herman colocaba el libro en la mesa como lo había prometido, su cuerpo se esfumaba y su sotana se postraba al suelo. El desventurado monje cisterciense nunca supo que ese poder mágico que se había apoderado de su mente y de su cuerpo esa noche era del mismo Satanás, quien había dejado su alegórica estampa grabada en una de las láminas del Codex Gigas.