Salvo Reinaldo Pared, los precandidatos presidenciales vinculados a la corriente del presidente Danilo Medina han asumido un discurso de campaña tan equivocado como dañino para el futuro del gobernante Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y suyo.

En su afán por resultar el ungido, endiosan al mandatario e intentan desmeritar al precandidato y expresidente Leonel Fernández, adversario que deben enfrentar el 6 de octubre en las primarias internas. Pero denotan ausencia de críticas al principal opositor, Partido Revolucionario Moderno (PRM), cuyos protagonistas y discípulos gobernaron como PRD, con graves debilidades, en los períodos 1978-1982, 1982-1986 y 2000-2004. Y, con el silencio largo y profundo, contemporizan con las campañas sucias contra el exmandatario.     

La muestra más contundente de su desvarío discursivo es el sobredimensionamiento de las gestiones 2012-2016 y 2016-2020, a tono con el ocultamiento de las tres anteriores de la organización morada, gerenciadas por Fernández (1996-2000/2004-2008/2008-2012), las cuales ha servido de zapata a las actuales.

Con la testaruda pretensión de mellar la fuerza de Fernández entre las bases y externos con derecho a votar, abren un boquete para que fulminen al mismo gobierno del que son deudores eternos.

El PRM, librado de ataques, aprovecha la oportunidad, recobra fuerzas y navega orondo sobre aguas tranquilas, reprimiendo antecedentes, atizando división y reponiéndose de sus estrellones estratégicos y de su deuda acumulada de oposición real al gobierno.

GIRO URGENTE

Los gobiernos de Fernández y Medina son interdependientes, no porque sean del PLD, sino porque los éxitos de hoy hubieran sido imposibles sin las bases dejadas en 2012 cuando el primero entregó el cetro al segundo.

¿Cómo le habría ido al actual mandatario si le hubiesen entregado el Poder Ejecutivo con el descalabro de 2004, reflejado en alta inflación, peso devaluado, PIB en picada, instituciones caóticas, corrupción bancaria, salarios de profesores irrisorios, crisis social?

Tal vez, bien, vistas sus agallas para el trabajo. Pero no con el alcance que luce hoy porque habría necesitado varios años solo para tranquilizar el nerviosismo de la macroeconomía y la sociedad alborotada por la falta de empleos, escasez y carestía de productos básicos, largas filas para obtenerlos y especulación a granel.   

Los de Fernández dejaron estabilidad macroeconómica e incremento sostenido del PIB, reforma y modernización del Estado (Cédula, Dirección de Impuestos Internos, Dirección de Impuestos Internos, sistema de salud), hospitales como los traumatológicos Ney Arias Lora y Juan Bosch, y pediátrico Hugo Mendoza; presas, acueductos, líneas 1 y 2 del Metro de Santo Domingo, modernización, crecimiento geométrico del Seguro Nacional de Salud y del turismo (hoy se mantienen), afianzamiento de las relaciones internacionales, gran inversión en la construcción de obras en la sede, recintos, centros y subcentros regionales de la UASD, en carreteras turísticas, túneles y elevados.

Los de Medina registran logros y avances, como edificación de escuelas, hospitales y estancias infantiles; instalación del teleférico, el 911, promoción de la asociatividad de campesinos y apoyo a proyectos puntuales en las regiones del país; plan de alfabetización, proyectos de rescate de las familias que malviven a las orillas del río Ozama y el lago Enriquillo, acueductos, presa de Monte Grande.

Así las cosas, a los precandidatos Temístocles Montás, Carlos Amarante Baret, Radhamés Segura, Gonzalo Castillo, Andrés Navarro y Francisco Domínguez Brito, quizás, les convenga redireccionar su discurso para asumir como eje la unificación partidaria a partir de los logros de las gestiones de su partido, no de miradas personales tan expuestas a las debilidades humanas, como resentimiento, despecho, traición, irresponsabilidad.

Lo otro sería que los públicos les vean como agentes infiltrados de una oposición, que –parafraseando al empresario, presidente del PRD y canciller, Miguel Vargas, cuando se refirió a la alianza con el gobierno de Medina–, si no se puede ganar con uno de ellos, preferible el enemigo externo. Un error que los borraría de por vida del mapa morado.

El precandidato presidencial, presidente del Senado y secretario general del PLD, Reinaldo Pared, ha optado por no subestimar ni denigrar a un Fernández que ha acelerado su crecimiento tras el discurso pronunciado por Medina, la noche del 22 de julio de 2019, en el que, obligado por las circunstancias, anunció su desistimiento a impulsar una segunda reforma constitucional consecutiva para repostularse. ¿Veteranía? ¿Inteligencia política?