En forma recurrente, el Colegio Médico Dominicano (CMD) demanda la eliminación de las Administradoras de Riesgos de Salud (ARS) por ser intermediarias. Este planteamiento, muy común tanto entre los profesionales de la salud, como en algunos círculos de la izquierda revolucionaria, es irracional, anti-histórico y acomodaticio.
La intermediación es un resultado natural, e inevitable, de la división social del trabajo, fenómeno que se da en todas las economías y sociedades, tanto de mercado, como centralmente planificadas. Claro, el sistema vigente “capitaliza” esta necesidad, convirtiéndola en una fuente más de concentración del capital y de ampliación de la desigualdad social.
¿Cómo sería la vida moderna sin la “intermediación”, que permite que las materias primas de América Latina puedan venderse en Estados Unidos, Europa y hasta en China? Y a la inversa, ¿cuál sería nuestro estándar de vida y nivel de satisfacción, si el comercio internacional no contara con personas y empresas dedicadas a colocar en nuestros centros comerciales millones de productos fabricados a 8,000 kilómetros de distancia?
¿Cuánto esfuerzo y tiempo tendría que emplear una familia para planificar y contratar pasajes, hoteles, tours, diversiones, restaurantes, etc., directamente con cada uno de los productores “directos” de estos servicios en cada país a visitar, sin la “intermediación” de tour operadores, directos o a través del Internet?
¿Cuánto le costaría al director de un hospital o clínica mantener contacto directo, y relación comercial, con cada uno de los fabricantes de equipos, instrumentos e insumos hospitalarios de todas y cada una de las especialidades? ¿Quiénes pueden demostrar que eliminando a los “intermediarios” la vida sería más sencilla, mayor el disfrute, y menor el costo?
La historia demuestra que los cambios generan resistencias de quienes se sienten cómodos y se benefician del orden existente. El campo de la salud no constituye la excepción, especialmente si recordamos el rol y la influencia cuasi divina que han ejercido los médicos en el transcurso de la humanidad.
Si las ARS desaparecieran, las PSS impondrían unilateralmente sus tarifas, como ocurre con los pacientes sin seguro. ¿Quién moderaría la relación asimétrica entre el médico y el paciente? La función esencial de las ARS es representar y defender a los afiliados en esta relación, haciendo las veces de su abogado, de su representante. Y por eso molestan.
Si muchas ARS anteponen su interés mercantil a su función social, lo que procede no es eliminarlas, sino exigirles mejor desempeño, igual que en el plano político. Por ejemplo, cuando los congresistas no nos representan adecuadamente, lo correcto no es eliminar el congreso, sino elegir mejor a los diputados y senadores.
Silencio y apoyo a la intermediación beneficiosa
En realidad, las críticas del CMD contra la intermediación no obedecen a posiciones coherentes, ni de principio. Más bien, se trata de planteamientos “revolucionarios” para ocultar posiciones “conservadoras”, disfrazando el interés mercantil de los grupos dominantes, confundiendo a la gran mayoría de los médicos y a la opinión pública.
Por ejemplo, para ser realmente coherente tendría que criticar, condenar y rechazar la “intermediación” de los “visitadores a médicos”. Pero, a pesar de que esta práctica contamina y mercantiliza la decisión de los médicos, la misma es aceptada y aplaudida, debido a las gratificaciones de todo tipo que les ofrecen los grandes laboratorios internacionales.
Por esa misma razón, tampoco se critica ni se denuncia el gran negocio y el enorme poder monopólico y político de los laboratorios transnacionales que encarecen medicamentos esenciales para salvar millones de vidas. Y mucho menos, se defiende la prescripción de medicamentos genéricos, a pesar de que su bajo costo los hace más asequibles a la gran población.
Da pena escuchar un enfoque y un discurso interesante sobre el sistema de salud, para luego terminar justificando posiciones incoherentes, apoyadas en el mismo mercantilismo que se pretende eliminar. En una economía de mercado, una competencia bien regulada, constituye una solución equilibrada frente al exceso del monopolio y a la acción ciega del mercado.