El clientelismo político es muy antiguo en el sistema electoral dominicano, prácticamente desde inicios de la República y constituye sin discusión como una tara para el desarrollo real del sistema electoral.
En los países subdesarrollados, el clientelismo tiene su mayor presencia en los programas asistencialistas del gobierno financiado con los fondos de los mismos contribuyentes.
El criterio clientelar de la política otorga un carácter “chapulinesco” al gobierno de turno. Es capaz de “resolver” y comprar voluntades a través de la compra de consciencias bajo la premisa de que “todos tienen su precio”.
Este “intercambio de favores” motiva a que el ejercicio político tenga una gran carga de corrupción, ya que evita una verdadera valoración de los gobernados hacia los gobernantes, resultando penosa y lastimeramente costosa la incursión de personas capaces y de buenos principios en la carrera política.
Lo peor de esta práctica, es que sumerge a los pueblos en la miseria, porque los gobernantes no buscan soluciones reales de desarrollo sino que les conviene mantener niveles altos de pobreza estructural para que luego en las batallas electorales reaparecer como héroes mesiánicos, capaces de resolver la miseria, pero de manera coyuntural.
En República Dominicana y más en los presidentes que quieren reelegirse, el llamado “gabinete social” se expande. La cartera clientelista se traga miles de millones de pesos que podrían ser bien utilizados en programas urbanos de desarrollo por ejemplo, para ayudar al emprendurismo.
El alto costo social del clientelismo se traduce no solo en el comportamiento electoral del toma y daca, sino también que acarrea atraso ya que los gobernantes no se preocupan por elevar las condiciones de vida de los gobernados, sino que cada cuatro años o en tiempos electorales, callan la consciencia social con recursos económicos.
Aunque la sociedad dominicana está despertando, falta mucho por hacer para erradicar el clientelismo. Entre los primeros pasos a seguir está una adecuada ley de partidos consensuada y tono con nuestra realidad electoral.
Sabemos que no es un camino fácil. Es necesario trillar y sacar del espacio electoral con votos castigo a líderes clientelares y partidos que llevan años usando los fondos públicos para lograr el apoyo clientelar.
Por lo menos en este tiempo hemos abogado por el voto en valores, campaña que va adquiriendo adhesiones entre ciudadanos dominicanos conscientes de que la sociedad necesita verdaderos cambios.
He recibido el apoyo de muchos que valoran las iniciativas ciudadanas que en ese sentido realiza el Consejo Dominicano de Unidad Evangélica (CODUE), porque es un tema importante para la agenda nacional y así preservar nuestra identidad.
La lucha apenas empieza. Muy al contrario de lo que muchos opinan, el voto en valores, informado, va a calar en la consciencia de los dominicanos en los próximos años y ahí estaremos para orientarlos.