En la mayoría de los países Latinoamericanos y del Caribe, el que un civil trate temas militares es visto con extrañeza, pues estos temas están vedados a los militares en servicio al interior de sus cuarteles y públicamente si son autorizados por sus superiores. Los militares que han pasado a la vida civil hablan desde una posición de conocimiento de causa y son, por su formación castrense, muy conservadores a la hora de emitir cualquier comentario que cuestione a la administración militar, o a sus antiguos compañeros de armas, aquí predomina mucha veces más aquello del “Espíritu de Cuerpo”.
Pero las cosas han cambiado de un tiempo para acá y los civiles, sin haber sido militares, han participado por el camino que traza la democracia en permitir el desarrollo de lo que se llama las “Relaciones cívico-militares”.
Es cada día más notoria la presencia de militares de formación académica en aulas universitarias civiles, los cursos, diplomados y maestrías sobre Seguridad y Defensa que se imparten dentro de nuestro país y fuera de él, ha puesto en contacto a civiles y militares de todas las ramas castrenses y ello ha permitido compartir temas, que van de lo económico hasta lo social y político, discutidos de manera amplia respetando los principios ideológicos de los compañeros de aula y sin importar el color del partido gobernante de turno. En otras palabras, los militares de esta generación han compartido todas estas inquietudes y comprenden de la manera más natural que los civiles manejen temas que antes eran de la sola competencia de los estamentos militares. ¿Hacia dónde debe dirigirse una democracia moderna como la que, cada día más, vivimos en nuestro país para canalizar de una manera adecuada estas “Relaciones cívico militares”? La respuesta es sólo una: hacia la conformación del Ministerio de Defensa, que con la sola existencia del mismo es la mejor muestra de esa relación entre los militares y los civiles.
Estamos seguros que por esta vía se alejaría la politización de las fuerzas armadas, el mediador entre el estamento político y los militares debe ser el Ministerio de Defensa.
Un Ministerio de Defensa es el lugar más apropiado para coordinar las acciones conjuntas de las autoridades electas democráticamente y de los profesionales militares.
Si miramos un poco hacia atrás en la historia, antes de la transición democrática que han vivido la mayoría de los países de Latinoamérica y el Caribe, e incluso algunos fuera de nuestra región, muchos gobiernos no eran producto de elecciones y por lo tanto precisaban de unas Fuerzas Armadas para el uso real o potencial de la represión. No era más que un mecanismo de control interno sobre los desafectos del gobierno. Esto también se manifestó como una consecuencia de la llamada ”Guerra fría”, donde las fuerzas armadas actuaban con total independencia y no necesitaban coordinar sus actividades ni racionalizar sus recursos, ni rendir cuentas; y como actuaban dentro de regímenes autoritarios o dictatoriales ,los presupuestos de defensa eran secretos, y los fondos iban directamente a las fuerzas armadas con total autonomía. No había presión de la sociedad civil.
En estos tiempos una gran parte de los países dentro y fuera de nuestra región han establecido bajo una dirección civil un Ministerio de Defensa. Países tales como: Argentina donde se puso al frente un civil en 1988, Nicaragua (1997), Honduras (1998), Brasil (1999), en Colombia se crea en 1965 y la pasa a dirigir un civil en el año 1991, fuera de nuestra región, España lo crea en 1977 y en Portugal 1982 se puso un ministro civil.
Dentro de algunas motivaciones que se hacen al crear un Ministerio de Defensa están:
– Los planteamientos enarbolados en reuniones o cumbres con otros países en los cuales los civiles deben ejercen el control sobre las fuerzas armadas, lo que a su vez aumenta la eficacia y eficiencia militar en el uso de los recursos.
– En todos los programas de estudios de “Economía militar”, “Defensa y Seguridad” impartidos en Estados Unidos y Europa, favorecen fehacientemente el establecimiento de los ministerios de defensa dirigidos por un civil.
Además se enarbolan otros objetivos:
– Que el Ministerio de Defensa sea el vehículo que sirva para canalizar el poder de las autoridades electas por vía de las elecciones y las fuerzas armadas.
– El Ministerio de Defensa es el medio adecuado, desde el punto de vista institucional, para trazar los lineamientos para aquellos que tienen el monopolio de la fuerza que le he es dada por el Estado.
– Otro objetivo es el de definir o distribuir los papeles a desempeñar por los civiles y los militares, que no siempre se establecen de una manera clara y precisa. Esto tiene que ver sobre todo con el papel de los políticos y de su interpretación de las necesidades de las FFAA, frente a otro estamento ministerial (por ejemplo, ministerio de economía o hacienda).
Tener un Ministro de Defensa civil es altamente positivo para las fuerzas armadas y para el estado democrático que valida su legitimidad. Esto no permitirá que autoridades no elegidas mediante el voto puedan tener acceso a la administración pública, a los mecanismos de control de la violencia y podrían utilizar su influencia como mecanismo de presión o de chantaje a los estamentos políticos. Estamos seguros que por esta vía se alejaría la politización de las fuerzas armadas, el mediador entre el estamento político y los militares debe ser el Ministerio de Defensa. Otro de los objetivos que se logra es la optimación del empleo de las fuerzas armadas para todo lo que tiene que ver con la defensa y seguridad de nuestro país, definir su participación en el combate al crimen organizado y la delincuencia transnacional (narcotráfico, tráfico de personas, armas, terrorismo, etc). También podríamos señalar el mantenimiento del equilibrio entre las diferentes instituciones de las fuerzas armadas, con la redefinición de funciones y misiones donde la participación del Ministerio de Defensa seria para dar una visión de conjunto de las fuerzas armadas.
No es la simple creación de un Ministerio de Defensa lo importante, es también dotarle de autoridad legal, financiera, recursos humanos capaces, e instalaciones físicas propias a su desempeño.