Las transformaciones, los cambios, el avance tecnológico, los jóvenes, la revolución, mezclado con el hastío, la desconfianza, el desengaño y la firme convicción de que para que las cosas cambien deben liderarse los cambios, en países como Francia (Macrom), España (Podemos, Ciudadanos), Chile (Frente Amplio)
Nuevos candidatos, nuevos movimientos, nuevas estrategias, nuevas tácticas hacen que este cambio en el ajedrez político internacional se coloque por encima, o en algunos casos, compita desplazando a los partidos y políticos tradicionales.
Sus nuevas armas: Mítines, análisis personas a personas explicando su programa, un trabajo exquisito de sus redes sociales, el discurso con propuestas, entre otras cosas.
Recientemente la encuesta Barómetro de las Américas indicó que “para el 83.9 por ciento de los encuestados, por lo menos la mitad de los políticos de la República Dominicana están involucrados en la corrupción” lo cual nos refleja un hastío en los políticos tradicionales.
Me parece más interesante aún que como resultado de esa reciente encuesta Barómetro de las Américas “Cultura Política de la Democracia en la República Dominicana y en las Américas, 2016-17: un estudio comparado sobre Democracia y Gobernabilidad arrojará que sólo algo más de un tercio de los dominicanos confía en las elecciones (34.8%), sin embargo, la participación electoral continúa siendo elevada lo cual lo indica un estudio elaborado por el Latin American Public Opinion Proyect (LAPOP) de la Universidad de Vanderbilt con apoyo de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) y el Instituto Tecnológico de Santo Domingo (Intec) indicando que, para las últimas elecciones presidenciales, los entrevistados reportaron una participación electoral de 81.2%, lo cual parecería una incongruencia y mucho mas si le adhiere que solo el 20.4% de los dominicanos confían en los partidos políticos.
¿Cuál es la lectura de estas cifras? ¿Cómo podemos interpretar estas conclusiones?
1. Los dominicanos y dominicanas han perdido la confianza en sus líderes políticos y en los partidos, es evidente que gran parte de esa decepción esta intrínsecamente ligada a la corrupción que los políticos que han asumido el poder, sin importar el partido o el origen del político han presentado en las últimas décadas.
2. Los dominicanos y dominicanas, a pesar que solo un poco más que un tercio cree en el proceso electoral, entienden que la única manera de posicionar personas que representen sus intereses es yendo a las urnas (81.2%)
3. Hay un tercer elemento: los tres partidos principales del sistemas (PLD, PRM, PRSC) en la actualidad están enfrentados en procesos internos donde han demostrado que tan “honesto”, “de palabras” y “responsables” son, traicionándose, incumpliendo sus acuerdos y difamándose entre ellos mismos.
De lo anterior puedo colegir que con un escenario así, una fuerza nueva o una coalición de fuerzas, pudiera surgir con un discurso apegado a los cambios en materia de justicia (madre de las injusticias en RD), inmigración (dolor de cabeza y preocupación actual) y un trío que van de las manos: Pobreza, Inseguridad y Corrupción.
Evidentemente reenrutando el sistema de salud pública y sanidad del país así como propuestas y programas para mejorar y actualizar el sistema de educación de nuestra nación.
La otra opción es que uno de los actores nuevos de esos mismo partidos tradicionales puedan crear una fuerza interna seria y con diferenciación: ¿Manuel Crespo? ¿Carlos Peña? ¿Faride Raful? , entre otros, que sea capaces de retornar la confianza en sus partidos y que ellos como políticos serios enarbolen discursos y acciones de cambios.
¿Estoy soñando? No, y si así lo entienden, espero que un día usted sueñe conmigo.