En los últimos meses hemos sido testigos como en muchos países de nuestra región se han creado movimientos ciudadanos que hacen un "llamado" a detener la violencia y la delincuencia. Estos reclamos que se apoyan en las redes sociales, tienen una cara nueva: son hombres y mujeres con un perfil socioeconómico alto, con un nivel de educación por encima del promedio y en su mayoría, sin reconocida afiliación político-partidaria.

Quizá el miedo ha generado el despertar a una sociedad dormida, que al parecer se sentía muy cómoda entre el confort que da saber que casi todos sus problemas  estaban resueltos y que en muchas ocasiones se creía que la violencia era característica de la "gente pobre" de los barrios, favelas  o colonias populares.

En este sentido y para reforzar la idea de que el crimen y la pobreza van de la mano, muchos Gobiernos de la región lanzaron sendas iniciativas, ampliamente publicitadas, donde decían que el objetivo central era intervenir desde los sectores más deprimidos la criminalidad. Entonces se hizo de una política sana y bien intencionada, un festín político donde todo mundo quería "salir en la foto" con los "desarropados" y desde ese escenario hacer políticas de clientela. En ese camino, ya el crimen de los barrios tenían a su favor esos clientes, por eso muchos de esos programas fracasaron.

En ese pensamiento errado de criminalizar la pobreza, se suponía que la violencia asociada a la delincuencia no llegaría a los sectores exclusivos. Por ello, era muy raro ver estos tipos de movimientos ciudadanos con esa "profundidad" de planteamientos, donde muchos "sin voz", se dieron cuenta que la tenían. Qué gran sorpresa….y que positivo es!

Es fundamental reconocer y apoyar estos ejercicios de ciudadanía proactiva que mucho ayudan a sacudir a sociedades adormecidas caracterizadas por su apatía. Pero debemos decir, que estos movimientos no deben obedecer solo a una coyuntura electoral. Un movimiento tiene que tener un  sentido de trascendencia que deje aportes a su sociedad, es imperativo que estas movilizaciones acompañen a las Instituciones establecidas no solo en la crítica, es necesario su apoyo y monitoreo social activo para el fortalecimiento institucional.

Se deben presentar propuestas viables, que pueda en algún momento convertirse en un programa o una política pública, que sano seria ver estos movimientos sentarse a trabajar de verdad en comisiones legislativas nacionales o municipales, en consejos de Gobierno, presentando diagnósticos y soluciones. Estoy seguro que ninguna autoridad pública o funcionario/a se negaría a abrir estos espacios de trabajo y coordinación, a todos les conviene!

Como ciudadanos nos toca ejercer el rol que nos corresponde y dar nuestro apoyo a estos grupos que buscan un objetivo en común: que todos podamos gozar de nuestras libertades y ejercer nuestros derechos en un clima de paz y respeto. Parece que el miedo a perder nuestra tranquilidad nos está uniendo…..algo es mejor que nada!