Las primeras edificaciones construidas en Ciudad Nueva apostaron por esquemas de baja densidad, siguiendo el esquema tradicional de madera con techos a dos aguas, y separadas una de las otras. Se destacaban las pendientes de sus techos que se distribuían hacia la calle y al patio, imagen propia de las viviendas populares urbanas del siglo XIX. Este tipo de arquitectura compartió espacio-tiempo con las construcciones en mampostería de influencia neoclásica, con presencia de aditamentos clásicos en columnas y elementos decorativos.

En las décadas iniciales del siglo XX surgieron inmuebles de apartamentos de dos y tres pisos de altura, lo que refleja el uso temprano del hormigón armado en la ciudad de Santo Domingo y le aporta un valor histórico-arquitectónico al sector. Hubo construcciones diseñadas por arquitectos dominicanos que ya dominaban el novedoso sistema, como fue el caso de Andrés Gómez Pintado, uno de los primeros que apostó por el hormigón armado.

El parque Eugenio María de Hostos visto desde el aire. Imagen de José Enrique Delmonte

Cuando el ciclón del 3 de septiembre de 1930 azotó la ciudad de Santo Domingo quedó demostrada la fortaleza del hormigón armado porque la mayoría de los inmuebles de madera se destruyó y los de muros de mampostería perdieron su techumbre de cinc. A partir de ese momento, Ciudad Nueva comenzó un acelerado proceso de transformación de su imagen fundacional para dar paso a un conjunto de inmuebles adosados, que le acercaron al modelo colonial intramuros. Predominó, como era de esperarse, la construcción en bloques de hormigón y techos planos, de acuerdo con las normativas establecidas por el Gobierno como respuesta a los daños provocados por el ciclón de San Zenón.

Dentro del universo actual de los inmuebles que forman parte de este sector de más de ciento treinta años de fundado, el proyecto SIPA permitió identificar al menos trescientos de ellos que poseen rasgos particulares (históricos, estéticos o espaciales) y merecen atención especial (1). Forman parte del inventario arquitectónico patrimonial del país y recogen las huellas del desarrollo urbano de la ciudad a lo largo del siglo XX. Todavía siguen en pie inmuebles de la última década del siglo XIX en el área más próxima a la muralla, así como otros neoclásicos de la década de 1910.

Ficha tipo usada en el levantamiento del proyecto SIPA: Ciudad Nueva 2017-2020

Para el levantamiento de información de los inmuebles, el SIPA contó con una ficha elaborada en consenso con autoridades del Ministerio de Cultura que incluye la mayor parte de datos posibles. Además de los esquemas de fachadas e información catastral de los inmuebles, se hizo un levantamiento de su distribución interior. Sin embargo, debido a la complejidad en la determinación de los propietarios de los inmuebles, el equipo tuvo dificultades para penetrar en ellos, lo cual hace imprescindible que las autoridades del patrimonio cultural dominicano continúen la labor de levantar las plantas arquitectónicas de los mismos. Es parte de la dinámica permanente de inventarios y catalogación que deben servir de instrumentos para promover políticas de conservación y transformaciones deseadas.

Dentro de todo el conjunto arquitectónico de uso residencial sobresalen algunos inmuebles por su calidad estética o por sus condiciones particulares, ya sea como respuesta urbana o por sus soluciones originales. El inventario los describe uno por uno y constituye un documento ineludible para el estudio de la arquitectura dominicana. Como hemos mencionado, la arquitectura de Ciudad Nueva es discreta y coherente desde el punto de vista urbano. Forma un conjunto de variadas ofertas estilísticas dentro de un marco de austeridad que no le impide mostrar su calidad estética. El inventario redescubrió algunas de ellas, dispersas entre el bullicio y la energía de un sector de gran dinamismo social. Cabe mencionar al menos tres: el edificio de la acera sur de la calle José Gabriel García, entre las calles Estrelleta y Cambronal, digno de ser valorizado; o el inmueble que ocupa la acera oeste de la calle Cambronal en la esquina que forma con la José Gabriel García, diseño original de Andrés Gómez Pintado y modificado y construido en 1919 por el puertorriqueño Lisandro Egoscue; o el bien logrado edificio Ferrúa, ubicado en la Av. George Washington entre las calles Fabio Fiallo y Francisco J. Peynado, de notable esquema moderno.

Ciudad Nueva despliega una arquitectura doméstica con influencia neoclásica en su mayoría, además de versiones de art déco, moderno, popular, vernácula y contemporánea. Los inmuebles con características art déco se destacan por su acertado manejo compositivo apoyado en pocos elementos. El art déco de Ciudad Nueva es sencillo pero elegante, reflejo de un interés por aportar cierta gracia a esquemas repetitivos del momento. Hay obras del arquitecto Juan Bautista del Toro que enriquecen el inventario.

Levantamiento y estudio de las fachadas típicas del sector de Ciudad Nueva, realizado en el proyecto SIPA: Ciudad Nueva.

Los inmuebles neoclásicos ofrecen, por su lado, variantes que van desde la arquitectura tipo almacén hasta edificios bien concebidos con sus característicos elementos prefabricados. La mano de los maestros de ese lenguaje arquitectónico se percibe, en especial Juan Theys, Osvaldo Báez y Benigno de Trueba.

Aparecen, además, algunas muestras de arquitectura moderna que obligan a detenerse a contemplar el dominio del lenguaje racionalista en un Caribe plural y de acercamientos discretos a la vanguardia. Un ejemplo notable es el inmueble ubicado en la esquina noroeste de la Padre Billini y Las Carreras, que debió estar a cargo de un arquitecto de primera línea, tal vez, José Antonio Caro Álvarez, donde se articulan equilibradamente detalles y gestos de la arquitectura moderna en una escala pequeña.

Hasta inicios del presente siglo, Ciudad Nueva mantuvo su coherencia arquitectónica lejos de las distorsiones que la actividad inmobiliaria provoca en aquellos sectores van perdiendo actualidad y que adolecen de políticas de control y supervisión. En los últimos años se observan cambios de uso de suelo destinados, en su mayoría, a servicios relacionados con el Palacio de Justicia circundante. Inmuebles de vocación residencial, garantes de la dinámica social que mantiene vivos a los centros urbanos patrimoniales, hoy son sometidos a modificaciones cuestionables.

Algunos inmuebles son víctimas de eliminación de elementos de su fachada o a adaptaciones que tratan de imponerles un sello “actual”. También es preocupante la reducción de los patios y las adiciones en sus techos que no responden a un buen criterio de integración arquitectónica, además de que utilizan materiales industriales inaceptables en un sector con tanta coherencia arquitectónica e histórica. Esto conlleva a una pérdida acelerada de su dinámica barrial, de su valor de mercado y reduce la calidad ambiental de todo el sector.

Habrá que crear mecanismos de supervisión y planificaciones para su desarrollo integral para evitar variaciones indeseables en su fisionomía de conjunto.  Ciudad Nueva no merece diluirse, bajo ninguna circunstancia, en un vacío institucional que provocaría otro episodio lamentable en la trayectoria de preservación del patrimonio arquitectónico de la República Dominicana. El sector guarda un futuro que bien podría ser positivo si se actúa ahora bajo parámetros de consolidación de sus características.

Ejemplo de arquitectura moderna en Ciudad Nueva. Inmueble atribuido al Arq. José Antonio Caro Álvarez ubicado en la calle Padre Billini esquina Las Carreras. Imagen de José Enrique Delmonte

________________________________________________________

Notas

  1. SIPA: Ciudad Nueva, se refiere al Sistema de Inventario del Patrimonio Arquitectónico: Ciudad Nueva, realizado por la Escuela de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Iberoamericana, dirigida por el Arq. Jesús D’Alessandro, como parte de los Proyectos Culturales del Ministerio de Cultura, 2017-2020. Participaron los estudiantes de arquitectura Diana Morel, Alba Reynoso, Radhames Rodríguez, Carlos Muñoz, Eduardo Amarante, Verónica Areché, Daniela Pérez, Francisco Féliz, Víctor Valenzuela y Joan Delmonte; y un equipo técnico formado por los arquitectos Sucre Ferreras, Elizardo Ruiz, Jordi Masalles, Luis J. Polanco y Gustavo Ubrí, bajo la coordinación de José Enrique Delmonte. Agradecimiento a las estudiantes María Fernanda Nang, Paola Sanz y Laura Cosme