En los planos de principios del siglo XX se observa una clara definición territorial de Ciudad Nueva, organizada en manzanas regulares con sus respectivas divisiones parcelarias. En su concepción original, J. M. Castillo definió un sector residencial que estaría limitado al norte por el Camino del sur (hoy avenida Independencia); al sur por la calle prolongación de la calle San Pedro (hoy José Gabriel García); al este por la cara exterior de la muralla colonial, detrás de la calle Palo Hincado y al oeste con el lote reservado para la Junta Nacional Colombina, donde se haría el Gran monumento al Almirante. Quedaba reservada toda la franja sur, entre la calle San Pedro y los acantilados, para futuros parques y paseo, así como el cuadrante al norte-este donde se construiría el parque Independencia, colindante con la Puerta del Conde.
Tal parece que Castillo diseñó en 1884 un sector lotificado que el Ayuntamiento requirió para ofrecerlo en venta de solares (1). Es posible que varias de las parcelas originales fueran otorgadas por el presidente Ulises Heureaux a algunos excombatientes de la guerra contra España de 1861-1865 y a colaboradores de su gobierno. (2) Toda el área que hoy ocupa Ciudad Nueva (aproximadamente 240 mil metros cuadrados) formaba parte de la Sabana del rey o Sabana del estado, que se extendía hasta Güibia y que siempre fue zona estratégica para la defensa de la ciudad amurallada. Hasta 1873 los mapas indican que esta gran franja se mantuvo libre de construcciones, aunque ya existía una división en parcelas agrícolas al sur de la José Gabriel García y hacia el oeste.
El resto de la Sabana del estado (desde Ciudad Nueva hasta Güibia), que pudo haberse preservado para un desarrollo urbano planificado por parte del Ayuntamiento, pasó a manos de familias allegadas al gobierno de Heureaux. Fue convertido en estancias de gran tamaño, embrión de lo que hoy conocemos como Gascue. En el plano de 1900, de Casimiro N. de Moya, ya se observan las grandes estancias al norte y sur de la avenida Independencia propiedad de familias como los Báez, Damirón, Vicini, Pou, Lugo, Pichardo, Henríquez, Alfonseca, Gautier, Mota, Vidal, entre otros.
La modernización de la ciudad, auspiciada por Heureaux, conllevó la apertura de las murallas y el desarrollo de una parte de la franja libre extramuros para urbanización. Existía una necesidad de expandir la ciudad por el aumento del número de habitantes. Recordemos que la Capital había crecido de forma vertiginosa, pues los datos indican que en 1871 se estimaba su población en seis mil habitantes y, en apenas veinte años, se incrementó a catorce mil.
El proyecto urbanizado de 1884 contempló veintiocho manzanas regulares dispuestas entre siete calles en eje norte-sur y cinco en el eje este-oeste. Las manzanas fueron identificadas por las letras del abecedario, con una parcelación estándar de doce solares (con variables en algunas de ellas) lo cual indica que la oferta estuvo limitada a cerca de trescientos cuarenta solares para viviendas individuales. Se planteó el esquema de 60.00 X 60.00 metros para las manzanas, cada una dividida en ocho solares de 15.00 X 15.00 metros y cuatro solares de 15.00 X 30.00 metros. De esta manera, el estándar era un solar de 225 metros cuadrados o su variante de 450 metros cuadrados.
Es curioso ver que en los mapas de las primeras décadas del siglo XX se presenta el límite de Ciudad Nueva más hacia el oeste de lo que se establece en la actualidad. Su límite original colindaba con la estancia de Damián Báez, justo donde hoy está la calle Félix Mariano Lluberes, diferente a como se establece hoy definido por la avenida Presidente Vicini Burgos, al borde del parque Eugenio María de Hostos.
El empuje demográfico y económico de la capital dominicana en la primera mitad del siglo XX permitió la transformación de la arquitectura original de Ciudad Nueva. Pasó de inmuebles modestos de madera y mampostería, techados de cinc, a edificios de hormigón armado de varios niveles. Este esquema eliminó el retiro frontal y apostó por la ocupación total de los lotes que produjo la imagen del Ciudad Nueva que conocemos en la actualidad, con edificios adosados unos a otros y escasa presencia de arborización.
En consecuencia, el sector transformó su parcelado original con fusiones, subdivisiones y aumento considerable del número de los inmuebles. Se estima que las manzanas actuales poseen un promedio de 26 solares en contraste con los 12 originales, lo que refleja una clara densificación de cada lote. De igual forma, las veintiocho manzanas propuestas en el diseño de 1884 han aumentado a treinta y cuatro, ya que toda la franja sur del sector destinada para espacio público fue ocupada por construcciones privadas. ¿Qué hubiese sido de esa parte de la ciudad si se hubiera preservado esa zona para los parques programados? Imaginemos ese suelo verde entre el obelisco y el monumento a la Independencia Financiera que hubiera proporcionado un valor ambiental de incalculable valor para Santo Domingo.
La arquitectura de Ciudad Nueva es de una diversidad importante. Gracias al proyecto SIPA:Ciudad Nueva (3) pudimos seleccionar al menos trescientos inmuebles de épocas y estilos distintos que tienen valor arquitectónico. Esta selección permite disponer de información detallada de edificios domésticos a ser considerados parte del inventario nacional de arquitectura patrimonial, además de visualizar un conjunto que requiere políticas públicas para su desarrollo urbano integral. Se necesita, sin embargo, realizar estudios más profundos y necesarios para actuar correctamente en el sector.
Una de las características de Ciudad Nueva ha sido su dinamismo apoyado en cambios permanentes sin perder su cohesión social. Se preserva un uso residencial con una alta ocupación de los inmuebles, lo que refleja un sistema de bienes raíces activo e importante garante de su revalorización. Si se compara esta condición con otros sectores vecinos de interés patrimonial se podrá observar que en la mayoría de ellos hay o una disminución del uso de suelo residencial o una desocupación sistemática de los inmuebles.
Los factores negativos que se pueden identificar en esos otros sectores (demoliciones para crear estacionamientos o para usos comerciales, construcciones nuevas que desconocen las características del sector, desvalorización del suelo, etc.) son mucho menores en Ciudad Nueva, donde la demanda de viviendas supera, por mucho, a la oferta. Estamos ante un sector que posee sus propias leyes no escritas en que predomina el sentido de barrio y la sensación de que se pertenece a una zona de desarrollo latente. Si hay algo que caracteriza a sus residentes es la paciencia a la espera de un programa de revalorización que permita su transformación, sin perder las particularidades que le fortalecen.
________________________________________________________
Notas
- En algunas ocasiones se ha mencionado que el diseñador del sector fue Casimiro N. de Moya y su agrimensor fue J. M. Castillo, dato que no podemos confirmar.
- Dato ofrecido por Marcos A. Blonda
- SIPA:Ciudad Nueva se refiere al Sistema de Inventario del Patrimonio Arquitectónico: Ciudad Nueva, realizado por la Universidad Iberoamericana como parte de los Proyectos Culturales del Ministerio de Cultura, 2017-2020.