Es justo que el lugar donde desarrollamos nuestras actividades diarias nos resulte fácil de utilizar. Movernos de un lugar a otro, en nuestras casas, lugares de trabajo, escuelas, barrios o ciudades, es algo tan natural que solo en el momento que no podemos hacerlo es cuando lo echamos de menos. La arquitectura y aún el urbanismo cuentan entre sus objetivos el facilitar la vida de las personas en sus entornos habituales.
Aún cuando es un objetivo identificado, muchas veces los proyectistas no somos capaces de eliminar la barreras arquitectónicas que impiden a ciertas personas con condiciones especiales (no nos gusta el término de discapacitadas), llevar un vida tan normal como los demás.
Las barreras arquitectónicas o barreras de accesibilidad son todos aquellos obstáculos físicos que dificultan – y en muchos casos impiden- que estas personas con condiciones especiales puedan moverse, acceder a algún lugar o simplemente desarrollar cualquier actividad en un edificio o espacio determinado.
Muchas de nuestras ciudades, que en pos de un desarrollismo cuestionable aniquilan el libre tránsito peatonal, tienen aún menos pendiente el ofrecer igualdad de movimiento a las personas con movilidad reducida o con alguna condición que les impida desarrollar su vida normalmente.
Cualquiera de nosotros que se detuviera a pensar en las condiciones físicas de su entorno urbano o arquitectónico, se daría cuenta que las barreras siguen allí donde menos se les necesita. Bordillos elevados en las aceras, escaleras sin rampa de rodamiento alternativa (y con la pendiente adecuada), puertas de paso estrechas o con giro de puerta mal dimensionado, son algunos de los obstáculos más obvios que nos podemos encontrar para personas en sillas de ruedas o movilidad reducida. En el caso de las personas invidentes, el no contar con señales táctiles en el suelo (perceptibles al caminar con bastón), e incluso señales sonaras en los trayectos y cruces peatonales, es inadmisible para una ciudad, lugar o entorno que aspire al desarrollo de la calidad de vida de su población.
Entornos para las personas
Una sociedad desarrollada ofrece a su gente igualdad de oportunidades en todos los aspectos…o por lo menos lo intenta y trata de plantear alternativas accesibles para todos. Una ciudad debe equilibrar su oferta; el vehículo de motor debe tener su espacio y vías expeditas para el tránsito eficiente, pero todo esto sin robar protagonismo al peatón, tenga éste condiciones especiales o no. La ciudad es para el individuo, independientemente de cualquier cosa debe adaptarse a él y a su vida en colectividad; eso es el desarrollo.
Conocemos el camino para conseguir adaptar nuestro entorno para que todos podamos disfrutarlo sin problemas de accesibilidad. En las escuelas de arquitectura y urbanismo nos forman para proyectar sin barreras arquitectónicas, las administraciones municipales se saben la lección y los ciudadanos demandan mejores entornos….entonces ¿por qué nos olvidamos de hacerlo bien?
La ciudad de Berlín, capital de Alemania, ganó un premio otorgado por la UE que la declara Ciudad Accesible 2013. Se le ha concedido este reconocimiento por su planteamiento global y estratégico para ser una ciudad accesible para todos. Ciudades como Nantes (Francia) y Estocolmo (Suecia), han sido también reconocidas por fomentar la integración de sus habitantes y es que la Unión Europea apuesta porque las personas con condiciones especiales puedan participar plenamente en la sociedad, sin barreras ni obstáculos.
A veces pensamos que Europa es una utopía para los pueblos con menores niveles de desarrollo. Bendita utopía que nos sirve de ejemplo, además no van lejos los de adelante si los de atrás corren bien.