"Era un hombre pequeño, esmirriado, que disimulaba la vejez cultivando la flacura. Unas hebras de pelo falso y retinto le cubrían los lamparones de calvicie, en la coronilla. La cirugía plástica le daba de lejos un aire de lozanía, pero de cerca parecía un muñeco de torta."

Ese fragmento de la novela "El vuelo de la reina", del escritor argentino Tomás Eloy Martínez, describe efectivamente las tendencias de hoy día. Y nos sirve de preámbulo para las disquisiciones de nuestra entrega de esta semana.

La definición de cirugía estética aclara que es la rama de la cirugía, en la que el objetivo principal es el embellecimiento de una parte del cuerpo.

La moda de estos tiempos, así como el ego y la autoestima hipertrofiados, nos invitan a parecer más jóvenes, a estirarnos al extremo y a abrigar la ilusión de que debemos eternizarnos y no envejecer.

Es innegable la importancia de esa especialidad médica tan en boga y de tanto éxito. Hemos sabido apreciar trabajos inmejorables en los que la hermosura ha sido resaltada y restaurada en su máxima expresión. Las beldades y los certámenes en que compiten, son la prueba al canto.

Al bromear con cirujanos "plásticos", decimos que los cirujanos "de carne y hueso" nos hemos diferenciado de ellos, en que trabajamos básicamente para devolver salud, que no belleza. Aunque en ocasiones, nuestras labores reconstructivas en pacientes traumatizados, se acercan a los resultados de los colegas estéticos.

Los tiempos han cambiado y otras son las prioridades. Es cuestión de definir entre el ser y el parecer. Pero de ahí a no reconocer el "boom" y el derroche en el que hombres y mujeres son transformados en plena juventud, por eso de estar a la moda, hay un trecho.

El botox ha venido a reforzar y abaratar los procedimientos. Y no hay día en que no nos encontremos con una mujer con boca de pato y mejillas planas, con la sonrisa perenne de sus músculos faciales paralizados por el "veneno".

Lo estamos experimentando en todos los órdenes. A todo hay que darle un "retoque". Lo vivimos en la política como en las artes. En países como el nuestro, se vive de la ilusión. Las realizaciones quedan siempre postergadas.

Por eso volvemos al fragmento de la novela con que iniciamos estas líneas y pensamos en el dicho que reza: de lejos parece, lo que de cerca no es.