Este artículo, en continuación con entregas anteriores, presenta algunos de los hallazgos del estudio que hicimos para la Fundación Abriendo Camino en Villas Agrícolas: “Retrato Cualitativo de la Adolescencia”, publicado recientemente. En la entrega de hoy presentamos algunos elementos  del capítulo que se refiere a las percepciones sobre la violencia en la Adolescencia.

“La población adolescente en Villas Agrícolas forma parte de varios círculos de violencia en los que son víctimas y agresores/as. La violencia se manifiesta en la familia con el uso del maltrato físico por padres/madres y familiares. En los patrones culturales, en la crianza de adolescentes desde su niñez; se usa la violencia física como principal método de corrección y disciplina”.

El uso del castigo físico no se reconoce como violencia ni como maltrato sino que se legitima socialmente. Para las familias, dar “pelas” no es maltrato, es corrección. Esta concepción dificulta la ruptura con las prácticas de violencia al interior de las familias.

“ENHOGAR 2006 recoge información sobre el uso de métodos violentos tanto físicos, como emocionales. Este uso es bastante común en todo el país y se encuentra en todos los grupos poblacionales, alcanzando al 83.4% de la población infantil entre 2 y 14 años de edad"

Los límites entre el castigo físico y el maltrato, no son del todo claros. Y, dependerá en mucho de "la conciencia" que tengan los padres, las madres o las personas encargadas de velar por el cuido de la población menor de 18 años”.

“ENHOGAR 2006 recoge información sobre el uso de métodos violentos tanto físicos, como emocionales. Este uso es bastante común en todo el país y se encuentra en todos los grupos poblacionales, alcanzando al 83.4% de la población infantil entre 2 y 14 años de edad. Solo al 13.1% de esa población se le aplican métodos disciplinarios no violentos”.

“La violencia se extiende más allá del hogar y se instala en las lógicas culturales de los/as adolescentes que, siendo víctimas de violencia, pasan a ser continuamente agresores/as en sus hogares, centros educativos y en el barrio. Un ejemplo de ello es la participación activa de adolescentes de ambos sexos en peleas en los centros educativos”.

“Los adolescentes de sexo masculino son más tolerantes con la violencia que las adolescentes. Tienden a justificarla como reacción o defensa, o simplemente como una respuesta a una provocación. En esta justificación, se encuentra la violencia de género. En el caso de las adolescentes, hay una mayor tendencia a condenar totalmente la violencia. Las adolescentes, que están fuera de los centros educativos, tienen una menor participación en peleas y riñas contra otras adolescentes, que las que se encuentran dentro del sistema educativo”.

“Además de ser agresores/as, los y las adolescentes también son víctimas de bullying, discriminación racial y abusos de diversa índole. En algunos casos, disminuyen el contenido de violencia del bullying considerándolo como “normal”, aun cuando son las víctimas”.

Este artículo fue publicado originalmente en el periódico HOY