Mucho hemos escuchado sobre el concepto de economía circular; una de las tantas definiciones que nos encontramos en los medios es esta que reproducimos a continuación:

“La economía circular es un concepto económico que se interrelaciona con la sostenibilidad, y cuyo objetivo es que el valor de los productos, los materiales y los recursos (agua, energía,…) se mantenga en la economía durante el mayor tiempo posible, y que se reduzca al mínimo la generación de residuos. Se trata de implementar una nueva economía, circular -no lineal-, basada en el principio de «cerrar el ciclo de vida» de los productos, los servicios, los residuos, los materiales, el agua y la energía… la economía circular propone un nuevo modelo de sociedad que utiliza y optimiza los stocks y los flujos de materiales, energía y residuos y su objetivo es  la eficiencia del uso de los recursos”. (https://economiacircular.org/wp/?page_id=62).

Evidentemente y como no podía ser de otra forma, la arquitectura tiene entre sus grandes desafíos sumarse a este modelo de generación de riquezas, es decir, la economía circular. Dicho esto, lo cierto es que viendo nuestros procesos constructivos, el crecimiento vertical de nuestros centros urbanos – como es el caso del polígono central del Distrito Nacional de República Dominicana- no podemos dejar de ver dicho modelo económico como un mero ejercicio utópico. La parte buena de la historia, para la sociedad dominicana, es que al estar en vías de desarrollo, es viable – y factible-  adoptar ciertos cambios de patrones.

El caso de Cataluña

Con todo y sus incesantes temas separatistas, esta región de España no deja de ser un motor de innovación y buenas prácticas en muchos ámbitos de la vida de este país y de Europa. Ciencia, tecnología y humanidades siempre están a la vanguardia en esta región; en este sentido no es de extrañar que el fomento a la sostenibilidad sea un aspecto bastante desarrollado allí, y en esa línea temas como la economía circular no quedan de lado.

La Agencia de Residuos de Cataluña, ARC (http://residus.gencat.cat/es/inici/), está fomentando un plan dotado de  2,98 millones de euros para promover la reutilización  de áridos procedentes de los residuos de construcción y que evidentemente cumplan unos establecimientos normativos para tales fines.

Esto coloca a Cataluña, cuyo gobierno es autónomo hasta el nivel en que nos referimos en este artículo (como el de otras 17 comunidades autónomas españolas y 2 ciudades), en posición de dar valor de reutilización a más de la mitad de los residuos procedentes de su industria de la construcción. En números gordos, estos planes en torno a la economía circular aplicada a la construcción, permitirían gestionar, en código de material reciclado, unos 219.000 m3 de áridos reciclados…

¿Tomamos nota?