En el caso de la relación entre cine y novela, dos tradiciones textuales se encuentran: el lenguaje narrativo y el lenguaje cinematográfico; lo que implica una elección en ambos casos: 1) la novela se convierte en producto cinematográfico, siendo ella en su base un producto verbal; 2) el cine convierte el texto novelesco en imagen audiovisual, siendo este un híbrido expresivo, que acepta un género diferente a su modo de representación mediante la adaptación.
Desde los inicios del cine, este se valió de la literatura y particularmente de la novela que era el modo y el género más visitado y seleccionado por el lector moderno. El ejemplo Julio Verne en el cine de Meliés es indicador. Según Lukàcs la novela era un género burgués, al tiempo que una manifestación cultural eurocéntrica. Aunque este aserto resulta históricamente contradictorio y un tanto desajustado, es congruente cuando el mismo cobra valor en la narrativa cinematográfica. El cine y la novela orientales debilitan el argumento eurocéntrico.
Para que estos dos lenguajes o códigos se conviertan en un producto complementario y cooperativo como lenguaje es necesario comprender lo que a comienzos del siglo XX se entendía como cine, como literatura, como divulgación literaria y cultural y como espectáculo de masas, diversión directa o indirecta, espacios de comunicación y de recepción.
La escritura cinematográfica y la escritura novelesca constituyen una diferencia en la contemporaneidad, pues el cineasta lee la literatura en el contexto de diálogo, movimiento y sobre todo de adaptación. ¿Quién adapta este tipo de textualidad entre ambos sistemas? ¿Quién produce desde la lectura relación o vínculo? El cineasta como director y sobre todo el guionista-adaptador son los que se plantean el proceso de reelaboración narrativa del material literario. La reestructuración de un texto novelesco y su puesta en escena para llevar a cabo el producto fílmico hace posible un texto codificado y transcodificado como escritura y espectáculo.Dicha doble operación resulta de una práctica orientadora de signos, imágenes, vertientes, lenguajes, situaciones y articulaciones imaginarias.
La validez o validación de dos códigos o lenguajes para fabricar un producto audiovisual desarrolla vertientes que se sugieren a partir del texto verbal elegido y del idiolecto o tecnolecto fílmico, asumido y adoptado. Sin embargo, el espectador o el lector de ambos códigos, asisten al espectáculo como resultado de una propuesta y una lectura, de tal manera que la vinculación de ambos productos y lenguajes suponen una lectura dimensional y orientacional, de tal manera que la vinculación de ambos productos y lenguajes suponen una interpretación y comprensión referencializada en un tiempo y un espacio determinados. Así, tenemos productos literarios que han sido verdaderos éxitos cinematográficos: El Padrino de Mario Puzo; Muerte en Venecia de Thomas Mann; LaMadre de Máximo Gorki:Crónica de una muerte anunciadayEl amor en los tiempos decólera de Gabriel GarcíaMárquez; Pedro Páramo de Juan Rulfo; PapáGoriot de Balzac; Crimen y castigo de Fiòdor Dostoievski; Quo vadis, domine, de Sinkiewicz; y otros que han continuado y revitalizado la tradición literaria y cinematográfica contemporánea.
No podemos olvidar, en tal sentido, la aventura que se plantea el género novela entre los años 60 y 90 del Siglo XX, y sobre todo la recuperación de narrativas olvidadas que han recobrado valor desde la interpretación de novelistas audaces, que piensan la novela como cine y el cine como novela. Existen ejemplos que soportan esta relación:Tuyo es el reino de Abilio Estévez, Cuatro temporadas en la Habana, de Leonardo Padura; Efecto tequila, de Élmer Mendoza; El perfume, de Patrick Süskind; El entierro de Cortijo, de Edgardo Rodríguez Juliá; Como agua para chocolate de Laura Esquivel; El tiempo entre costuras de María Dueñas, y otros.