En primer lugar, queremos agradecer al Gobierno Dominicano su ejemplo de tolerancia al permitir el uso de sus propios recursos en financiar esta película que denuncia su deplorable administración de los recintos penitenciarios. Precede a la nuestra una donde los inversionistas eran del sector privado. Contra las duras y reales críticas que en La Victoria se dejaron plasmadas, el gobierno puede alegar un sesgo sensacionalista con el fin de llenar las salas de cine en busca de rentabilidad. Trama de la oposición política. En nuestro caso, no. Son las mismas autoridades del gobierno, a través de la generosa Ley de Cine, que han puesto esta inversión millonaria para que, con toda libertad creativa, exponga que se está quemando en el compromiso de tratar de forma humana a los privados de libertad.
Como República Dominicana es un país con democracia y amplia libertad de prensa, la horrible situación de las cárceles es de conocimiento público. Decenas de reportajes periodísticos se producen cada año. Nuria Piera, la hermosa pionera y ya veterana del periodismo de investigación, acaba de mostrar el uso incriminatorio de las redes sociales que hacen los internos. Se muestran al mundo entero traficando y consumiendo drogas. Las ganancias del negocio las ponen en abanico de papeletas de dos mil pesos sobre desnudo abdomen. Asesino de un presentador de noticias por televisión, oferta en video precio y menú de sus servicios sexuales, para internos o visitas conyugales. El Nacional, un vespertino viperino, reportó el suicidio involuntario de un recluso emprendedor, asistido contra su voluntad por bandas intolerantes a la entrada de nuevos socios en negocio ilícito tienen bajo control.
Delegaciones extranjeras de gobiernos, organizaciones no gubernamentales y centros de investigación visitan las cárceles con libertades ya quisieran tener en sus propias tierras. Año tras año sus informes arrojan pequeñas luces entre párrafos tenebrosos: un nuevo modelo penitenciario que avanza lento o la reducción de un par de décimas porcentuales en la participación de los presos preventivos, que se opacan por violaciones, acoso sexual, SIDA, robos, insalubridad, torturas, tráfico de drogas, sobornos, guerra de pandillas, en fin, un infierno que opera en contubernio con custodios.
Con esta película galardonada que financia el propio gobierno, las autoridades públicas están dando un sello de autenticidad a esas críticas sobre el sistema penitenciario. Es un ejemplo de autocrítica loable que, utilizando la imagen de moda, será “un punto de inflexión” para los reclusos. Este año aumentaron un poco sus penurias, al destinarse parte del presupuesto debieron recibir a esta película donde algunos fueron actores, pero con ella llegan cuatro esperanzas para el gobierno recaudar fondos para atenderlos mejor.
La realidad mostrada en la película favorece al gobierno al debilitar la oposición cotidiana de ricos carpinteros privados a reformas fiscales. Pierden terreno en llevar la contra al aumento base imponible y tasas mayores para el que más puede. La cobertura internacional que ahora se tiene con este premio, provocará un maná de donaciones de fundaciones privadas de todo el mundo destinadas a los internos.
En la clase media y los pobres también logrará se multipliquen aliados muestren solidaridad en efectivo. Una clase media ahora concientizada de la situación carcelaria, no se opondrá a pagar impuestos específicos se destinen a superar esa situación o aceptar la reducción de subsidios que actualmente aprovecha. Un ejemplo, gravar a los celulares con una tasa extra a beneficio de los reclusos. Esta medida, sin embargo, debe esperar a que terminen las estafas telefónicas bandas de internos organizan desde las cárceles. Otro sacrificio de la clase media por esta causa, sería bajar gradualmente hasta el 50% la devolución hace el gobierno por gastos educativos en colegios privados.
Igual solidaridad se encontrará en los pobres. Son ellos quienes viven y conocen el horror carcelario en carne propia. Son los más propensos a caer presos y purgar sentencias tras las rejas. ¿Qué pobre protestaría si se pone un específico más sobre los combustibles que los hará pagar un aumento del pasaje de dos o tres pesos, si con certeza sabe eso irá para sus familiares o los de su vecino que están presos? Ninguno.
De manera que aquí está un milagro más de este subsidio al cine criollo. Además de generar empleos y devolver con creces los impuestos se dejan de cobrar, películas de autocríticas financiadas por el propio gobierno van a motorizar acciones revolucionarias para dar pasos definitivos en reformar males ancestrales de dominio público. El guión sustituye al fusil; el actor al crítico periodista; la película al diagnóstico intelectual; la sala de cine a la marcha opositora. Toca al gobierno aprovechar este milagro y aportar recursos suficientes para que cada niño nazca con su guion cinematográfico debajo del brazo, dedicando un porcentaje alto y fijo del PIB a esta actividad, que debió fomentar generosamente hace décadas.