La fiebre en el cuerpo enfermizo de la Nación dominicana comienza a descender en el termómetro socio-político respecto al tema de la reiterada Migración Haitiana.

¡Qué bueno!. La conciencia nacional despierta ante la imposición de una Agenda que no era la suya y por el contrario descubre que era una estratagema de sectores de Poder; espacio social no compartido por el pueblo y la sociedad civil que no pusieron participación alguna en esas variables significativas.

La distracción a voluntad hizo su entrada orientada a sabotear los urgentes temas que debemos afrontar, tales como; la componenda de una empresa Brasileña internacional y su posible vinculación nacional , la Corrupción en el Manejo del Gasto Público, la inseguridad ciudadana, instituciones atrofiadas, precipitación y hegemonía en la creación de leyes parcializadas, la impunidad imperante por los responsables de aplicar consecuencias.

El ruido se va esfumando como todo lo que acontece en nuestra vida. La marea del susodicho asunto se torna cada día en declive porque agoto ya su ciclo de existencia  y los ciudadanos comentan las molestias que les provoca la verborrea pintada de elocuencia con que gobernantes apuran persistir en los Mass Media sobre la Inmigración y Regularización de extranjeros (sólo haitianos). Al parecer la pólvora se les acaba y los argumentos se hacen repetitivos, sin novedad alguna. Se impone por el bien de la Nación retomar los temas esenciales y prioritarios del acontecer nacional y comprender el Partido de Gobierno que estamos "jarto" del infeliz discurso nacionalista tratado por mi en artículos pasados. Suerte que ningún tema se mantiene en el "pico" de la opinión pública ad infinitum, sino que la naturaleza de su propia dinámica lo sustituye en la misma dialéctica de cómo cambian las generaciones de gobernantes y políticos.

Hemos desperdiciado mucho tiempo en estos dimes y diretes de funcionarios dominicanos que no acaban de entender someterse a una rica y productiva Agenda País, capaz de abordar la problemática que exige el pueblo cotidianamente y que de seguro se apodera en su mente como sucede a cualquier mortal que posea una mediana formación. Se propusieron construir un Mito y todavía avanzan en ese malsano propósito del tema Haitiano y levantaron los resortes de la psicología primitiva que subyace en el subconsciente de todo humano.

Tal como fabricaron ( uno de los pueblos más cultos, Alemania) el Mito del Superhombre, que resulto Adolf Hitler y el fascismo, que vivía en asechanza intelectual en la obra que lleva ese nombre de Nietzsche, instalada en el escritorio del Fuhrer como Biblia de la nueva Raza.

En el caso dominicano somos mestizos, mulatos y negros (ref. a Franklin Franco), entonces no hay otras razones que no sean de política electoral, aquí y allá (Haití). Esos Mitos (tratados en el Mito del Eterno Retorno, de M. Eliade), suelen tener pies de barro y a la primera recia andanada se desploman cabeza abajo hacia un abismo del que no se reponen por la naturaleza de su falacia y la sabiduría del pueblo, como decía aquel Maestro olvidado en la moral que predico en su admiración Hostosiana.

Estos comentarios no tienen otros propósitos que no sean desmontar los augurios fatalistas en los argumentos esgrimidos por aquellos que afirman que " todos somos iguales" en materia moral, su oratoria mediática fuerza a producir una simbiosis entre lo virtual (la palabra) y lo real- moral ; adefesio hegeliano de que " todo lo real es racional, y todo lo racional es real ", de manera que sí acogemos esta falacia , no hay contradicción entre el comportamiento personal y el discurso propalado por un buen hablante, recordando que cualquiera similitud, es pura coincidencia, aunque a veces aparece uno de marca mayor. Definitivamente hay que derrotar la bocanada discursiva y andamiaje vestida de sutil elocuencia de los nuevos fariseos de la política vernácula, que se esparce en los espacios ocupados por su poder hegemónico.