La ciencia no es perfecta. No se trata de un caudal inagotable de soluciones perfectas e inmediatas, no actúa como un develamiento místico en la que el conocimiento se vuelve accesible y comprensible de forma mágica. Para dominar conocimiento científico se requiere esfuerzo y dedicación. Quizás sea esta característica de la ciencia lo que hace que la pseudociencia sea mucho más seductora frente a las masas. En la pseudociencia la cosa es más fácil, aunque Walter Mercado diga diferente, lo cierto es que cualquier artista con talento pasa por astrólogo o vidente pero para ser astrónomo se requiere muchos años de esfuerzo y sacrificio.
En República Dominicana, amén de las conquistas representadas en la relativa tecnificación de los procesos de investigación criminal, las reformas del Poder Judicial, el Ministerio Público y en el sector penitenciario, adolecemos de marcadas debilidades en la evaluación del criminal en sí mismo. En general estamos orientados, con las consabidas debilidades, al castigo del crimen. Prestamos poca atención al contexto social en el que ocurre y prácticamente ninguna a la estructura personal del individuo que lo protagoniza.
El diagnóstico científico y profesional de las razones psiquiátricas y psicológicas que impulsan el delito pueden conducir a la selección de procedimientos alternativos a la encarcelación. Los procedimientos alternativos, cuando son bien diseñados y cuentan con la debida supervisión son efectivos y mucho menos costosos que el encierro puro y simple. Por otro lado, para aquellos que sean ingresados a un establecimiento penitenciario, solo se podrá hablar de tratamiento cuando el mismo atienda las causales que habrían provocado el entrar en conflicto con la ley. La capacidad del sistema correccional de identificar, medir y resolver de manera científica esos causales tendría que ser la regla con que se mida su efectividad. No voy a discutir que algunos avances se han logrado, pero estamos lejos de un nivel funcional.
En general los profesionales de la salud mental al servicio del sistema de prisiones son pocos y el seguimiento a los internos es débil. Cuando se hace algún reporte, los mismos están llamados a ser interpretados por profesionales del derecho que todavía no tienen el entrenamiento para su debido desglose. Previsiblemente, la falta de certidumbre científica, en esta y otras áreas, genera vacios en el sistema de administración de justicia que muchas veces son reclamados por lo políticamente simpático, la corrupción y alguna versión del horóscopo.
En lo personal no me opongo a que aumenten las condenas, les compren mas metralletas a los policías, construyan mas cárceles o se reintroduzca alguna versión del Código de Hammurabi. Si eso consuela a alguno, yo pienso que una sociedad lastimada como la nuestra tiene derecho a consumir los calmantes que guste. Ahora bien, el día que queramos sanar, entonces estamos a conminados reducir el rol de la improvisación, controlar la manía de lucir bien antes que hacer bien y comprometernos con el uso inteligente de nuestros recursos. Es menester que la Ciencia y la Tecnología de nuestro país reciban estímulos con el fin de fortificar la investigación de las causas que originan la criminalidad basadas en la exploración médica, psicológica, antropológica y sociológica.