Hace dos años, el 19 de septiembre de 2012, publiqué en este medio digital el primer artículo de la columna “Del sur”. Veinticuatro meses escribiendo para la “mafia” deben recordarse y celebrarse, pero dejando claros  algunos asuntos que pudieran resultar sospechosos. Me parece que debo dejar absolutamente establecido que no fui reclutado por el director Fausto Rosario Adames: fui yo quien se ofreció.   Gracias a la generosidad del ‘capo’ he podido sentir el cariño de muchas personas que por correo electrónico o por otros medios me ayudan a recordar a mi madre que habita lejos en el sur y -por mencionar sólo otro gesto- también debo  agradecer a los lectores que con tanto empeño me han hecho conocer adjetivos que desconocía, como cundango.

La cercanía con el tema de las encuestas también me ha provocado grandes placeres: una empresa amiga (GULP) me ha hecho llegar una evaluación de estos dos años de “Del sur” y me ha certificado el 91,1%, aclarando que tiene un mérito extraordinario si se considera que el autor no asiste a velorios ni a funerales, no envía cartas de condolencia y siempre que visita a alguien se anuncia, como manda el “Manual de Carreño”.

Mucha agua ha pasado bajo los puentes. Lo importante es que hay puentes que se sostienen, otros que se construyen y otros que irremediablemente van caer víctimas del viento.

Un buen regalo en ocasión de este segundo cumpleaños ha sido encontrar hechos que con mucha claridad y certeza confirman nuestras hipótesis, nuestros sueños, nuestros análisis y… ¡¡nuestras recetas!!

Tenía desde hace tiempo la sospecha de que es posible seguir haciendo comparaciones entre Chile y esta media isla, pero sin estar seguro de por dónde. De modo que les confieso que a una persona como yo, que se ocupa con deleite de la ciencia política y de la gastronomía, le resulta ineludible la tentación de hacer política gastronómica comparada.

Por aquí hace un tiempo estuvo de moda inspirarse en la ‘Concertación’, pero, claro, no pudo ser copiada. Faltaron algunos ingredientes: políticos con hoja de vida democrática, partidos con hoja de vida democrática, intelectuales con hoja de vida democrática y candidatos con hoja de vida democrática. Ni siquiera lograron llegar a un acuerdo básico: el nombre del dictador.

Pero no era posible que esa sensación permanente, ese anuncio latente de que “el sur también existe” durara más tiempo sin manifestarse. No me queda más que agradecer a mis santos protectores la confirmación de que la Ciencia Política Comparada, no sólo es posible, también es necesaria.

 

Ninguna teoría podrá desmentir que el cruce de variables entre la ciencia política y la gastronomía no resulta sabroso, deja un saborcillo amargo como el de un sancocho de pollo… al que no le sacaron la hiel.  Es el sabor y el dolor que provoca la estupidez, la torpeza, la indolencia, la ignorancia y la insensibilidad.

¿Cómo se le pudo ocurrir a Joaquín Lavín, Ministro de Desarrollo Social de Sebastián Piñera, editar un recetario para pobres en que tres chefs proponen recetas de cocina para que coman cuatro personas por algo menos de US$ 4? Por supuesto se aconsejará a quienes van a experimentar tan económico menú no distraerse comprando alcaparras, queso roquefort o corvina.

Lo peor del menú de Lavín es que a pesar de su frugalidad (una comida diaria) tiene todavía un costo inalcanzable para familias con el sueldo mínimo, por lo que no tardaron en aparecer los comunistas denunciando que lo que había que hacer era subir los salarios.

El recetario de Lavín no llegó a ser distribuido, por lo menos era lo que creíamos hasta que nos llega el dato de que los bajos salarios son una ventaja comparativa y las economías en la cocina ya eran noticia en el Caribe.

Los primeros cientistas políticos que se preocuparon por el “cambio de modelo” fueron aquellos a los que no les gusta la ‘sechium edule’ (en lenguaje ministerial a esta planta trepadora se le llama tayota). También han empezado a aparecer análisis planteando que de no aumentarse los salarios -para que alcancen al menos para el pollo del sancocho- podrían presentarse disturbios sociales. Un nuevo grupo contestatario (Torpeza fiscal) se encuentra averiguando si no habrá algún intento de provocar desequilibrios en el mercado de productos agrícolas con esta promoción de la tayota en contra de la yuca. Los más mal pensados están haciendo una lista de los cinco mayores productores de tayota.

El ‘Pica pica’ la está pasando mejor.  Además de que no pega con la tayota, está en la tarjeta y, aunque no lo han hecho público, ya han inventado una nueva modalidad de consumo para hogares con menores ingresos que en Centroamérica: hervir la lata sin abrirla lo que permite varios caldos con los mismos RD$85.00.  Las posibilidades de reemplazar al pollo son infinitas en esta preparación.  Veamos algunas. Si al hervir la lata le sumerge un fundita de te, dispondrá de un te de ‘pica pica’; si le agrega unas cucharadas de arroz podrá degustar el ‘locrio del ministro’; si alguien le regala unos plátanos barahoneros obtendrá un exclusivo menú de campaña.

Tengo que dejar claramente establecido que considero que no es posible, no puede ser posible, que para conseguir bajar el precio de los pollos sobrevivientes al calor de este cálido septiembre sólo se limiten a aconsejar a los pobres a cambiar su dieta. ¿Por qué no recordarle a los demás que pueden ser solidarios con los que más necesitan comprando langosta y filete?