En la actualidad el proceso retroceso democrático empieza en las urnas. La senda electoral hacia la desarticulación es peligrosa (…). La población sigue votando. Los autócratas electos mantienen una apariencia de democracia, la que van destripando hasta despojarla de contenido. (Steven Levitsky Y Daniel Ziblatt, en su texto “Como muere la democracia,”2018, pp.13-14)
La ciberpolítica es una construcción simbólica de un mundo político no tradicional que pone de manifiesto los sujetos cibernéticos a través de sus prácticas virtuales y sociales en el ciberespacio y espacio físico, ambos entretejidos de redes sociales. En esta no cuentan las reuniones de los comités de base. Son las redes sociales las que hacen y deshacen las agendas políticas. No hay militancia partidaria. Lo que cuenta es el ciberativista, el cual participa e incide en las redes. En esta modalidad política, los sujetos se organizan en redes, el liderazgo es compartido, no hay “masa”, cada quién tiene algo qué decir y lo dice.
No hay control para callar a la gente. El ciberespacio es un descontrol. Todo el mundo quiere ser partícipe de los procesos sociales que se producen en lo real y virtual. La hiperconetividad entretejida de redes y la nueva forma de participación social hacen estallar la manera de hacer política. No vivimos del paso de lo virtual a lo real, porque ambos forman parte del espacio y ciberespacio: Facebook, Google, Instagram, Twitter, entre otras redes sociales y aplicaciones no son en sí una era, aunque son parte de un mundo digital: el cibermundo (Merejo, 2007; 2012; 2015; 2017).
Desde este enfoque se estudian acontecimientos sociales en la sociedad dominicana como son la lucha por el 4% en la educación, no a la cementera en Los Haitises (2009), el movimiento el 4% para educación (2011), el movimiento Marcha Verde (2017) y las diferentes formas de protesta que han brotado desde el 16 de febrero 2020, como son el movimiento de los indignados de la Plaza de la Bandera y el monumento de Santiago, entre otras regiones del país; además de todas las manifestaciones espontáneas como los cacerolazos, las circulación de vehículos con las luces encendidas o tocando sus bocinas a determinadas horas del día.
Los últimos dos movimientos sociales (2017; 2020) no son coyunturales. Aunque la Marcha Verde no volvió a ejecutar su accionar como lo hizo en esa época, permanece como meme político de indignación política en la conciencia de los ciudadanos, lo que hace que se retome su lucha desde otro procedimiento ciberpolítico, como La Marcha del Millón, el 27 de febrero 2020.
El estudio de estos acontecimientos nos abre la perspectiva para situar los discursos de Steven Levitsky y Daniel Ziblatt , los cuales hacen un diagnóstico en su libro Cómo muere la democracia (2018), relacionado con la democracia representativa cuando dicen que no son los golpes de Estado militares tradicionales que quiebran la democracia, sino que es desde la misma democracia misma que se está produciendo este fenómenos y que los responsables son los mismos gobernantes que surgen de los procesos electorales democráticos.
Es precisamente lo que se está viendo en la República Dominicana, es decir, una democracia transida, agotada, abatida, que va muriendo lentamente, si no se democratiza. El buscar explicación y comprensión de tal fenómeno social y político pasa por una conceptualización que entra en la ciberpolítica y en el estudio político no tradicionales, pues tienen como referencia la historia política de los últimos 30 años y de manera puntual, las últimas dos décadas del siglo XXI, de esta era del cibermundo y sus redes sociales. Por eso dicen estos autores que desde “el final de la Guerra Fría, la mayoría de las quiebras democráticas no las han provocado generales y soldados, sino los propios gobiernos electos” (ibid., 13).
En sus discursos, estos dos investigadores de Harvard expresan cómo el presidente Donald Trump se valió de las redes sociales y otros medios para lograr ser el Presidente de Estados Unidos, y que mucho antes de entrenarse en el cargo, daba la prueba de positivo en cuanto ser una figura autócrata y antidemocrática. Es este tipo de liderazgo antidemocrático el que en estos últimos tiempos ha estado pariendo el proceso agónico de la democracia. Tal proceso, lo explican los autores con rigurosidad y sin intensas pasiones ideológicas.
Por eso el cómo muere la democracia entra en estos tiempos en los análisis de lo ciberpolítico, porque hay que buscar repuestas a estos acontecimientos políticos electorales que hoy se viven en la era del cibermundo y tomar en cuenta que esta nueva forma de hacer política en el mundo de lo virtual y sus redes sociales cobran su valor en el plano de la lucha por la democratización de la democracia.
Los que piensan que se vive en la política sin comprender que también la ciberpolítica existe y que desde esta se generan acontecimientos sociales inéditos, vivirán asustados y con temor a que todo se puede derrumbar o venir el caos, lo cual puede ser cierto, pero no será producto de las redes sociales, las cuales forman parte del mundo virtual en que estamos viviendo. Quiérase o no, estamos obligados a vivir en este mundo cibernético o de lo contrario puede usted irse desde ahora a vivir en el inframundo de los muertos.
Así como del capitalismo mercantilista y el monopolista brotaron sus relaciones sociales de la producción y del consumo, desde el cibermundo, de su economía de aprendizaje y el conocimiento, envuelta en un capitalismo net, han brotado redes sociales de producción de información, conocimiento y consumo. Vivimos en un mundo cibernético que lleva en su seno la innovación, lo convulso, transido y perplejo.
El lenguaje momificado del poder y los poderosos que maldicen esta oleada de jóvenes contestarios proviene de funcionarios que no respetan a sus hijos, los educan con prácticas autoritarias, y al parecer, quieren que sus hijos vivan idiotizados en lo virtual y que no convivan con los demás en la plaza pública y en espacios reales. El aferrarse al poder a como dé lugar les importa más a esos funcionarios, que cualquier intento de cuestionar la democracia transida en que vivimos, dejan mejor que sus hijos vivan en la ciberadicción y a que vivan en el slacktivismo solitario (cibervago idiotizado, pegado a la pantalla y al cliqueo) ante que vivir en el hacktivismo como formas de hacer política (ciberpolítica) en el ciberespacio, en las redes sociales con el objetivo de democratizar la democracia y luchar contra toda dictadura.
Es en este contexto de pleno ejercicio democrático que los dominicanos han creado un nuevo ritmo de protestar ante la democracia transida en que vivimos. En algunos casos, producen una sinfonía musical en la que multitudes inteligentes tocan las bocinas o prenden las luces de sus autos y en ocasiones se dan conciertos en diferentes residenciales, torres y centros comerciales de cacerolazos. Estos sucesos se están produciendo en el día y la noche en los sectores bajo, medio y alto de la sociedad dominicana. Esto deja bien claro que no se puede inventar modificar la Constitución u otras leyes y crear componendas políticas, sin que exista régimen de consecuencia, la sociedad ha estallado y la historia en la nacion dominicana no será igual después del 16 febrero 2020.
Democratizar la democracia implica reformas sociales, económicas y políticas profundas en las que lo excluido también existe. Todo lo expuesto y muchas cosas más hay que comenzar a cambiarlas para que no muera la democracia en manos de los mismos que se dicen ser demócratas.
Los discursos de Levitsky y Ziblatt, a lo que nos hemos referido están relacionados a la democracia, el autoritarismo y los partidos políticos en países latinoamericanos y del Caribe. De ahí, la importancia del párrafo siguiente: “Los autócratas que pretenden consolidar su poder acostumbran a reformar la Constitución, el sistema electoral y otras instituciones de modo que resultan desfavorables o debilitan a la oposición, inclinando de nuevo el terreno de juego en contra de sus rivales. Estas reformas suelen llevarse a cabo bajo el pretexto de hacer un bien público, cuando en realidad lo que se persigue es favorecer a quienes ostentan el poder”. (ibid., 106)
Esta ha sido en cierta forma del poder y el arte de gobernar la democracia representativa en la sociedad dominicana. Esa manera autocrática en el ejercicio de gobernar, es lo que ha provocado la erupción volcánica de la democratización de la democracia, que implica trasparencia y cambio de las reglas de juego en el proceso político.