La ciberética apunta al estudio filosófico general de la ética y la moral, envuelta en lo virtual y lo real de lo digital. Cuando nos situamos en la ética virtual,  solo involucramos el ciberespacio como espacio no físico y cuando nos colocamos en el plano de la ciberética, incluimos estructura y organización material de los dispositivos digitales como son las memorias y el disco duro, entre otro componente físico y todo el proceso datos, información y conocimiento virtual que se desprenden de estos componentes.

Cuando solo se roban la memoria o el disco duro de un computador, elemento que forma parte del soporte material de lo virtual, se  entraría en el campo de la ética cibernética y no de la ética virtual.  Quien jaquea (hackea, termino en inglés) desde un lugar remoto la información contenida en el disco duro de un computador, entra en la ética virtual, y quien revisa la información contenida en un disco duro y luego lo hurta, entra en el plano de la ética cibernética, ya que esta implica no solo hurtar documentos o archivos en lo virtual sino también,  algunos elementos físicos del sistema.

Situarse en el plano de la ciberética deviene en una responsabilidad asumida desde una visión de deberes morales, en la que será la conciencia del sujeto que vive en el cibermundo que tendrá que rendir cuentas de sus actos y enfrentar el dolor, el remordimiento y algún tipo de sanción social, que, dependiendo de esos actos, pueden llevar a otro tipo de sanción como la penal.

El sujeto cibernético es el individuo único e irrepetible que navega por el ciberespacio con múltiples objetivos, que van desde ser un trabajador virtual o cibertrabajador, hasta ser un buscador de información, conocimiento y entretenimiento. Este sujeto puede llevar una vida en forma virtuosa o viciosa.

Desde el enfoque de la ética virtual, se puede caer en acto vicioso cuando el sujeto, buscando algún tipo de acto lúdico en el ciberespacio, cae en lo ciberpornografíco, que es vivir atrapado en las fascinaciones de actos eróticos o sexuales en lo virtual.  Cuando el sujeto busca información con el objetivo de procesarla, analizarla y transformarla en conocimiento crítico para contribuir al desarrollo de sus funciones en el cibertrabajo o trabajo virtual, deviene en sujeto virtuoso y no vicioso, en cuanto a que no pertrecha su vida de ciberbasura.   

El sujeto cibernético de dimensión ética es aquel que vive en la precisión y en estrategia correcta de buscar y manejar datos en el ciberespacio, con el propósito de lograr que estos se conviertan en un conjunto de información que luego pasaría a formar parte de un conocimiento elaborado de manera crítica para contribuir a formar valores y para ser ejemplo social. Lo contrario a esto es infoxicación, que es cuando el sujeto vive en el vicio de embriagarse de información sin propósito específico en sus navegaciones ciberespaciales, hasta llegar a descerebrarse.

En la ciberética entra la relación poder virtual – privacidad – autonomía en la que el sujeto no puede dejar que lo despojen de una parte importante de su individualidad, en cuanto al control virtual total. El sujeto tiene que sentirse que también respira aire de libertad fuera de algunos controles virtuales.

De ahí que en el ciberespacio, la protección de los datos y las informaciones privadas de los sujetos es fundamental y esto es una de las principales virtudes de una ética empresarial, en el que las empresas protejan las redes de información (códigos de seguridad, dirección, teléfonos, tarjeta de crédito), redes de información que cuando no son protegidas se prestan para múltiples propósitos, como fue el caso en el que se vio enredado Facebook y Cambridge Analytica, con el manejo de los datos de unos 87  millones de sujetos cibernéticos que depositaron la confianza en la red fundada por el cibermillonario, Mark Zuckerberg.

Esta empresa consultora, Cambridge Analytica, asesoró la campaña de Donald Trump y el referéndum del Brexit en el 2016 y en el que la utilización de estos datos por dicha consultora, crearon (posverdad, bulos y otras informaciones) para cambiar percepciones que contribuirían al triunfo electoral del actual Presidente de Estados Unidos y en el resultado del referéndum.

En este sentido que se abre un abanico de problemas de la ética cibernética y la relación de poder virtual, cuando se sabe que fue sobre algoritmos, que dicha firma de consultoría política, Cambdrige Analytica, pudo conocer a los sujetos que viven en las redes sociales, mucho mejor que los amigos o vecinos de estos. Esta empresa, dedicada al análisis y minería de datos, saqueó la información, sin consentimiento, de la casi totalidad de esos sujetos que navegan por Facebook. Tal empresa sabía el perfil de cada uno de ellos, en cuanto qué les gustaba comer, leer y la preferencia política en el proceso electoral norteamericano y el referéndum del Brexit. El escándalo estalló en el 2018, dos años después del proceso electoral norteamericano.

Lo que ocurrió con Facebook y Cambdrige Analytica entra en la ética virtual en cuanto a que todo ese proceso se dio sobre la red de información de Facebook y como consecuencia, la sanción civil, mediante la cual, la Comisión Federal de Comercio (Federal Trade Commission en inglés, FTC) multó en unos 5.000 millones de dólares a Facebook, por haber trasmitido sin consentimiento datos de decenas de millones de personas a Cambridge Analytica.

El ejemplo anterior, entra en la ética  virtual, que es diferente a la ciberética, en cuanto que  esta última se combina el soporte físico de lo digital con lo virtual, como es el caso del ciberespionaje, que de acuerdo a Juliane Assange (2017), es el que existía como una vigilancia virtual paralela al de la National Security Agency (NSA), en la que se espiaba a los ciudadanos del cibermundo a través de dispositivos móviles, tabletas, televisores inteligentes, entre otros dispositivos que tienen que ver con el Sistema de Posicionamiento Global (GPS). Este tipo de ciberespionaje y vigilancia por parte de la CIA implicaba también dispositivos electrónicos de empresas cibernéticas como el Android de Google, Windows de Microsoft, las Samsung TV y los iPhone de Apple.

En esos documentos se demuestra cómo los televisores inteligentes Samsung estaban diseñados para grabar, almacenar o enviar audio a través de micrófonos, aun cuando estuvieran aparentemente apagados. Según WikiLeaks, la CIA actuaba en colaboración con el Servicio Secreto Británico MI5.

Este panorama de espionaje cibernético y virtual forma parte de las relaciones de poder y vigilancia en las que entra en juego la ciberética y la ética virtual como derecho de ciudadanía a vivir parte de su vida sin ser vigilado y sin ser despojado de manera total de su privacidad en el espacio y ciberespacio social.