No se puede pensar el concepto cibermundo como tecnología, ni menos como técnica, ya que este lo contiene como sistema a los dos en cuanto plataforma o soporte de construcción virtual que implica a su propio artífice: el sujeto cibernético articulado al lenguaje, el discurso y la sociedad. 

Tal comprensión pasa por una epistemología cibernética y una ética del sujeto dentro de los entramados del poder digital, por cuanto el estudiar determinados acontecimientos que brotan de ese cibermundo, implica un discurso de valoración, una postura y una ética en el mismo corazón de ese mundo digital.

Partiendo de lo expuesto se puede asumir una reflexión crítica a la ciberadicción en cuanto que esta no puede confundirse con un supuesto uso abusivo de dispositivos digitales, como tabletas, teléfonos inteligentes, computadores o con el vivir atrapado en las redes de Internet y mucho menos con las aplicaciones (apps) que son programas diseñados para funcionar en esos dispositivos( específicamente en los teléfonos inteligentes) y las  cuales entran más acorde con el proceso de operatividad y de construcción cognitiva e interactiva del sujeto cibernético.

Estas aplicaciones van más allá de los artefactos tecnológicos construidos por la racionalidad tecnológica antes de la era del cibermundo y que fueron objeto de reflexión por filósofos y sociólogos (la escuela de Frankfurt, Hiedegguer, Mumford, entre otros ), que no conocieron las aplicaciones virtuales que se desprende de unos dispositivos tecnológicos disruptivos y las cuales son diseñadas por sujetos desarrolladores apps,  pero que cobran vida intelectual en las  Tecnologías del Aprendizaje y el Conocimiento ( TAC) manejada por los sujetos cibernéticos como los investigadores tecnocientíficos, lingüísticos, sociólogos, economistas,  políticos, artistas, educadores, empresarios, filósofos, astrofísicos entre otros profesionales, sin dejar a otros sujetos cibernéticos de la sociedad articulado a las Tecnologías del Empoderamiento y la Participación (TEP) y a los todos los relacionados a las Tecnologías de la Información y el Conocimiento (TIC).

Las construcciones de pensamientos y reflexiones teóricas al margen de esas aplicaciones en estos tiempos cibernéticos son imposibles, antes de estos tiempos ciberespaciales, el construir pensamientos y reflexiones al margen de los dispositivos tecnológicos si era posible:

Vivimos en un mundo que pone al alcance de nuestros dedos infinidad de aplicaciones y en el que cada mes aparecen aplicaciones nuevas, por lo que quizá sea inevitable llegar a la siguiente conclusión: la manera más clara de reflexionar sobre lo que pensamos, decimos, hacemos y soñamos , así como sobre el modo en que nos relacionamos con los demás, es en termino de aplicaciones, tanto si pensamos en lo que vamos a hacer dentro de un minuto o de un día como(…) cuando pensamos en lo que haremos durante el resto de nuestra vida. (Gardner y Davis, 2014:63).

Algunas aplicaciones forman singularidades importantes y diferentes a los dispositivos o artefactos, a la hora de investigar la ciberadicción, la cual como conducta compulsiva hay que situarla en determinado trastorno patológico que sufre el sujeto cibernético cuando piensa que el ciberespacio, sin asidero en el espacio físico es el único sentido que tiene la vida y como tal, deviene en cibervida con trastorno obsesivo compulsivo, sin comprender que la hibridación entre lo real y lo virtual,  el espacio y el ciberespacio, mundo y cibermundo,  forman parte de su compleja vida,  que como sujeto, ha de darle un sentido racional  a las navegaciones que realiza en el ciberespacio, en todas sus manifestaciones, como es el caso específico de las redes sociales. De esta forma, no naufragará ni perecerá en ese mundo de la virtualidad.

El sujeto cibernético, con tendencia a la adicción, vive por y para el ciberespacio y algunas de sus aplicaciones, sin comprender que él, como tal, se sitúa en un espacio social, de múltiples relaciones, en el que su accionar no tiene un sentido único, esto es, que no puede operar como si no hubiese conversaciones humanas reales, sino que todo pasa a través del chat, donde vivir en conversaciones virtuales con otros sujetos, es lo que realmente cuenta para este tipo de cibernauta.  Además de esta adicción a la cibervida, existen otras, como la de los juegos interactivos no educativos, pero sí violentos, donde el sujeto vive en un mundo en el cual, matar, aniquilar y descuartizar son de las cosas que realmente cuentan.

Estos juegos o videojuegos van formando partes de la degradación existencial de ese cibernauta adicto. Estar sumergido de manera compulsiva en distintos tipos de juegos online es para este sujeto una virtud, mientras que los estudios y la educación constituyen para él  un vicio, un trastorno de vida. En tal sentido, piensa al igual que el ciberadicto al sexo, a las compras compulsivas y otras adiciones cibernéticas que la vida es virtual y no real.

La ciberadicciones no tienen que ver si el cibermundo o mundo virtual y cibernético es o no un medio de simple herramienta tecnológica, donde el sujeto ha de utilizarlo o dejarlo  en un determinado momento, ni tiene que ver con pasar mucho tiempo navegando por los confines del ciberespacio. La cuantificación de horas no determina dicha adicción, la cual, más bien, se diagnostica a través de determinados signos físicos y psicológicos del propio sujeto. 

De ahí que se hable de cierto porcentaje estadístico de sujetos cibernéticos adictos dentro del cibermundo y no de su inmensa mayoría, ya que estos forman parte de ese mundo y por ende, no pueden escaparse de sus entornos virtuales inundado de aplicaciones que va más allá de los dispositivos tecnológicos, pero si pueden comprender que el mundo físico, de la convivencias reales, es su base de existencia, por lo que saber vivir en lo virtual y lo real  implica una búsqueda de lo que el filósofo Aristóteles llama el justo punto medio, para no caer en lo vicioso y poder ser virtuoso.

Comprender que vivimos en el cibermundo que, junto al mundo, forma un hibrido planetario, donde el sujeto vive en una multiplicidad de acciones reales y de aplicaciones virtuales en la cotidianidad y debe saber lidiar con el trabajo (si trabaja), el cuidado de la salud, las relaciones familiares, y el estudio, que como tema escolar es preocupante en relación con los niños y jóvenes adictos  a los juegos en el ciberespacio debido al bajo rendimiento académico que presentan.

A diferencia de los inmigrantes digitales o la generación net, los nativos digitales en su diversa modalidad, en cuanto nacieron antes o después de las redes sociales y de aplicaciones como Wasap o Tuíter, son los que están viviendo más una cibervida como vida degradada, porque piensan que es virtual y se le está esfumando en lo real y lo terrible de esto: no se dan ni cuenta de tal acontecimiento cibernético.