A sólo unos días de las primarias de California, a celebrarse el 7 de junio, y que coincidirán con las de otros estados importantes como New Jersey, ya podemos prepararnos para el final de las elecciones primarias en Estados Unidos.

Los últimos acontecimientos indican no sólo lo que algunos consideran un muy apretado enfrentamiento electoral entre Hillary Clinton y Bernie Sanders en California y un muy probable triunfo de la exsecretaria de Estado en New Jersey, sino la ya casi segura nominación de la misma como candidata demócrata. El día 7 de junio, lo mismo si llueve que si continúa la sequía en California, la antigua primera dama tendrá los delegados suficientes para la nominación.

La insistencia del senador Bernie Sanders en llegar a la Convención Demócrata en Filadelfia atrae la atención de los medios de comunicación social aunque los más objetivos entre los comentaristas se refieren a que desea hacerlo, sabiendo que no será postulado, para influir en la plataforma del Partido Demócrata e inclinarlo hacia la izquierda. O quizás para calzarse con la nominación vicepresidencial.

En cualquier caso, el candidato republicano Donald Trump disfruta de un momento de gran satisfaccción porque al no producirse todavía la unidad de los demócratas, que es muy probable y casi inevitable al llegar la convención del partido, las encuestas parecen favorecerlo más que antes, lo cual, en ojos de los expertos, tiene importancia durante las primarias, pero no para las elecciones generales.

Como se ha señalado por los que no se dedican simplemente a atraer televidentes, las encuestas para las elecciones de noviembre sólo tienen algún valor predictivo cuando transcurren varias semanas después de celebradas las convenciones de los dos grandes partidos. En Noviembre votarán más de 130 millones de ciudadanos y las primarias no son sino un tenue reflejo de la voluntad popular, o más bien de los últimas noticias.

Alguna atención merece el hecho de que el Partido Libertario, conservador en lo económico y liberal en lo social, ya ha postulado nada menos que a dos exgobernadores republicanos moderados, Gary Johnson de New México y Bill Weld de Massachusetts para presidente y vicepresidente respectivamente. Ya las encuestas les conceden 10% del probable voto popular para Noviembre, lo cual no tiene mucho valor en la realidad electoral, pudiera ser más que eso o simplemente dos o tres puntos porcentuales. Nadie sabe.

Complicándolo todo, elementos neoconservadores del Partido Republicano, encabezados por el importante comentarista Bill Kristol mencionan esfuerzos por llevar otros candidatos a la Presidencia y Vicepresidencia, siempre que sean republicanos realmente conservadores. Para muchos, Hillary Clinton y Donald Trump, por su pasado, son simplemente dos liberales de New York, a pesar de que Trump escogió temas como el de los indocumentados para poder entrar en la contienda republicana y así pasar por conservador.

En el fin de semana del “Memorial Day” algunos medios daban a conocer que uno de los más importantes intelectuales y eruditos de la nación, Noam Chomsky, que ha considerado públicamente a Trump como una especie de fascista, imitador de Hitler y Mussolini, califica ahora al candidato republicano de “payaso cuyo lugar está en un circo”, opinión que coincide con la de otros personajes famosos del país.

En cualquier caso, independientemente de la opinón particular del ilustre padre del “análisis transformacional”, de la “gramática generativa”, de la lingüistica moderna y de muchos otros asuntos, así como filósofo, historiador, crítico político y social, y todo lo demás, el ambiente de circo de algunos acontecimientos ocurridos en la campaña electoral pudieran, en cierta forma y salvando distancias, ser considerados como circenses.

Más allá de ese calificativo que el sabio ha dedicado al político, y después de la forma en que el candidato Trump ha tratado a sus adversarios, humillándolos en forma insólita y utilizando en sus discursos burlas y adjetivos nada respetables, casi todo es posible en el entorno actual. Eso sí, debe reconocérsele al candidato republicano el haber creado no sólo concursos de bellezas, edificios monumentales y otros negocios, sino un nuevo estilo de discurso político que deja muy atrás lo que aquí se consideraba despectivamente como propio de “repúblicas bananeras”.

Así las cosas, contra viento y marea, continuará el proceso que culminará en noviembre con un nuevo presidente o con la primera mujer presidente en la historia estadounidense. Esta convocatoria electoral debe ser tenida como un asunto serio, pero con características tan impredecibles como el veredicto final de los votantes.