Shanghai, ubicada en los 31 grados latitud norte y 121 longitud oeste, es la "Perla de Oriente", el "Paris del Este", uno de los 4 Municipios bajo jurisdicción central que tiene China, la ciudad más poblada del país, centro comercial e importante centro financiero global. Con sus 23 millones de habitantes, entre la zonas urbanas y suburbanas, estaría en el lugar 50 de la lista de 242 Estados y territorios que mide la ONU, con un poder adquisitivo entre medio y alto, lo que la convierten en un mercado considerable.

Es mucho lo que se podría decir de su historia, geografía, cultura, demografía y política, pero existen infinidad de libros, revistas, documentos virtuales donde esos datos se pueden encontrar, aún así es grande la tentación que se nos presenta a los que tenemos la oportunidad de escribir para un medio como este que llega a lectores muy ocupados y que bien agradecerían que en  700 o 1000 palabras se haga un sucinto resumen de la inmensidad que representa Shanghai. Aunque lo considero importante por lo antes expuesto, creo que por las actuales circunstancias, por el hecho de estar aquí en Shanghai, hago un mayor aporte a los lectores contándoles lo que estoy observando, hablándoles de Shanghai, y con ello de toda China, desde dentro, lo que puedo percibir con mis cinco sentidos.

Voy a comenzar por el lugar donde estoy en estos momentos, a la 1:30 de la tarde de este viernes 14 de octubre, hora en que la mayoría de los que están del otro lado del mundo, la mayoría de los dominicanos deben estar dormidos. La biblioteca pública de Shanghai, que está fusionada desde octubre de 1995  con el Instituto de Información Científica y Técnica, ubicada en el centro de la ciudad, con una parada de la línea 10 del metro dedicada a ella, cuenta con más de 50 millones de obras, entre libros, revistas, periódicos, materiales científicos y tecnológicos. En el 4to piso, donde me encuentro, está la sala dedicada a las publicaciones extranjeras y aunque usted no lo crea los títulos en español no llegan a 200, de los cuales no hay uno de la República Dominicana. Ya hablé con nuestra representante en Beijing, Rosa Ng y aprovecho este espacio para enviar un mensaje  al Ministro de Cultura José Rafael Lantigua, para que el país haga una donación a las principales bibliotecas de Beijing y Shanghai aquí en China de por los menos 10 títulos donde se destaque la historia, geografía, política, literatura y cultura de nuestro país. Los cuentos de Juan Bosch, el poema "Hay un país en el mundo" del poeta nacional Pedro Mir, la "Historia del Pueblo Dominicano" escrita por Franklin Franco y algunos   ensayos de Pedro Henríquez Ureña, Federico Henríquez Gratereaux, y Odalís Pérez, son sólo algunas sugerencias.

Wikipedia es la mayor biblioteca del planeta y ahí está todo, dirán algunos, y es cierto en parte, pero todavía los libros físicos y a las bibliotecas tradicionales les queda mucho por delante.

El metro de Shanghai, moderno, limpio, barato, conecta a toda la ciudad de este a oeste, de norte a sur. Es un ejemplo del crecimiento de China, de la disposición y la voluntad política, porque la primera línea se inauguró en abril de 1995 y ahora hay 11 funcionando y se proyecta otra más, con un recorrido total de 410 kilómetros y 235 estaciones, para ser el mayor del mundo. Sin lugar a dudas para las ciudades no existe otro medio de transporte más idóneo, por eso no me opongo a que en la República Dominicana se construyan muchas líneas más, el problema no es de fondo, sino de forma. Dentro del metro de Shanghai no se ven los tradicionales vendedores que se pueden ver en el metro de México, ni los shows que se exhiben en el metro de New York, más bien lo que se observa son personas sentadas y paradas en más de un 80% manipulando un Smartphone como se les llama a estos teléfonos inteligentes, muy pocos leyendo, como pude observar en los metros de Washington, Toronto y Singapur. Recomiendo al que viaje a Shanghai que tome el metro desde el aeropuerto, la diferencia de precio con respecto al taxi es abismal, mientras un taxi cobra promedio 250 o 300 yuanes, que son 50 dólares, en el metro sólo se pagan 7 yuanes, que es poco más de un dólar. Se toma la línea 2 y ella comunica a cualquier punto de la ciudad, con las conexiones a las otras líneas.

Por suerte para el planeta, los chinos se transportan en bicicletas. Lo observé en Beijing, Chengdu, Wenzhou, Harbin y ahora en Shanghai, existe todavía un alto porcentaje de chinos, hombres y mujeres, cuyo medio de transporte es la bicicleta. Se dice que hay 9 millones de bicicletas en Shanghai, casi la población dominicana, y ese número va creciendo. Sin prejuicios, sin la "vergüenza" que nos daría a nosotros los dominicanos y sobre todo a las dominicanas, aquí se puede ver a una mujer que va a su trabajo en bicicleta. En la famosa avenida comercial Nanjing, compartí un té con un profesor de lenguas extranjeras, que enseña español e inglés a domicilio,  y me dijo que visita a sus estudiantes en su bicicleta. Eso significa salud, para ellos, la ciudad y el planeta.

Lejos de los que muchos piensan, que China no cuenta con demanda interna, que el mercado chino no es importante porque la mayoría es pobre, yo insisto en que no es así, que si bien es cierto porcentualmente, de manera absoluta ya el chino está entre los principales mercados del planeta. Cerca de 500 millones de chinos están entre consumidores medios y altos, y sin lugar a dudas los 1339 comen, visten, se mueven para ser parte indiscutible de la rueda que mueve la economía global. Por ejemplo, en mi vuelo de Singapur a Shanghai, por China Eastean Airlines, pude observar que más de la mitad de los pasajeros  eran chinos, que por su aspecto y forma de vestir, aparentaban ser obreros de la clase media baja, pero ya esa clase media baja que consume en su país China, puede salir de vacaciones a gastar, por lo que también hay que verlos como un potencial para nuestro turismo. Lo que se observa aquí en Shanghai no tiene parangón, en la misma entrada de la avenida Nanjing, está la tienda oficial de la marca Apple, y aunque usted no lo crea las filas para entrar a comprar el recién estrenado Iphone 4S son interminables, se paga promedio de 1000 dólares y aun así miles de chinos pueden acceder a ese producto. Dígale a todas esas grandes marcas occidentales, de EEUU y Europa que en China no hay mercado, ni demanda interna y se reirán en su cara. Piense en una marca famosa y cara y esa está aquí, no sólo en Shanghai, sino en varias ciudades de  China, y si están es porque hay mercado. Siempre he dicho, para el que va a vender algún producto, poco le importa el porcentaje de población de posibles compradores, le importa el número absoluto de esos compradores, es preferible el 30% de una población de 1339 al 80% de una población de 300 millones.

En mis tres viajes a China, en las 4 ciudades que había visitado antes y ahora en Shanghai, no he percibido ni inseguridad en las calles y mucho menos el autoritarismo del que se habla en algunos medios occidentales. Lo que observo es gente trabajando, disfrutando, comiendo, bebiendo té, conversado. ¿Variación Potemkin? No lo creo, no hay forma de hacerle un montaje a miles de turistas y visitantes que vienen a China cada año.

Mientras el planeta está convulsionado, mientras se ven los "Indignados" en las calles de Madrid, Londres, Roma, Nueva York y Santo Domingo, aquí en Shanghai la vida no se detiene, el comercio formal e informal, las universidades y bibliotecas llenas de jóvenes estudiantes, y se ve en las calle a miles de chinos que son parte del turismo interno que crece cada año.

Invitado a un centro nocturno, donde se escucha y se baila música latina aquí en Shanghai, esperaba escuchar un merengue de Juan Luis Guerra, pero fue grande la sorpresa cuando lo único que colocaron de nuestra música fue a Omega. ¡Omega en Shanghai! Fue mi reacción. Al día siguiente una joven guía me lo confirmó cuando le dije que soy dominicano, con quien me relacionó fue con Omega. Quizás, pensé yo, es porque una de las marcas de relojes caros, que compite con la Rolex aquí en Shanghai, es la Omega y lo anuncian tanto que eso ha permitido al chino identificar el nombre del cantante de música latina. No sé, es especulación, lo que sí es cierto es que el nombre de la República Dominicana se conoce aquí por ese cantante de música de calle como se le llama, que es Omega.

Esto es sólo una muestra de lo que se pude observar, quizás le sirva para imaginar un poco a Shanghai, pero jamás se comparará con la experiencia de vivirlo. Lo invito a que la vida, vale la pena.