Estando en Beijing, en noviembre del pasado año 2011, pude constatar, conversando con economistas y políticos, miembros del Partido Comunista de China (PCCh) y del Gobierno de la República Popular China (RPCh), que en ese país se debate, más de lo que suponemos, de todos los asuntos, desde la economía, la sociedad, la cultura, hasta la política. Por eso escribí un artículo publicado en esta columna, titulado "China, compelida a cambiar su modelo de desarrollo", donde señalé que lejos de lo que creen muchos en Occidente y de manera particular en la República Dominicana, los chinos conocen bien sus problemas, saben en qué aspectos deben cambiar, saben qué deben hacer, pero sobre todo saben que el modelo de crecimiento que le ha dado excelentes resultado está agotado y que el tiempo de producir los cambios es ahora.

Aunque fue claro mi mensaje y es compartido por dominicanos conocedores de China, como Aquiles Farías Mere, por sólo poner un ejemplo, la mayoría oyó pero no escuchó, vio pero no observó, pasó inadvertido ante la opinión pública global y ante la opinión pública dominicana. Yo entiendo tanto a la una como a la otra, porque es que todavía este humilde ciudadano del mundo, no es preeminencia.

No obstante, el presidente del Banco Mundial (BM), Robert Zoellick, visitó China del 26 al 28 de febrero pasado, donde presentó un informe sobre los desafíos y oportunidades que tendrán que afrontar los chinos en las próximas dos décadas. Como era de esperarse esta sí fue noticia de alcance e interés global.

Una de las partes que más llamó la atención del discurso de Robert Zoellick fue: "tal como ha sido admitido por los dirigentes chinos, el modelo de crecimiento económico actual de China ya no es sostenible. El país ha reconocido los retos de cambiar desde un crecimiento orientado a las exportaciones hacia uno que se basa en la inversión para estimular la demanda y consumo local". En este fragmento podemos ver, lo más destacado por los medios de comunicación, -que los chinos deben reencausar su modelo económico-, pero también vemos, una parte menos difundida, pero quizás más importante, -que la dirigencia china conoce y admite el problema y está dispuesta a dar pasos concretos para solucionarlo-.

Modestia aparte, no es noticia, news o nuevas, para los lectores de esta columna, porque ya lo habíamos dicho, citando incluso al economista chino Wu Guoping. No obstante, sería necio tratar de abstenerse a la "realidad", que no es más que un reflejo de las percepciones construidas por los que controlan los medios de comunicación del mundo, los que trazan la agenda global, los que deciden cuándo y por qué un suceso será noticia. Por eso, retomamos el tema, porque ahora será comprendido, aceptado y creído por los que se negaban creer, cuando lo dijimos nosotros, no sólo en este medio, sino también en otros medios de comunicación y escenarios académicos: que China se encamina a un nuevo modelo de crecimiento económico.

La idea es enfocarse en seguir creciendo sin depender tanto del mercado externo y sobre todo aumentando el poder adquisitivo del pueblo chino, con lo que también se procurará reducir las desigualdades sociales y económicas. Es más que un nuevo modelo de crecimiento, un nuevo modelo de desarrollo, integral y humano, lo que se propone China.

Estoy seguro que este mensaje llegará ahora a figuras como Daniel Altman, periodista y economista formado en Harvard, quien en su libro "Futuros Imperfectos", augura un "rápido declive de la economía china, tras el auge actual". Quizás él y otros que dudan del crecimiento de China por mucho tiempo más, comiencen a replantear sus opiniones, ahora que entienden que China sabe y reconoce las debilidades por las que ellos señalan podría colapsar.

Apuesto a la sabiduría milenaria del pueblo chino. Están permitiendo y promoviendo los cambios necesarios para seguir ascendiendo, incluso en lo político. Estos últimos, por medio a adaptación, no adopción del modelo democrático occidental.