Chile era considerado, hasta hace una semana, el país más competitivo de América Latina, el de mayor crecimiento, el más confiable, el más exportador con relación a su población y tamaño, indefectiblemente un ejemplo a seguir en materia democrática, económica, social y de desarrollo.

Luego de más de diez y ocho muertos, según cifras oficiales, y más de dos mil detenidos, huelgas que han sobrepasado las autoridades, luego de que el Presidente Piñera les solicitara sus renuncias a los Ministros, y el toque de queda se evidenciara obsoleto y anacrónico, ya no es tan así y por el contrario se han evidenciado las desigualdades extraordinarias que como sociedad se vive en dicho país.

La juventud no tiene espacio para el trabajo luego de graduarse en las universidades, a los pensionados no les alcanza para un mendrugo de pan las pensiones a pesar de cotizar toda una vida, el salario no les alcanza a los chilenos para sobrevivir el fin de mes de manera digna, ya que es una de las economías más caras de nuestro continente.

Todo lo anterior viene a ser sociológicamente interesante, porque la República Dominicana, es un país que año por año rompe records de crecimiento del Producto Interno Bruto, sin embargo, eso no se traduce en los salarios, en desarrollo humano, en protección a los envejecientes, mujeres y menores de edad, y más aún si, tomamos en consideración que, el prodigio sistema de pensiones de la República Dominicana, es una calcomanía vulgar del Chileno, el cual evidentemente fue en Chile y obviamente aquí, pensado para hacer más ricos a los ricos, y extraer hasta el último centavo de los bolsillos de los pensionados, quienes luego de cotizar toda una vida, como hemos indicado, deben vender su alma al Diablo para pensionarse, y una vez pensionados, recibir pura miseria.

El tiempo de la vigencia del sistema de pensiones en Chile, ya ha demostrado que no funciona, que es inservible para aquellos que deben ser los beneficiados del mismo, y en este detrimento atroz y feroz, los únicos beneficiados, son los dueños de los fondos de pensiones, que a su vez, son los bancos y grupos económicos que manejan la economía de ambos países.

Ante ese pasmoso escenario, el mismo volcán que como consecuencia de las presiones sociales, económicas y de pensiones hizo erupción en Chile, se está lamentablemente gestando en la República Dominicana, donde el maridaje siniestro entre el Estado-gobierno y la empresa privada, se ha hecho cada día más evidente, desproporcionado y fuerte, sentado sobre el estómago y la espalda del pueblo.

Ni en Chile ni en República Dominicana, el desarrollo que ha sido sostenido y continuo por tanto tiempo, se ha traducido en una mejoría real de las necesidades del pueblo, la alimentación, la educación, el ascenso social, el desarrollo humano está en pañales, y nosotros tenemos un mal peor, en el cual los chilenos son unos niños de teta, literalmente, que es la corrupción, rubro en el cual ocupamos un lugar destacadísimo a nivel mundial.

Las multitudinarias manifestaciones que han acaparado la atención mundial, por tratarse de un país con uno de los índices económicos más altos de la región, deben llamar a la reflexión a San Danilo, y todos aquellos, que afirman que se han sacrificado por este país, y que se han empobrecido por haber dejado sus actividades privadas, (Cuando bondad).

Cuando despertemos de este letargo, de esta convivencia de volcán inactivo, puede ser tarde, y puede darnos muy duro la realidad en la cara.

En ese momento la ira, la desesperación, el pago a los cueritos, con contratas que pagamos usted y yo, el descaro y el desparpajo, dará lugar a situaciones que no veremos por televisión, serán reales, concretas y aquí.

Sigan jodiendo.