El alma de nosotros los humanos se regocija con inusitada fascinación cuando emprendemos una aventura o un proyecto que asumimos con tal entrega y devoción. El anterior fin de semana una comitiva de compañeros y amigos nos lanzamos a visitar a Cevicos, en la provincia Sánchez Ramírez, yendo por dentro vía Don Juan, a invitación del poeta Flavio Rondón y su padre periodista Pablo Rondón, quienes  nos recibieron con tanta delicadeza y atenciones propias de campesinos anfitriones, diría al estilo de los mejores caballeros rurales de un pasado esfumado que pocas veces se manifiesta hoy día. Su casa es un espacioso patio jardín con algunos árboles frutales, contándose los limones dulces prácticamente en extinción, que aprovechamos con cuchillo a manos de inmediato para saborear aquella fruta tan deliciosa que jóvenes metropolitanos no conocen.

Sabían ustedes que Cevicos fue descrito por Samuel Hazard en su obra "Santo Domingo, Pasado y Presente",  a finales del siglo XlX, en itinerario que hiciera  describiendo la forma de vida, carencias, cultura y riqueza agropecuaria de las comarcas y aldeas visitadas; posteriormente se asentó en el terruño de

Cevicos devino un municipio preñado de historia revolucionaria y patriótica en cuya floresta boscosa, ríos diversos con abundantes aguas en pretéritos tiempos, todavía permanece como tesoro guardado y discreto protegiendo el estilo de la vida rural, campesina y folklórica de esta media Isla, para testimonio de los transeúntes, aventureros y vagabundos que suelen visitar lo inhóspito de los lugares encumbrados  y los trayectos paradisíacos de la belleza tropical que sobrevive como testigo de un pasado glorioso y de inocencia misteriosa.

Flavio  Rondón con su verbo folklórico, poético y de entusiasmo indescriptible nos narraba con memoria prodigiosa, en parada obligada antes de llegar a Cevicos, distanciado de Cotuí a veinte minutos, la nobleza y complicidad de esas montañas que abrigaron con fervor emancipador a prohombres que cruzaban o hacían paradas a fin de tomar fuerzas y respiros en sus andanzas libertarias. Por esas "escarpadas montañas" que recreamos Cucuyo Báez, Amable Padilla, Manuel Pichardo, Modesto Reynoso, Nelson Estévez, y un servidor, embrujado por el relato de nuestro guía  Flavio Rondón; nos relata con su rostro lleno de alegría y verdadero fervor el paso de Duarte por aquel camino real, el asentamiento de los restauradores con Luyeron a la cabeza, y la cobija en las Manaclas del grupo guerrillero de Manolo Tavárez Justo: esas lomas posan hirsutas de patriotismo. Y al percatarnos de esa tan sublime complicidad, no tuvimos más que endiosar con la magia propia de los agradecidos de la historia, aquellos montones lleno de rocas y vegetación que protegieron con su verdor manto sagrado a los adalides de todos los tiempos.

Cevicos es el productor por excelencia de la dulce piña, que la Dole al retirarse de la comarca dejó como rica experiencia de cultivo a los cevicanos

En el semblante del ex-comandante de izquierda y encarcelado por más de diez años Cucuyo Báez P  se adivinaba una nostalgia con añoranza dramática al paso de Guanuma, Don Juan, Luisa la Negra, Luisa la Blanca, porque en esas comunidades desempeño con olor a muerte su trabajo político clandestino con los campesinos y lugareños formando células y cuadros bajo la consigna de " lo mejor al campo". Eran épocas de principios éticos en la política y de asunción ideológica por la transformación social, como en efecto se hablo en la tertulia en el hogar jardín de los Rondón, bajo torrencial lluvia con los contertulianos y combatientes de la Guerra de Abril Modesto Reynoso,  Manuel Pichardo y el ex dirigente de izquierda Pablo Rondón. Mientras discurría la conversación en presencia de los demás participantes, desde el gazebo típico mirábamos hacia el horizonte a pocos kilómetros las  altas montañas donde Manolo Tavárez se inmolo por la patria redimida, junto a otro puñado de valientes revolucionarios.

Fue el viaje reciente una experiencia inolvidable por estos caminos de Dios, rescatados por la nueva técnica de la pavimentación, que acercan los pueblos con la velocidad que rompen los tiempos y la distancia con asombrosa celeridad. Esa es la magia de Cevicos ahora tan cerca de la metrópolis y preservando su grato y humilde sentido rural de la existencia. Pues allí si hubo además de tertulia in situ, como comensales a la usanza de los tiempos de " concho primo", pero desde luego sin sangre; comimos jaibas y los consabidos relajos que esto provoca, así también degustamos un exquisito jabalí, servido en varias bandejas por los anfitriones. Todavía el río Cevicos guarda en su madriguera la jaiba en extinción, que desbrozaba con tanta gula el amigo Modesto Reynoso, cuyo bigote quedaba manchado por esa "porquería"  como la última coca cola del desierto, porque pronto la jaiba desaparecerá del escenario gastronómico dominicano y sólo Cevicos aún la conserva para que sigamos comiendo M…, tal como arremetían los compañeros con el degustante Modesto al verlo tan entregado a su faena con sabrosura de niños con caramelo. ¡ Que viajé más reconfortante!.

En cuanto a los frutos, Cevicos es el productor por excelencia de la dulce piña, que la Dole al retirarse de la comarca dejó como rica experiencia de cultivo a los cevicanos, que con su inteligencia de agricultor continúan sus propios proyectos, siendo el principal inversionista el empresario Madera, generando riquezas y empleos para la zona;  se cultiva en menor grado la maracuyá ( chinola) y un sinnúmero de rubros agrícolas, además del ganado, influenciado por la ganadería de su vecino Monte Plata. Encontramos en su costumbre social el amor por el trabajo y la mansedumbre de la gente, aminorando respecto a otros pueblos la violencia, atracos y drogas. ¡ Viva la vida rural!. En Cevicos se puede vivir en paz.