Cuando se aprende a decir no,

Tu si, se convierte en un gigante.

En el caso de que pueda existir algún paraíso flotante o no en el cielo, me cuestiono si en el mismo existirán los políticos, aunque para decir lo que creo, lo dudo mucho, porque ya del cielo se estarían desplomando todo tipo de excrementos y bajezas. Esto no lo digo con ánimo de ofender a un grupito muy pequeño por cierto, que en realidad creen en su profesión pero que el desarrollarla es como la famosa pelea de Goliat y David, con la novedad de que no es solo uno, sino una muchedumbre de gigantes y por demás, blindados e inmunes a todo tipo de acción hacia ellos y sus indelicadas actuaciones.

En estos tiempos de campaña –que son todo el tiempo-, se escuchan promesas  y juramentos muy parecidos al proceder del famoso Doctor Merengue. Se escucha mucho de institucional tal o cual cosa en tanto, aun y siendo funcionarios llevan a cabo todo lo contrario. Pero ellos hacen las leyes y muchas de las cuales deberían de ser declaradas inconstitucionales y por demás inmorales, ya que legislan para su propio beneficio.

No creo valga la pena enumerar una por una las indelicadezas de nuestros honorables con relación a muchas leyes, como esa del famoso Parlacen, que siquiera son elegidos por el pueblo, sino mediante un adefesio creado solo para beneficiar a sus compañeritos y cuyo gasto inmoral e innoble alcanzaría para adecentar con condominios a cientos de miles de personas. Si, así como lo leen, solo imaginen que esos 140 millones se invirtieran en asuntos como ese. Claro que faltaría dinero pero, agréguenle a esos los dineros que reciben por cada voto “conseguido” y adjúntenle el barrilito, para regalos a las Madres, dietas, seguridad y pensión entre otros gastos, ¿se podrían hacer o no?

Indiscutiblemente que no son muy duchos para crear riquezas, y mucho menos reglas claras para la institucionalidad definitiva de los organismos del Estado, más bien, se esfuerzan al máximo para destruir lo poco que hay. Un orgullo pendejo las preseas de oro o de lo que sea, no es que no esté bien pero, es la forma o manera para obtenerlas lo que las pone en tela de juicio. El mandamás en los deportes, cacarea las medallas y otros se ufanan de las mismas cuando se le gana a otro país más desarrollado, ya sea por accidente, suerte o por lo que sea. Se oculta que esos atletas extranjeros son en su mayoría estudiantes de colegios y universidades que tienen por encima del deporte, cumplir con un currículo estudiantil y los de aquí, bien gracias.

Noten los apellidos de muchos de estos atletas y verán el cómo son convertidos en “dominicanos” y presentarlos con orgullo como un esfuerzo nacional. Todo mentira, un engaño, esas medallas en su mayoría no han sido producto de una política nacional con relación al desarrollo de los deportes, porque a pesar de haber surgido tantas buenas iniciativas para esos fines, los políticos, gerentes de entidades deportivas o corporaciones dirigidas al parecer de por vida por unos cuantos, han desnaturalizado la finalidad de los mismos.

Los atletas son premiados en el Palacio, así reza el titular de los periódicos como noticia principal y eso, está bien, lo que no lo está es que existiendo un Ministerio de Deportes y otras cuantas instituciones que en la realidad son duplicaciones de la primera, pretendan hundir aún más al Circulo Deportivo de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional ingresando a estos deportistas al mismo.

El Circulo fue creado para el desarrollo deportivo de los militares y no como un premio clientelista para un atleta civil, cual que sea este. Pero así como este organismo perdió su horizonte por la mala práctica de los Jefes de temporada que han cedido y ceden ante los reclamos de los empresarios-dirigentes-vividores deportistas, sería una pena que permitan que esta noble causa prosiga hundiéndose por la falta de respeto institucional. Reitero, la mayoría de los atletas de alta competición y medallistas por demás, no son una marca país, son un engaño. ¡Sí señor!